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Revista Digital de la Unidad Académica de Docencia Superior,
Universidad Autónoma de Zacatecas, ISSN: 2594-0449.

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Publicaciones

Acercamiento y reflexiones en torno al filosofar poético de María Zambrano por Eduardo Solano Vázquez

Enero-julio 2024, número 30.
"Aire sin tiempo". Técnica: Óleo. 60 x 80 cm.

Solano Vázquez, Eduardo. (2024). Acercamiento y reflexiones en torno al filosofar poético de María Zambrano. Revista digital FILHA. Enero-julio. Número 30. Publicación semestral. Zacatecas, México: Universidad Autónoma de Zacatecas. Disponible en: http://www.filha.com.mx. ISSN: 2594-0449.

Eduardo Solano Vázquez. Mexicano. Doctor en estudios Latinoamericanos. Docente del departamento de Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad de Guadalajara. Sus líneas de investigación se concentran en la filosofía e historia de las ideas de la región. Contacto: pumalibro@hotmail.com Orcid: https://orcid.org/0000-0002-3038-0142

 

ACERCAMIENTO Y REFLEXIONES EN TORNO AL FILOSOFAR POÉTICO DE MARÍA ZAMBRANO

Approach and reflections on the poetic philosophizing of María Zambrano

 

Resumen: Leer la obra de María Zambrano es pertinente porque detecta el peligro que trae consigo el dogmatismo y el poder en cuanto generador de violencia, la historia del ser humano no puede zanjar ese peligro, pero sí puede ser contrarrestado crítica y creativamente. Ahora bien, el escrito ofrece un panorama general de los aportes teóricos de Zambrano, además de reflexiones que hacen constar la actualidad del pensamiento de María. Asimismo, se hizo una lectura de carácter hermenéutico que partió de lo político y así, se pudo discernir el modo de filosofar de Zambrano. El escrito culmina expresando que el filosofar poético de María es esperanzador porque invita al ser humano a no abandonar su vocación de proyectarse y superar los peligros de los dogmatismos y el poder.

Palabras Clave: libertad, sueño, esperanza, pensamiento, racionalismo.  

Abstract: Reading the work of María Zambrano is pertinent because it detects the danger that dogmatism and power bring with them as a generator of violence. The history of human beings cannot resolve this danger, but it can be critically and creatively counteracted. Now, the writing offers a general overview of Zambrano's theoretical contributions, in addition to reflections that demonstrate the relevance of María's thought. Likewise, a hermeneutical reading was made that started from the political, and thus, Zambrano's way of philosophizing could be discerned. The writing ends by expressing that Mary's poetic philosophizing is hopeful because it invites human beings not to abandon their vocation to project themselves, and thus, overcome the dangers of dogmatism and power.

Keywords: freedom, dream, hope, thought, rationalism.

 

“No puede ser acusado un filosofar por extraer una esperanza-

aunque no pueda verificarse aquí- del abismo del terror originario”

María Zambrano. Claros del bosque

 

Introducción

El filosofar de María Zambrano sigue convocando y no sólo por la claridad de su escritura, sino por la importancia de los temas que aborda. En otras palabras, leer a Zambrano es asistir a un momento sublime, además lo que sugiere es audaz, por ejemplo: el racionalismo no es la única manera de pensar, así previene a sus lectores ante el dogmatismo y eso también es encomiable para la razón, pues le permite desenvolverse e inquirir permanentemente acerca de las cosas y no dar algo definitivamente por sabido.

El texto que se presenta indica a grosso modo la constitución del pensamiento de la filósofa malagueña, además de acompañar lo expuesto con reflexiones y preguntas. Asimismo, este escrito quiere hacer constar la relevancia que el filosofar de Zambrano tiene para el tiempo presente, por supuesto que no se trata de repetir a María, ya que de hacerlo se estaría incurriendo en el dogmatismo. Sin embargo, al tratarse de un texto de acercamiento y no de análisis es imposible no dejarse acompañar por las peticiones y las esperanzas que el pensamiento de María expresa.

