Revista Digital de la Unidad Académica de Docencia Superior,
Universidad Autónoma de Zacatecas, ISSN: 2594-0449.
García Argüelles, Elsa Leticia y González Rodríguez, Alba Viridiana. (2025). La otra traidora; paralelismos entre la Malinche e Isabel de Moctezuma en “La culpa es de los Tlaxcaltecas”. Revista digital FILHA. Enero-julio. Número 32. Publicación semestral. Zacatecas, México: Universidad Autónoma de Zacatecas. Disponible en: http://www.filha.com.mx. ISSN: 2594-0449.
Elsa Leticia García Argüelles. Mexicana. Docente investigadora en la Maestría de Investigaciones Humanísticas y Educativas y el Doctorado en Estudios Novohispanos de la Universidad Autónoma de Zacatecas, especialista en literatura contemporánea y femenina. Orcid ID: https://orcid.org/0000-0002-8830-832X Contacto: elsalet_35@hotmail.com.
Alba Viridiana González Rodríguez. Mexicana. Doctoranda del programa de Estudios Novohispanos en la Universidad Autónoma de Zacatecas. Contacto: galbablau@gmail.com.
The other traitor; parallels between Malinche and Isabel de Moctezuma in “It is the fault of the Tlaxcaltecas” by Elena Garro
Resumen: En el siguiente artículo se presenta una lectura sobre el cuento “La culpa de los tlaxcaltecas” de Elena Garro. Esta lectura no sigue el planteamiento de que la narradora y protagonista del relato es doña Marina, la Malinche, sino que puede representar simbólicamente a Isabel de Moctezuma, la hija del emperador Moctezuma Xocoyotzi. A través de pasajes del cuento y un análisis de la bibliografía de la hija del tlatoani es posible encontrar similitudes entre las vidas de estas mujeres que fueron contemporáneas, así como repensar la identidad de la protagonista del cuento.
Palabras claves: Isabel de Moctezuma, Malinche, novela histórica, literatura siglo XX.
Abstract: This article presents a reading based on the interpretation of the story “The fault is of the Tlaxcaltecas” by Elena Garro. This reading does not follow the approach that the narrator and protagonist of the story is Doña Marina, the Malinche, but rather it can symbolically represent Isabel of Moctezuma, the daughter of Emperor Moctezuma Xocoyotzi. Through passages from the story and an analysis of the bibliography of the tlatoani's daughter, it is possible to find similarities between the lives of these women who were contemporaries, as well as rethink the identity of the protagonist of the story.
Keywords: Isabel de Moctezuma, Malinche, Historical Novel, 20th Century Literature.
El cuento “La culpa es de los tlaxcaltecas” (La semana de los colores, 1964) de la escritora poblana Elena Garro (1916-1998) es una muestra de la narrativa latinoamericana del siglo XX cuya temática toma lugar en algunos de los episodios más importantes de la guerra de conquista entre mexicas y españoles en la primera mitad del siglo XVI en América. Elena Garro, a partir de su intensidad narrativa y del cuento fantástico, escribe un relato que se sitúa en un cruce de vidas y de tiempos.
La protagonista del cuento, Laura Aldama, se encuentra inmersa entre dos líneas temporales que, a momentos, se entrecruzan y le sirven de puente entre su vida presente y una vida pasada. Ella es una mujer de clase alta de la Ciudad de México a mediados del siglo XX, casada con un político llamado Pablo. El recuerdo de la vida anterior de Laura comienza durante un viaje que hace acompañada por su suegra Margarita a Guanajuato, en el trayecto del puente del lago Cuitzeo, Laura padece un cambio en el tiempo y tiene un encuentro con un hombre de su pasado, su primer marido, uno que tuvo por la época en que Hernán Cortés y su ejército arribaron a la ciudad de Tenochtitlan en 1519, mismo al que abandona cuando la ciudad cae en 1521 para unirse a los vencedores, cometiendo traición.
Conforme transcurre la historia, Laura recuerda fragmentos de su vida anterior, una en la que se vio orillada a traicionar y abandonar a su pueblo, en aras de un nuevo mundo. En la protagonista se puede observar este conflicto de identidad ante la encrucijada de permanecer en su vida presente, con un esposo que la golpea o volver atrás y unirse al primo-marido en el “tiempo verdadero” (Garro, 2006, p. 126). Un rasgo dominante en la protagonista es la exacerbación de la culpa que siente por la traición que comente, una acción que, aun cinco siglos después, la carcome, lo que podría sugerir que Laura es, o fue, Malitzin o doña Marina, la Malinche.
La crítica literaria (Alemany Bay, 2007, pp. 7-11) coloca a Elena Garro dentro del grupo de escritoras latinoamericanas y chicanas que, durante la segunda mitad del siglo XX, deciden darle una resignificación a la figura de la Malinche [i] quien hasta entonces es percibida como una mujer desleal a su raza. La niña que es vendida por su pueblo y esclavizada por otro, decide cambiar una vez más de amo, pero esta vez por uno de su elección convirtiéndose en un factor determinante en la empresa castellana. Dicha reinterpretación por parte de las escritoras se fundamenta en el papel de Malitzin como traductora [ii] durante el recorrido español de Veracruz a Tenochtitlan, así como de la nueva perspectiva que arroja la escritura femenina sobre sí misma, rasgo del que carecen las versiones de la Malinche recreadas por los autores hombres.
El factor que marcó la diferencia a favor del triunfo ibérico en la guerra de conquista fue el gran número de aliados indígenas, principalmente tlaxcaltecas, quienes hartos de los estragos de la hegemonía mexica y del tributo que debían rendirles, se ponen del lado de los extranjeros para vencer al gigante tenochca. Tzvetan Todorov (2008) señala que la razón por la que se da la unión (p. 59) entre pueblos indígenas reprimidos por el yugo mexica y españoles es debido a que, para estos pueblos, la derrota del imperio gobernante sólo significaba el cambio de un regente por otro, es decir, un sistema similar al anterior en el que, además, se encontrarían mejor colocados en el nuevo estatus europeo. Si Malitzin y los tlaxcaltecas son traidores, esto es consecuencia del abuso al que fueron sometidos.
El tiempo pasado en el que se encuentra Laura es durante la Caída de Tenochtitlan: “Me acordé de que estaba frente a la casa de mi papá, que la casa estaba ardiendo, que atrás de mí estaban mis padres y mis hermanitos muertos […] Los alaridos y las piedras nos cercaban, pero yo estaba a salvo bajo su pecho” (Garro, 2006, pp. 130-131). Cuando los estragos por el sitio de la ciudad son visibles: “Había muchos muertos que flotaban en el agua de los canales. Había mujeres sentadas en la hierba mirándolos flotar. De todas partes surgía la pestilencia y los niños lloraban corriendo de un lado para otro, perdidos de sus padres” (Garro, 2006, p. 134).
Dentro de la narración de Garro, la protagonista se obsesiona con la lectura de la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, del conquistador Bernal Díaz del Castillo, la cual se redactó alrededor del año 1568; esta obra se da como respuesta a las imprecisiones plasmadas en la Historia de la conquista, de Francisco López de Gómara, confesor de Hernán Cortés, el cual, sin nunca pisar suelo americano, apunta una serie de aseveraciones, según Díaz del Castillo, totalmente falsas que él busca esclarecer.
A partir de la obra del conquistador es que se conoce la visión española de este episodio histórico; compuesta por doscientos catorce capítulos, La historia verdadera sigue siendo una fuente de información sobre los hechos que acontecieron y, es también gracias a esta obra, que Laura parece recordar su vida en Tenochtitlan y, con ella, su traición. Los viajes en el tiempo de Laura se materializan en su vestimenta: la sangre del primo-marido que mancha su vestido, misma prenda que luego es quemada por el incendio de la ciudad, así como las suelas de sus zapatos.
Pese a que se infiere la identidad de la traidora, la autora jamás menciona el nombre de la vida pasada de la protagonista, lo que deja abierto el campo para la interpretación. En este artículo se propone un análisis en el que no es Malinche a quien encarna Laura Aldama, sino a otra mujer, contemporánea de doña Marina y cuya vida tiene múltiples similitudes con ésta: Isabel de Moctezuma.