El artículo está conformado por tres tópicos: el primero aborda la cuestión de lo político en el pensamiento de Zambrano y ahí se comprende el condicionamiento e importancia de los sucesos históricos en el filosofar de María. En este sentido, se hizo asequible el segundo apartado que versa sobre los sueños, puesto que fue expuesto y reflexionado a través de las referencias históricas, políticas y existenciales ofrecidas en el primer apartado. Al contar con el tópico político y el de los sueños, ya se tuvieron las condiciones para dilucidar el modo de filosofar de María, éste no está inmerso en abstracciones, sino que da cuenta de lo que le sucede al ser humano, sin embargo, está lejos de ser un pensamiento salvífico y milenario, aunque sí es esperanzador en tanto que confía en el renacimiento y proyección del ser humano, éste puede ser objeto de determinismos y violaciones, pero su propensión a la libertad le permite replantearse lo que quiere para sí.

 

Lo político en el pensar de María Zambrano

El siglo XX fue catastrófico, Occidente experimentó en sí mismo lo que otros pueblos y culturas habían experimentado por lo menos en los quinientos años previos, esto es, la destrucción de su realidad y el relego de sus sueños. Ahora bien, ante la catástrofe suscitada por los totalitarismos, María Zambrano no se deja arropar por el nihilismo y a pesar de las situaciones de suyo apremiantes y dolorosas, asume la tarea de clarificar lo que ocurre. Clarificar las situaciones no implica que lo dicho respecto a ellas sea concluyente, en primera instancia es problemático y esperanzador; es decir, Zambrano piensa y cuestiona, pero con la esperanza de que el futuro no replique al pasado. [i]

Zambrano es una pensadora de lo creador, de ahí que no rehúye a lo espontáneo, su texto Horizonte del liberalismo, ha sido escrito a partir de la espontaneidad, sin que ello signifique superfluidad. Lo espontáneo le permite a María distanciarse del dogmatismo, éste da certezas a diestra y siniestra, pero la seguridad perenne respecto a lo que se sabe es contraproducente para pensar lo nuevo e inesperado. Nadie esperaba los monstruos de la razón en el seno de Occidente, porque el mal siempre se desea para los otros, los de afuera. Ahora bien, ¿qué hacer cuando el mal se incrusta en uno mismo?:

 

Será revolucionaria aquella política que no sea dogmática de la razón, ni tampoco de la supra-razón; y creerá más en la vida, más en la virtud de los tiempos que en la aplicación apriorística de unas cuantas fórmulas, expresadas con exigencia de perennidad; la que se considere renovable por el caudal inmenso de la realidad, nunca exhausta (Zambrano, 2020:212).

 

María apela a una revolución creadora que necesita de la libertad del individuo, la filósofa no se fía de la revolución en clave marxista en tanto que el régimen de Stalin forma parte de los totalitarismos, éstos quieren deshacerse del individuo, les basta la masa para funcionar. Por otro lado, la libertad y el individuo en Zambrano requieren de la ética para que se proyecten horizontes en donde el objetivo no sea socavar a la persona y tampoco disolver la convivencia social, en ese sentido, el pensamiento de la alumna de Ortega y Gasset no avala al capitalismo, por más desacuerdos que tenga en torno al marxismo.

Al pasado le basta el recuerdo para retornar, pero el futuro requiere de la creación, de ahí que un presente creativo (revolucionario) es primordial para mantener la esperanza ¿es posible mantener la esperanza en situaciones catastróficas? ¿se puede amar la vida en el clímax del dolor? Al recrear el personaje de Antígona, María Zambrano hace una pedagogía de lo vital, pues narra y ejemplifica que a pesar de la adversidad por la que atraviese la persona, ésta puede salir avante y superar los reveses:

 

Lo más humano del hombre, al menos como se nos sigue apareciendo hoy, es la conciencia. Y es la conciencia la que alumbra Antígona, la aurora que reitera en cada una de sus reapariciones […] Hay que subir siempre. Eso es el destierro, una cuesta, que se sube siempre y, por ancho que sea el espacio a la vista, es siempre estrecha. Y hay que mirar, claro, a todas partes, atender a todo como un centinela en el último confín de la tierra conocida. Pero hay que tener el corazón en lo alto, hay que izarlo para que no se hunda, para que no se nos vaya. Y para no ir uno, uno mismo, haciéndose pedazos (Zambrano, 1986a: 225-260).