Doña Isabel de Moctezuma, también Isabel Moctezuma, antes Tecuixpo Ixcaxóchitl o Tecuixpotzin, es hija del último tlatoani mexica, Moctezuma Xocoyotzin. Luego de la muerte de su padre, Isabel y sus hermanos quedan bajo la protección de Hernán Cortés. Con el ascenso del nuevo tlatoani, Cuitláhuac, los españoles sienten la necesidad de abandonar la ciudad de Tenochtitlan debido a que su principal protector, Moctezuma, ha muerto. El 30 de junio de 1520, los españoles salen a escondidas de la ciudad, sin embargo, son sorprendidos y atacados por el ejército tenochca. Durante la huida española de la noche de la victoria mexica, el hermano de Isabel y heredero del trono de su padre, Axayácatl, muere, por lo que ella se convierte en la única hija legítima sobreviviente. Esa misma noche Isabel es recuperada por su pueblo y la importancia de su herencia Moctezuma aumenta.
Todorov (2008) señala que la continuidad es un factor importante dentro de la cultura mexica, al igual que estos buscaron posicionarse como prolongadores de la dinastía olmeca (p. 68), Cuitláhuac, hermano de Moctezuma y nuevo tlatoani, busca unir su mandato con el anterior, por lo que decide casarse con la apenas adolescente Tecuixpo, portadora del linaje Moctezuma. De acuerdo con la tradición, Cuitláhuac decide esperar a que la niña esté en una edad más madura para consumar la unión, pero poco tiempo después, mientras los españoles se reagrupan en Tlaxcala, el tlatoani muere a causa de la epidemia de viruela traída por los españoles que azota Tenochtitlan.
Con la población diezmada, Cuauhtémoc, sobrino de Moctezuma y primo de Tecuixpo, asume el puesto de tlatoani con sólo veintiséis años, según Bernal Díaz del Castillo. Repitiendo la estrategia anterior para legitimar su nuevo cargo, Cuauhtémoc también se casa con su prima Isabel. Así, éste lidera la resistencia al nuevo embate español por el control de la ciudad. Tenochtitlan es sitiada por los españoles y sus aliados durante noventa y tres días, terminando con las últimas defensas. El joven gobernante, en un último intento por proteger a la familia principal, es obligado por sus consejeros a abandonar el lugar en balsa, sin embargo, él, su esposa y una comitiva de treinta personas son alcanzados por el soldado García Holguín y puestos a disposición de Cortés.
Luego de que Cuauhtémoc es capturado, los españoles toman el mando de la ciudad y mantienen separados a los todavía legítimos gobernantes del pueblo mexica, Tecuixpo y Cuauhtémoc. Durante este tiempo ambos son iniciados en un proceso de cristianización y castellanización, en el que son bautizados y reciben los nombres de los reyes católicos, Isabel y Fernando. Pese a estar casados, Cortés no les permite cohabitar, por el contrario, se dedica a interrogar a Cuauhtémoc sobre la localización del supuesto tesoro de Moctezuma hasta la tortura.
“El tormento de Cuauhtémoc” es el episodio histórico en el cual Cortés y sus subordinados ponen los pies del tlatoani, y parte de su séquito real, directo al fuego en busca de más oro. Cuauhtémoc resiste en silencio, para cuando el suplicio termina, las llamas lo han convertido en inválido, mermando su campo de acción como regente. Simultáneamente en las Hibueras, [iii] Cristóbal de Olid, antiguo colaborador de Cortés se rebela en contra de su autoridad como gobernador de la Nueva España, por lo que el capitán general decide emprender una expedición para aplacar su levantamiento. Ya con la expedición en marcha, un Cortés paranoico sobre la posibilidad de otra subversión, decide llevar consigo a Cuauhtémoc, lugar en el que Cortés cuelga al tlatoani [iv] por la supuesta intención de sublevación, lejos de su pueblo en 1525. Tecuixpo, ahora Isabel, no vuelve a ver a su primo-marido vivo.
Viuda de nuevo, Cortés se encarga de encontrarle un nuevo marido español, el encomendero Alonso de Grado, quien también moriría en 1527. Viuda por tercera ocasión, Cortés decide llevarla a su casa, el antiguo palacio de Moctezuma, lugar en el que también vive Malitzin, quien ya tiene un hijo del conquistador, el mestizo Martín Cortés. No obstante, durante esa época en que vive con ellos, es que Cortés cumple una de sus más grandes ambiciones; engendra una hija con Isabel (se desconoce si por imposición o por voluntad de Tecuixpo) y une los apellidos Cortés Moctezuma para la posteridad. Nueve meses después nace Leonor Cortés Moctezuma, mestiza nieta del tlatoani Moctezuma e hija del conquistador Cortés. Sin embargo, Leonor no convive con su madre, sino que, desde una edad temprana, es puesta a cargo del licenciado Juan Gutiérrez de Altamirano, primo de Cortés.
Mientras Isabel está embarazada de la hija de Cortés, se casa con otro marido español; Pedro Gallego de Andrade, con quien procrea a Juan Andrade Moctezuma, a quien reconoce en su testamento como su primogénito. También Pedro Gallego muere en 1530 e Isabel se casa por última vez con Juan Cano con quien engendraría cinco hijos más. En la actualidad la descendencia de los hijos varones sobreviven en España y poseen títulos nobiliarios.
De los cinco matrimonios de Isabel que se conocen, el que se muestra de mayor relevancia para este análisis es el que tiene con Cuauhtémoc. Él nace alrededor del año 1496 y es hijo de Ahuízotl y Tlillacapantzin, hermana de Moctezuma y Cuitláhuac, por lo tanto, Tecuixpo y Cuauhtémoc son primos, él es su primo-marido, como llama Laura a su primer esposo. A partir de esta información es posible interpretar el cuento de Garro a través de la experiencia de Tecuixpo y Cuauhtémoc.
La primera vez que Laura cruza el umbral del tiempo es en el puente blanco del lago de Cuitzeo; “Así llegué en el lago de Cuitzeo, hasta la otra niña que fui” (Garro, 2006, p. 124). El nombre Tecuixpo o Tecuixpotzin, significa “doncella”, lo que le da un carácter infantil a la hija de Moctezuma que al mismo tiempo determina gran parte de su destino como doncella casadera. Por su parte, Ixcaxóchitl significa “flor de algodón” o “copo de algodón”, cuya flor es de color blanco, un color importante dentro del cuento que aparece en el puente de Cuitzeo, en los mosaicos de la cocina, en la tasa de café, en la sal, en el vestido de Laura o incluso en el momento en que el primo-marido le toma la mano y dice: “Está muy desteñida, parece una mano de ellos” (Garro, 2006, p.125) la palidez hace referencia a la blanquitud que Laura adopta en su segunda vida, otro rasgo que comparte con Isabel Moctezuma.
Tecuixpo se mantiene al lado de Cuauhtémoc durante la última defensa de la ciudad, sin embargo, al encontrarse sola en el nuevo mundo se ve orillada a acudir a los españoles, desposar a tres extremeños y procrear seis hijos mestizos. La protagonista del cuento bien podría identificarse con ella al volverse aliada de aquellos que acabaron con su antiguo mundo. La “traición” de Isabel es una quizá vedada en comparación con la que tradicionalmente se le otorga a Marina, pero, en las dos situaciones, ambas mujeres se presentan como víctimas de las circunstancias, debido a que su doble condición marginal, femenina e indígena, limita su capacidad de acción, por lo que hacen lo posible para sobrevivir con lo que poco que les es dado.
Donald Chipman propone una óptica desde la que las acciones de la heredera del imperio mexica son interpretadas como intentos de supervivencia de sus raíces prehispánicas en la nueva sociedad. La vida de Ixtapeltzin [v] se ve plegada de episodios a los cuales debe sobreponerse: la captura y posterior muerte del padre, la huida en la noche triste, el sitio de Tenochtitlan, el aislamiento, el proceso de evangelización, la imposición de maridos, la posible violación de Cortés, el dar a luz a su hija y renunciar a ella y los constantes conflictos por su encomienda, la convierten en un caso ejemplar de la vida femenina durante este periodo. Chipman (2005) señala que: “To adapt and survive in the ‘totaly unprecedent context’ of a dominant European Society, it was necessary for her to undergo rapid Hispanization and learn from the Spanish consorts who were thrust upon her” (p. 58).