 

La conciencia es prescindible en una sociedad masificada y gobernada por el poder totalitario y tecnificado. Así pues, nadie nombra y menos se fía de la conciencia cuando es el aparato técnico el que hace funcionar la sociedad, la técnica enajena al ser humano respecto a sí mismo. Por otro lado, si bien es cierto que el destierro es pertinente en la situación en donde la gente es expulsada de su comunidad, no se fuerza en extremo el símil entre la enajenación y el destierro considerando que la técnica expulsa al ser humano del presente, impidiendo que manifieste su capacidad de decidir. La cancelación del futuro empieza con la censura de las decisiones, los que transgreden la censura vislumbran un futuro promisorio, esperan creativamente el advenimiento del mañana, es decir, no dejan de intervenir y cuestionar al poder. Esperar el futuro no implica rehuir del presente, no se trata de la quietud, sino del vivir que tiene que soñar futuros permanentemente para no dejarse aniquilar por el poder.

La espera tiene un halo de cristianismo, él no puede ser zanjado ipso facto, puesto que ha constituido el horizonte de Occidente por más de dos mil años. María Zambrano espera que Europa resurja, de ahí que sostenga que no ha muerto, sino que únicamente está en agonía ¿quién puede asegurar que al hacer resurgir al agónico las situaciones cambien? ¿por qué apostar por la resurrección de Europa si a pesar de sus ideales libertarios y democráticos no ha podido evitar la destrucción propia y ajena? En las situaciones apremiantes parece que sólo hay dos opciones, resignarse o esperar mejores tiempos:

 

Europa no ha muerto, Europa no puede morir del todo; agoniza. Porque Europa es tal vez lo único- en la Historia- que no puede morir del todo; lo único que puede resucitar. Y este principio de resurrección será el mismo que el de su vida y el de su transitoria muerte (Zambrano, 1988: 26).

 

El pensamiento de la resurrección es libertario considerando que la época en la que es enunciado, la muerte era suscitada por el poder totalitario. La resurrección en Zambrano no es una predicación desde el púlpito, sino la expresión esperanzadora en medio de la catástrofe, el destierro y la enajenación. En este sentido, sólo quienes no han vivido situaciones desoladas pueden jactarse de jamás haber invocado a los dioses, éstos no son históricamente reales, pero en la desolación creer en algo que otorgue sentido a lo que se emprende no es descabellado. Las creencias no son las que deben ser liquidadas, sino las idolatrías, la filósofa es consciente de ello, tan es así, que a pesar de apostar por el resurgimiento del individuo-persona, no deja de señalar que el individualismo tiene que ser superado. [ii]

Zambrano sugiere en su texto Persona y democracia. El sueño sacrificial que, “nada en demasía”, por tanto, si bien espera la recuperación de la libertad, la persona y la democracia en cuanto valores rescatables del Occidente agónico, sabe que el individualismo impide el amor y la convivencia social, no se puede amar y tampoco convivir cuando los otros no son preocupaciones para el sí mismo. Es decir, sólo cuando se quiere que los demás gocen de lo que uno tiene se está en condiciones de amar y encontrarse con ellos ¿recuperar la libertad y la persona es únicamente un sueño? ¿y si soñar no fuera escapar de la realidad, sino irrumpir creativa y críticamente en ella?

El sueño es dable a partir del tiempo, aunque aquél lo trascienda con los proyectos y las creaciones. Así pues, se puede decir que los sueños son históricos a pesar de que al ser humano le sobrevengan mientras se aleja del aquí y ahora, aunque hasta para enunciar hipótesis y teorías científicas es necesario alejarse por un momento del presente. Por otro lado, María apunta hacia una historia que se deshaga de la tragedia, ya que no es necesario el suplicio para continuar viviendo, además no se puede esperar la buena nueva a costa de un presente trágico:

 

Parece ser simplemente que el hombre occidental a partir de Roma ha cifrado su ser en la historia, ha creído en ella, no solamente la ha hecho como les ha sucedido a todos los hombres habidos y por haber, sino que ha querido hacerla. Y lo ha querido absolutamente. Es este absoluto el que hay que despejar o disolver para que nuestra historia, inevitablemente dramática como historia que es, deje de ser trágica; pues la tragedia desaparece cuando se ha sabido trazar un límite al ímpetu, al entusiasmo, a la voluntad (Zambrano, 2004a: 55).