Se distingue en Isabel Moctezuma el ejemplo más importante de mestizaje, ya que, con su conversión, Cortés buscaba mandar un mensaje: “Cortés wanted doña Isabel to become a model of Chrstian marriage and demostrate the important difference between base passion and marital ties” (Chipman, 2005, pp. 58-59). No es una coincidencia que ella y Cuauhtémoc hayan sido bautizados con los nombres de los reyes católicos, lo mayores defensores de la cristiandad hasta entonces.
Al igual que Malinche, Isabel Moctezuma utiliza las circunstancias en que se ve envuelta y, de acuerdo con Chipman (1987) de cierta forma asegura la preservación de una pequeña parte del legado mexica participando del mestizaje biológico y cultural, al mismo tiempo que se asegura cierto poder dentro de la nueva organización civil. Su traición consiste en abrazar la forma de vida a la española luego de la caída de Tenochtitlan: “Mi marido había contemplado por la ventana mi traición permanente” (Garro, 2006, p.133) es decir, una sumisión total ante el Nuevo Mundo propuesto por el enemigo.
Otro rasgo de la obra de Garro que hace alusión a Isabel Moctezuma es el hecho de que el segundo encuentro entre Laura y el primo-marido sea a las afueras del café Tacuba, el lugar en sí no implica mucho, pero sí el hecho de que se evoque este nombre. En algún momento Tacuba, antes Tlacopan, junto con Texcoco y Tenochtitlan conformaban la Triple Alianza Mexica, posteriormente, Tacuba se convierte en la encomienda más grande de la Nueva España, la cual es otorgada a Isabel Moctezuma por Hernán Cortés en 1526 como dote matrimonial por su casamiento con Alonso de Grado. En el relato, el café de Tacuba situado en el centro histórico de la Ciudad de México, es otro de los lugares en que se reúnen Laura y su primo-marido.
En este personaje, al que no se le da un nombre propio en la narración, se pueden distinguir rasgos propios de Cuauhtémoc, quien al comandar la última defensa del imperio mexica se transforma en un mito, en el símbolo de lo indígena. Razón por la que durante el siglo XIX su figura tiene un gran auge que sirve de inspiración para los románticos quienes buscaban inspiración en la nostalgia del pasado o el hecho de que todavía en el año 2021 el Gobierno de México utilizara su imagen y la de Tecuixpo como símbolos conmemorativos de la resistencia indígena.
Luego de la caída de Tenochtitlán, con Cortés en el poder, Tecuixpo busca adecuarse a las nuevas formas de vida, Cuauhtémoc es lo último que le queda de su vida pasada. Pese a que viven separados son bautizados juntos, entonces se puede asumir que el sentimiento que tienen al reencontrarse es el mismo que tiene Laura cuando vuelve a ver a su primo-marido y dice: “No pude decirle que me había casado, porque estoy casada con él” (Garro, 2006, p. 125). Su vínculo persiste más allá de la destrucción de la ciudad, de la guerra, de la evangelización, del tiempo y de la muerte. Octavio Paz propone una idea en torno a Cuauhtémoc:
El mexicano venera al Cristo sangrante y humillado, golpeado por los soldados, condenado por los jueves, porque ve en él la imagen transfigurada de su propio destino. Y esto mismo lo lleva a reconocerse en Cuauhtémoc, el joven emperador azteca destronado, torturado y asesinado por Cortés (Paz, 1990, p. 75).
La percepción que se tiene sobre él es la de un líder sacrificado, el capitán que se ahoga con su barco. Cuando Laura dice: “él es lo contrario de mí: no tiene miedo de morir y no es traidor” (Garro, 2006, p. 125) inmediatamente se piensa en la figura este héroe trágico cuyo nombre significa “águila que desciende”, es decir, que muere lejos de su esposa, defendiendo a su pueblo y a sus secretos hasta las últimas consecuencias. Su representación es equiparable a la de un mártir que, pese al dolor físico, continua en la batalla. La imagen del primo-marido es similar; una mano cortada, el pelo sucio por el polvo, la herida sangrante del hombro y el escudo perdido, son signos de su continua batalla durante más de cuatro siglos que tardan en reencontrarse.
Asimismo, se puede percibir una estrecha relación entre Cortés y lo que simbólicamente representa, con el marido de Laura, Pablo. Él es un político cuya ferviente admiración por el presidente Adolfo López Mateos es evidente. De igual manera, Cortés es un conquistador del que su interés principal es la política y cuya misión primera es ganarse el favor del emperador español Carlos V. Aunque Hernán Cortés no fue marido de Isabel Moctezuma, sí concibieron una hija, Leonor Cortés Moctezuma y, durante gran parte de la vida de Isabel, ejerció dominio en su vida como la de un amo.
La concepción de Leonor Cortés Moctezuma sigue siendo un enigma: ¿fue una unión consentida o fue un abuso? La actitud de Cortés sobre el mestizaje es visionaria; al tener una hija con la descendiente de Moctezuma, logra que sus apellidos se vinculen para siempre. El hecho de que la hija de esta unión se quede fuera del testamento de su madre le abona a la creencia de que el hecho haya sido producto de una violación. Las imposiciones que padece Isabel Moctezuma por parte de Cortés son otro claro rasgo de violencia, tal como los golpes que Pablo le infringe a Laura. Esta dinámica de violencia es el eje central de la narración, la intención de la autora es denunciar la violencia que la mujer padece desde la época prehispánica hasta la fecha. El hombre violento, sea español o mestizo, pierde admiración; “Ahora he aprendido a no tenerle respeto al hombre” (Garro, 2006, p. 126) aquí Laura deja ver que en algún momento conoce hombres a los que respeta, a los que no se atreve a mirar a los ojos, como era la costumbre con los tlatoanis.
Se puede apreciar que la vida de Isabel Moctezuma es una altamente compleja marcada por el constante cambio e incertidumbre sobre su futuro; es utilizada como objeto de legitimización, primero por su propio pueblo y más tarde por los españoles, sin embargo, ella no es la única que padece en carne propia las decisiones de los hombres durante esta guerra, sino que existe un claro paralelismo entre su vida y la de Malitzin.
La figura de doña Marina ha contado con gran relevancia desde la época de conquista, no obstante, a partir del siglo XIX su nombre recibe un tratamiento de “traidora” que llega a su cúspide con Octavio Paz (1990) en El laberinto de la soledad, al referirse a la figura de la Chingada: “La Chingada es la Madre abierta, violada o burlada por la fuerza […] Su pasividad es abyecta: no ofrece resistencia a la violencia, es un montón inerte de sangre, huesos y polvo” (pp. 72-77). Este discurso en el que se culpa a la víctima del crimen se asocia con la Malinche:
El símbolo de la entrega es Doña Malinche, la amante de Cortés […] Doña Marina se ha convertido en una figura que representa a las indias, fascinadas, violadas o seducidas por los españoles. Y del mismo modo que el niño no perdona a su traición a la Malinche. Ella encarna lo abierto, lo chingado, frente a nuestros indios, estoicos, impasibles y cerrados. Cuauhtémoc y doña Marina son así dos símbolos antagónicos y complementarios (Paz, 1990, pp. 77-78).