 

La historia no es trágica en sí, lo que ha ocurrido es que Occidente omitió de su horizonte de sentido el “nada en demasía”. Ahora bien, basta preguntar a los pueblos fuera de sus fronteras lo que el espíritu racionalista, libre y conquistador ocasionó, a partir de escucharlos es posible comprender que lo sucedido en el siglo XX no fue una casualidad, sino parte del modus operandi de la civilización occidental, sólo que no se había devastado a sí misma, por tanto, le era imposible hacerse consciente de lo siguiente: a pesar de la moral cristiana en la que sostenía sus “descubrimientos” y “conquistas”, lo que hizo fue destruir a los otros en lugar de amarlos y convivir con ellos, sin importar que sus creencias le indicarán: “amar al prójimo como a ti mismo”, ¿son necesarios los dioses en general y el cristiano en particular para hacer el bien? ¿y si fuera necesaria la muerte del Occidente conquistador y totalitario para que el ser humano conviva y sea amoroso?

Zambrano no quiere la muerte de Occidente, pero tampoco busca la repetición del pasado, ella sueña con un futuro sin tragedia en donde el ser humano importe en tanto persona ¿no es el sueño de la filósofa lo que un siglo después se sigue anhelando para la realidad histórica-política en Occidente y más allá de sus fronteras? La persona en cuanto individuo libre desmonta la uniformidad del estilo de vida de la sociedad posliberal o del consumo y así, hace patente la diversidad que los absolutismos quieren borrar para siempre de la historia. Despersonalizar al ser humano hasta convertirlo en parte de la masa o en un solitario, ambos procedimientos son idóneos para los absolutismos de ayer y hoy: “Ser persona activamente exige esta atención constante al cambio de las situaciones vitales y una acción en consecuencia. Y esta acción es, a veces, una corrección. Sólo la persona puede corregirse a sí misma” (Zambrano, 2004a: 204). Pareciera que no se ha salido de la hecatombe, pues el ser humano se ha olvidado de ser persona y no porque haga constantemente el mal, sino porque le da lo mismo lo que ocurre a su alrededor.

La sociedad tecnificada in extremis ha disuelto al yo, la voluntad y la confianza en los proyectos a futuro se ha valido de determinados acontecimientos históricos para presentar una imagen distorsionada del mundo. Es decir, le ha comunicado y mostrado al ser humano que cuando ha intervenido en la historia lo único que ha ocasionado es el mal, por lo que es necesario que deposite su confianza y expectativas en la tecnocracia, si lo que desea es el bienestar y la paz. Empero, aunque los hechos sostienen que el mal es ocasionado por la libertad de decidir y actuar del ser humano, también esa libertad lo ha llevado a decidirse por hacer el bien.  Así pues, no se puede determinar lo que el ser humano ha de llegar a ser, no es que sea proclive al mal o al bien per se, las situaciones van requiriendo decisiones y acciones específicas, en ese sentido y viendo el mundo desde los ojos de Zambrano, no queda más que confiar en que el ser humano en cuanto persona libre se decida permanentemente por el bien y además aspire a crear una sociedad democrática y amorosa. [iii]

 

El sueño en el pensar de Zambrano

El pensamiento de Zambrano al abordar los sueños no se decanta por la metafísica, lo cual es entendible considerando que, los acontecimientos históricos condicionan el filosofar de María. Al pensar los sueños, Zambrano no se desentiende de la realidad, puesto que clama por un sueño que despierte. Únicamente al despertar el ser humano puede albergar y concretar sus esperanzas. Asimismo, si se parte de lo obvio, soñar es un acto posibilitado por el descanso, éste es necesario para poder reanudar, quien no descansa le es imposible estar alerta y captar la novedad.

La filósofa-poeta evocando una expresión que Zambrano usa en su texto Los bienaventurados, se propone pensar el sueño en cuanto fenómeno, lo que aparece y está ahí para ser captado-descifrado es de suyo un indicio de algo. María no suscribe una analítica del sueño a la Sigmund Freud, ya que el sueño para ella se relaciona con la esperanza. [iv] Así pues, para la filósofa no se trata de depurar la conciencia, sino de despertarla, y así, el ser humano pueda continuar siendo un ser de proyectos esperanzadores:

 

No existiría el soñar si la vida no fuese inicialmente sueño. Si no viniésemos del sueño y si vivir no fuese ir despertándose, si la humana acción no estuviese dada por sucesivos despertares. Y si el soñar, primario, inicial soñar, no fuese ya un despertar, un no poder sufrir el simple sueño, el sueño mortal (Zambrano, 1992: 50).

 

El sueño y la vigilia interactúan mientras el ser humano es afectado por el tiempo, la afirmación no suma al caudal de conocimientos que conforman y enorgullecen a Occidente en cuanto cultura del logos. Empero, si es posible sostener que el sueño no abandona al ser humano mientras se encuentra en el tiempo, entonces, las preguntas van a trastocar los cimientos de la cultura del logos. Es decir, si el sueño ha permitido al ser humano soportar la realidad y existir en ella, eso quiere decir que una razón apegada a los datos y los hechos no se manifiesta permanentemente, por lo cual es oportuno preguntar ¿por qué Occidente quiere conjurar los sueños y además insiste en analizar y depurar la conciencia?

El sueño es atemporal, aunque sólo sueña el ser que se apropia del tiempo. No hay contradicción, pues se trata de momentos que constituyen el vivir del ser humano. Con el sueño se suspende el vivir, pero no se cancela y menos se aniquila ¿cómo asimilar lo soñado cuando vivir reclama estar alerta? Quien se queda asimilando se rezaga, por lo menos eso es así en la sociedad moderna, misma que ha acelerado el ritmo de vida, por tanto, decir me he quedado asimilando lo soñado anoche, implica ser considerado un desfachatado o peor aún un improductivo. Así pues, no es que el ser humano no sueñe, lo que sucede es que debido a la manera bajo la cual funciona la sociedad tomarse el tiempo para sí es el acabose:

 

La realidad ofrecida en los sueños es, sin embargo, una realidad fenoménica de nosotros mismos, porque en ellos se muestra nuestra vida como puro fenómeno al que asistimos. El estado de sueño es el estado inicial de nuestra vida, del sueño despertamos; la vigilia adviene, no el sueño. Abandonamos el sueño por la vigilia, no a la inversa […] En los sueños, pues, se manifiestan como teorema los lugares de la persona, los «ínferos» de la vida personal, de donde la persona ha de salir a través del tiempo; en el ejercicio de la libertad (Zambrano, 1986b:14-65).

 

La palabra es libertad para María, de ahí que considera importante contar los sueños, ponerlos en el tiempo a través de la palabra. Colocar en el tiempo lo que en esencia es atemporal, eso no obedece a la lógica, pero halla su lugar en el mundo, si no se desentiende que la palabra es libertad, ésta es transgresora del orden y siempre se encuentra en la búsqueda de horizontes que le permitan no sólo expandirse, sino también realizarse. La libertad tiene que realizarse, no es un atributo para contemplar; los artistas son los que usan con frecuencia la libertad y le comunican al mundo que es posible ir más allá de lo percibido y experimentado, el artista en cuanto tal puede vivir bastándose a sí mismo. No obstante, los demás se necesitan, de ahí que no pueden inventarse un mundo a imagen y semejanza, cuando eso ha sido intentado se han producido horrores, por ejemplo, los totalitarismos del siglo XX, pero la lección no ha sido aprendida y se sigue aterrorizando al ser humano, el delirio se coloca por encima de los sueños.

María Zambrano sabe que el sueño sin despertar propicia el desquicio, porque es el tiempo y la realidad histórica los que permiten al ser humano ser libre y darse un proyecto. El delirio es el desquicio y está relacionado con las pesadillas, lo siniestro y horroroso. El que delira no puede hablar, carece de palabra y se rompen las mediaciones, así la destrucción se convierte en lo próximo y factible. El delirio no es propio de culturas incultas e irracionales, los racionalismos con frecuencia pierden la medida del mundo y se ensimisman, en la ausencia de contacto con el afuera creen que todo es lo mismo. Es decir, el racionalismo ensimismado y delirante es incapaz de captar las diferencias, porque para él todo se reduce a sí mismo:

 

La conciencia se cansa, decae y la vida del hombre, por muy consciente que sea y por muy amante del conocer, no está empleada continuamente en ello […] Sobreviene la angustia cuando se pierde el centro. Ser y vida se separan. La vida es privada del ser y el ser, inmovilizado, yace sin vida y sin por ello ir a morir ni estar muriendo (Zambrano, 1986c:15-57).