Bajo esta perspectiva no es solamente doña Marina quien encarna los atributos de la Chingada, sino también Isabel Moctezuma y un sinnúmero de mujeres indígenas que se vieron involucradas, por elección o imposición, en el proceso de mestizaje. Además, la posibilidad de que efectivamente Hernán Cortés violara a Isabel Moctezuma se consolida con el hecho de que la hija de Moctezuma no menciona nunca a Leonor Cortés y el que no la contemplara en su testamento, mientras que Cortés, por su parte, obtiene una bula papal que legitima a Leonor como su hija. Pese a sus semejanzas, no deja de sorprender la enorme disparidad bajo la cual son analizadas las acciones de Marina y de Isabel, pero no por eso deja de ser un rasgo característico del pensamiento general que se tenía de Malitzin hasta entonces. Elena Garro retoma este discurso sobre la traición de Malinche al pueblo mexica y le concede derecho de réplica. El parecido entre sus recorridos arroja un nuevo cuestionamiento: ¿Por qué, si ambas ceden ante el poder hispánico y se benefician dentro del nuevo orden, Isabel no es despreciada como sí lo es la Malinche? Existe un claro favoritismo hacia la hija de Moctezuma. Mientras que, para la insurrección mexicana a principios del siglo XIX, Malitzin se convierte en un chivo expiatorio, la figura de Isabel Moctezuma es silenciada dentro del trato especial que el pasado prehispánico recibe por parte del romanticismo. Isabel, al estar más alto dentro de la jerarquía, no recibe el desprecio que recibe Marina, esto bien puede deberse a su posición de heredera legítima del trono mexica. Como afirma Iris de Benito Mesa (2019), tanto de Isabel, como de Marina: “No se conserva muestra alguna de su voz, ningún documento histórico que narre los hechos desde su óptica. Así, la Malinche queda definida en tanto a lo que otros cuentan de ella” (p. 371). La tradición decide enfrentar a dos figuras que, pese a que ambas se movían en círculos sociales similares, sus posiciones eran totalmente distintas, pero, aun así, el destino de ambas fue decido por otros.
Mientras que Isabel vive toda su vida dentro de la corte mexica, bajo la protección que su apellido le daba, Marina es vendida por su madre como esclava y alejada de la tierra que la vio nacer. Ya con la llegada de los españoles, Marina goza de una supuesta libertad que su posición de esclava liberada le permite, entretanto, Isabel vive bajo rígidas normas y se le impone un destino que debe cumplir como heredera de su linaje. Al final de sus vidas, Isabel y Marina se casan con encomenderos españoles y terminan como sobrevivientes a la ambición de un hombre que dispone de ellas como fichas de ajedrez. Debido a que, a diferencia de la figura de Marina, la figura de Isabel Moctezuma no fue percibida como una traidora, ésta se sumió dentro de lo que María Cristina Pons (1996) denomina un “silencio literario” (p. 28), es decir, esos espacios, faltantes o, en palabras de Noe Jitrik (1995), “lagunas” (p. 70) que propician la ficcionalización de personajes y acontecimientos históricos, del que Isabel Moctezuma sólo salió por su relación con la figura de Cuauhtémoc y el gran auge del siglo XIX ya mencionado.
La figura de Isabel Moctezuma es interpretada de diversas maneras a través de los años. Así como en el siglo XVI es percibida como la adecuación de las culturas mexica y española, sus hijos, aunque mexicanos, viven y mueren como españoles en España. También se le ve, junto con la Malinche, como una promotora del mestizaje y madre de una nueva raza en la que dos culturas se fusionan y, en los últimos años, como símbolo de la resistencia indígena contra el extranjero invasor, guardiana de los secretos y tradiciones de las culturas prehispánicas.
En 2016 Rosa María Grillo publica el artículo “Una princesa azteca: Tecuichpotzin Ichcacochitzin – Isabel de Moctezuma”, en este texto la autora realiza una comparación de fuentes históricas y literarias para crear un perfil biográfico de Isabel Moctezuma. Los textos citados por la autora son Guatimozín (1846), de Gertrudis Gómez de Avellaneda, Cuauhtémoc (1967), de Salvador Novo, Águila Real (1992), de Hugo Argüelles, Isabel Moctezuma, la última princesa azteca (1946), de Sara García Iglesias, Memorias de Isabel de Moctezuma (1997), de José Miguel Carrillo de Albornoz e Isabel Moctezuma (2008), de Eugenio Aguirre. Al igual que Chipman, Grillo equipara en relevancia cultural el papel de Isabel Moctezuma con el de la Malinche y supone que, eventualmente, su figura cobrará mayor relevancia. Posteriormente, en 2022, Laura Martínez-Belli, publica La otra Isabel y concluye, hasta ahora, con las novelas centradas en este personaje. [vi]
La tradición literaria en torno a Isabel Moctezuma está claramente influenciada por la que se recrea antes sobre Malinche y esta misma tradición es la que permite resignificar la historia. En un momento Laura dice: “Allí supe, Nachita, que el tiempo y el amor son uno solo” (Garro, 2006, p. 125). Su afirmación guarda el concepto que Garro tenía de la historia, es decir, aquello que, como el amor y el tiempo, se repite una y otra vez, que guarda explicaciones sobre el presente y que, también, está abierta a nuevas reflexiones. No hay forma de calificar estas versiones de la historia como verdaderas o falsas, sino que son interpretaciones de un hecho histórico que corresponden al lugar y época desde el que se enuncian y que, en ocasiones, hablan más del presente desde el que se emite que del pasado que recupera.