 

Que la conciencia se canse no es una fatalidad, puesto que ella está ceñida a un cuerpo, éste se mueve y cada movimiento lo va agotando, además al moverse de lugar va dejando de ver cosas y situaciones, de ahí que le sea imposible conocer con exactitud el todo, pero la imposibilidad no es por falta de sagacidad, sino porque cada movimiento lo arranca del lugar en donde creía que iba a echar raíces. El conocer es un acto, por más que después se presente en un corpus de saberes que lo hace susceptible de dogmatizarse. No se trata de abjurar de la conciencia, el conocimiento y el saber, pero es necesario que se asuma lo diverso, eso es lo que clama la filósofa que ha presenciado el colapso del mundo suscitado por los totalitarismos políticos y absolutismos del pensamiento.

Zambrano dice en su Claros del bosque que el ser humano sufre por no haber asistido a su creación. El origen merodea y aturde la conciencia, al no poder dar cuenta del principio de los tiempos se recurre a su invención. Ésta con frecuencia se mitifica, en vez de fungir como lo que es, un puente que permite al ser humano transitar. La mitificación del origen desquicia la conciencia y hace que el ser humano se olvide del tiempo.

El tiempo en cuanto ausente de la conciencia también imposibilita el soñar, por más que sea atemporal. Es decir, sin tiempo la conciencia deambula porque carece de pauta y medida, al no poder dar cuenta de lo que se percibe y experimenta también es imposible hacerse una imagen de ello. Los sueños son imágenes que se insertan en la conciencia, las cuales son vistas cuando se reposa. El olvido del tiempo le arrebata al ser humano la posibilidad de superarse, pues ya no se proyecta. Sin tiempo el ser humano es al entender de Zambrano un desterrado del mundo, además en la imposibilidad del sueño la filósofa ve un peligro, ya que sin sueños es difícil sacudir el mundo: “No hay experiencia de la vida sin ser, tal como se asiente incontrovertiblemente. La experiencia es desde un ser, este que es el hombre, este que soy yo, que voy siendo en virtud de lo que veo y padezco y no de lo que razono y pienso” (Zambrano, 2004b:30). No puede haber experiencia y tampoco sueños ahí en donde el tiempo ha sido olvidado. [v]

La sociedad moderna ha acelerado el ritmo de vida y también es historicista, sin embargo, se ha olvidado del tiempo, éste era la medida de lo atemporal. El moderno ha extrapolado su sueño creador y lo ha convertido en delirio destructor, porque para la conciencia delirante y desquiciada no hay mañana, todo se juega en el ahora:

 

Indignos casi de la vida, de la vida inmediata, nos presentamos hoy con técnicas, razones técnicas también, análisis igualmente técnicos del alma reducida a psique, a máquina; invasores siempre, ayer todavía y aún hoy guerreramente y en seguida pacíficamente, industrialmente, donde no nos llaman. Todo es color de imperio, de comercial imposición (Zambrano, 2004b:16).

 

La tecnificación del mundo viene de un sueño, fue la esperanza del confort y la protección. Empero, la euforia por haber logrado lo que sólo aparecía en los mitos y las fábulas ha ocasionado la pérdida de la medida o la mesura, se quiere tecnificar hasta lo que no está al alcance de la visibilidad y así, la técnica, que es un instrumento, asume el rol de conductor del mundo. Ahora bien, por más que se crea que con la técnica todo está bajo control, aparece el ser humano que padece la tecnificación y con sus gritos de libertad señala la anomalía: no se puede eliminar la condición humana, esto es, la libertad que decide y proyecta a partir de lo incierto.

En la búsqueda de Séneca, María Zambrano encuentra similitudes no sólo de época, sino también de pensamiento, aunque la filósofa no se declara estoica, ya que ve viable un sueño esperanzador, por tanto, no hace loas al amargo despertar. La época de Séneca y también la de Zambrano que de alguna manera sigue interpelando han sido asediadas por el poder, éste, al prescindir de la medida, destruye a diestra y siniestra ¿ha habido épocas en las que el poder haya actuado sin asediar y tampoco minar la libertad?  Que el poder sirva para que el ser humano expanda su libertad, ese sigue siendo el horizonte frente a los constantes momentos históricos repletos de delirio:

 

Debía ser terriblemente amargo haber descubierto el orden, la figura de los últimos elementos de la realidad, haberla hecho transparente, encontrado su medida, su razón, para vivir luego en un mundo sin razón y sin medida, para vivir en un mundo donde el absurdo y el delirio eran la realidad diaria (Zambrano, 2002: 40).

 

Los ecos del mundo sin razón retumban en los oídos de María, los dogmas y las guerras han triturado su realidad, se destruye a los otros amparándose en lo inverosímil y absurdo, las justificaciones cuasi siempre están de más. Empero, Occidente no se deshace de ellas, ya que es demasiado cristiano para aceptar que de facto el prójimo no le interesa, así que destruirlo es un daño colateral en aras del bien supremo: hacer el mundo a su imagen y semejanza.[vi]

El sueño creador deshace el a priori y se abre a las posibilidades, también a lo diverso, por lo menos esa es la esperanza, para que los sueños no se conviertan en delirio y cerrazón, sino que vislumbren horizontes y a partir de ellos se posibilite una realidad histórica susceptible de darle cabida e importancia al ser humano en tanto persona. Por otro lado, el pensar de Zambrano aún sigue teniendo vigencia, considerando que el mundo no ha dejado de tecnificarse y que pulula la obsesión por domeñar lo virtual, negando e ignorando la realidad histórica.

 

El modo de filosofar en Zambrano

Zambrano tiene un modo de filosofar, aunque no confíe en los sistemas. María considera con Heráclito que el pensamiento fluye, aunado a que para la filósofa es discontinuo. Es necesario reiterar que los totalitarismos del siglo XX condicionan su modo de filosofar, ella no busca fundamentar y definir el absoluto, porque esa manera de abordar los asuntos ha borrado la diversidad y no da lugar a los pensamientos que no se adhieren al racionalismo. Ahora bien, no se trata de renunciar a la razón, sino de contener su exceso, puesto que el hombre sin la razón estaría permanentemente en la oscuridad y eso contraviene al filosofar de Zambrano que insiste en el despertar y la claridad:

 

Un método es un camino a recorrer una y otra vez; un camino que se ofrece en modo estable, asequible, que no ofrece a su vez preparación ni guía alguna: lugar de llegada más que de partida, lugar de convivencia por tanto […] Para el hombre el camino es trascenderse a sí mismo. Y así viene a recordar su nacimiento, su relatividad, y eso que el tal ser humano está siempre a punto, cuando se trasciende, de aplastar, cualquier conato de ser; pues que el hombre, más que un ser entero y verdadero, es un conato de ser, y no tiene que enseñorearse (Zambrano, 1989: 19-78).

 

El filosofar que ha buscado el absoluto se ha enseñoreado, María no busca el retorno a un punto de la historia del ser humano en el cual el pensamiento haya propiciado una estancia sin discordia, lo que pretende es decirle al pensamiento señorial que sus intentos por absolutizar el mundo han instaurado la violencia. La filósofa-poeta quiere comunicar, sabe que no puede guardarse para sí lo que ha obtenido en su búsqueda de la verdad, si lo que quiere es despertar al ser humano para que deje de delirar con el señorío del mundo. El racionalismo moderno es imperial en el sentido de pretender contenerlo todo dentro de sí, de ahí que considera imposible pensar sin analizar científicamente las cosas. En este sentido, frente a la razón instrumental, Zambrano sigue el camino propuesto por la razón mediadora, porque el sujeto que piensa es más que un yo abstracto, puesto que está involucrado en el mundo y se encuentra asediado por las circunstancias, es un ser que se trasciende, además siente y padece el tiempo.

En su texto Confesión: género literario, María Zambrano declara que la verdad transforma la vida del que filosofa, de ahí que se separa del racionalismo, éste ha reducido la verdad a una función. Por otro lado, Zambrano no deja de insistir en sus obras que el ser humano se trasciende a sí mismo, en ese sentido, si la verdad sólo cumple una función, ya no hay cabida para la trascendencia, o sea, para la superación y transformación de la vida. La verdad, en cuanto racionalista y funcional, entró en crisis y suscitó la angustia existencial y cultural, por lo cual, María sugiere una forma de abordar y superar la situación:

 

La Confesión no es sino un método de que la vida se libre de sus paradojas y llegue a coincidir consigo misma. No es el único, pero sí tal vez el más inmediato, el más directo. Y tal vez no sea suficiente; no sea sino preparación, método en sentido estricto para algo que venga después, método en que la vida muestre, precisamente al ponerse en movimiento, su figura esencial y su peculiaridad más extrema (Zambrano, 1995:38).