Alemany Bay, Carmen (noviembre 2007). Recuento de las aportaciones de las narradoras latinoamericanas a la historia colonial. América sin Nombre, No. 9-10, pp. 7-11.
Benito Mesa, Iris de (junio 2019), “(No) me declaro culpable”. La conquista de la voz en La culpa es de los tlaxcaltecas, de Elena Garro. Mitologías hoy. Revista de pensamiento crítico y estudios literarios latinoamericanos, Vol. 19, pp. 369-382.
Chipman, Donald E. (1987). “Isabel Moctezuma precursora del mestizaje (Nueva España Siglo XVI)”. En Sweet, David G. y Gary B. Nas (coomps), Lucha por la supervivencia en América colonial, (pp. 253-262). Ciudad de México: FCE.
Chipman, Donald E. (2005). Moctezuma’s children. Aztec Royalty under spanish rule, 1520-1700. Austin: University of Texas Press.
Garro, Elena (2006). La semana de colores. Ciudad de México: Porrúa.
Glantz, Margo (2001). La Malinche, sus padres y sus hijos. Ciudad de México: Taurus.
Grillo, Rosa María (2016). “Una princesa azteca: Tecuichpotzin Ichcacochitzin – Isabel de Moctezuma”. Confluenze: Rivista di Studi Iberoamericani, Vol. VIII, No. 2, pp. 231-253.
Jitrik, Noé (1995). Historia e imaginación literaria. La posibilidad de un género. Buenos Aires: Biblos.
Paz, Octavio (1990). El laberinto de la soledad. Ciudad de México: FCE.
Pons, María Cristina (1996). Memorias del olvido: Del Paso, García Márquez, Saer y la Nueva Novela Histórica en América Latina. Ciudad de México: Siglo Veintiuno Editores.
Todorov, Tzvetan (2008). La conquista de América: el problema del otro. Ciudad de México: Siglo Veintiuno Editores.
[i] Algunas de las autoras y sus obran son Malinche, de Laura Esquivel, Amor y Conquista. La historia de Malinalli mal llamada la Malinche, de Marisol Martín del Campo y La verdadera historia de la Malinche, de Fanny del Río. El eterno femenino, de Rosario Castellanos, Águila o sol, de Sabina Berman, La Malinche en: “Dios T.V.”, de Jesusa Rodríguez, El sueño de la Malinche, de Marcela del Río y Malinche/Malinches, de Juliana Faesler.
[ii] Esta resignificación del papel de doña Marina en el proceso de conquista es propuesta por Margo Glantz en el ensayo “Malinche: la lengua en la mano” contenido en el libro Malinche, sus padres y sus hijos (2001).
[iii] En la actualidad Honduras.
[iv] Existen discrepancias sobre la forma en que murió Cuauhtémoc. Algunas fuentes afirman que su cabeza fue cortada y clavada en una ceiba, la más popular es que fue colgado en una ceiba. La mayoría de los cronistas coinciden en que su muerte fue un error por parte de Cortés.
[v] Así fue denominada por los siervos de su encomienda quienes le rendían honor como legítima gobernante del imperio mexica. Es la adecuación al náhuatl de Isabel y el apelativo tzin, que implica respeto.
[vi] En 2010 fue publicado el libro para niños Copo de algodón, de María García Esperón e ilustrado por Marcos Almada, el cual retrata la los primeros años de vida de Tecuixpo y la llegada de los españoles a Tenochtitlan desde una óptica infantil. Isabel Moctezuma también es mencionada en dos libros, El caballo y la espada (2020), y La flor y la espina (2022) de la trilogía de ficción histórica de Oswaldo Aguilar Huey Tlatocayotl.