 

El pensamiento de Zambrano deja entrever una confesión, aunado a un intento por salir de la crisis y la angustia, basta rememorar las líneas de Horizonte del liberalismo y Antígona en ellos aparece la libertad de decidir aun en momentos acuciantes. En este sentido, aunque el filosofar de Zambrano no es expresado en forma de sistema, sí es consecuente, porque la libertad cimbra al ser humano y lo hace recobrar el sentido de la realidad y la vida, y así, le es posible superar la angustia, ésta petrifica la acción y deja al ser humano a merced de los totalitarismos políticos y los absolutismos del pensamiento. [vii]

La filósofa malagueña considera que al confesarse uno renace, además, asume que la verdad debe ser compartida. El momento histórico en el que su pensamiento es expresado estaba atravesado por la hecatombe, puesto que las verdades y las creencias que sostenían a Occidente habían sido pulverizadas. Así pues, era importante renacer y buscar la reinvención del modo de estar entre y con los otros o en sociedad. Para Zambrano era crucial rescatar la vida, de ahí que apele a la comunicación y salir de sí mismo, por tanto, no es casual su renuencia al yo en cuanto psique despersonalizada y, por tanto, carente de sueños y pasiones.

El libro Hacia un saber sobre el alma, muestra un camino que indica momentos en donde la razón y la pasión confluyen en el filosofar, la confluencia no es fortuita, ya que Zambrano tiene la convicción de que se elige una filosofía de acuerdo al modo de vida, dicho modo no es casual en tanto que se encuentra condicionado por las circunstancias. La historia que toca al ser filosofante es importante para estudiar sus preguntas posteriormente, mientras que al momento en el cual surgen su propósito es clarificar el mundo:

 

Y ahora, es horror del anacronismo de un mundo mágico en el que hemos recaído después de haber llegado a la plenitud de un mundo modelado por el logos […] La situación de hoy es más intrincada porque la reaparición de ese mundo mágico se verifica como recaída, como retorno en medio de los restos de un pensamiento sin brío creador (Zambrano, 2000:164).

 

La sociedad tecnificada ha extremado la crueldad y ejercita permanentemente la violencia, además no ha permitido la trascendencia del hombre. En este sentido, lo mágico del mundo para Zambrano no estriba en la fastuosidad y menos en la alegría, sino en la errancia y la pérdida del ser. La filósofa tuvo que salir de su mundo, aprender a caminar en espacios desconocidos, quizá por eso se desiste en llevar a cabo un filosofar arquitectónico, porque el exterior hace trizas cualquier presupuesto, de ahí que la sugerencia sea estar alerta para poder abordar creativamente el mundo las veces que sea necesario.

El filosofar de María no abandona la razón, puesto que ella no cesa en el afán perenne de la filosofía a propósito de la clarificación del mundo. No obstante, se distancia del racionalismo y su método, ya que para la filósofa-poeta ese modo de preguntar y abordar el mundo no ha hecho más que una cacería, y así, no hay mediaciones y se destruye lo que se halla en el camino. El racionalismo se ha distanciado de la realidad, anda ocupado en las abstracciones y prescinde de lo evidente, la evidencia inmediata es la vida y el racionalismo no repara en el bien o mal que le sucede.

María Zambrano opta por una razón mediadora, a su vez, señala que en épocas de crisis persiste el eclecticismo. Por otro lado, en Filosofía y poesía, ella anhela el encuentro y la reconciliación de ambas ¿cuáles serían las ventajas de la reconciliación? La pregunta parece adscrita al utilitarismo, sin embargo, al preguntar por las ventajas se tiene la referencia de que es necesaria la trascendencia del hombre, es decir, que se proyecte y modifique constantemente. Ahora bien, la trascendencia es imposible sin algo que la soporte, así si la reconciliación de la filosofía y la poesía sostendrían la trascendencia es prioritario insistir en ella:

 

En la poesía encontramos directamente al hombre concreto, individual. En la filosofía al hombre en su historia universal, en su querer ser. La poesía es encuentro, don, hallazgo por gracia. La filosofía busca, requerimiento guiado por un método […] Hay que salvarse de las apariencias, dice el filósofo, por la unidad, mientras el poeta se queda adherido a ellas, a las seductoras apariencias (Zambrano, 2006: 13-20-21).

 

María Zambrano filosofa eclécticamente, ya que quiere la reconciliación de lo que ha sido separado desde Platón, el querer de la discípula de Ortega y Gasset tiene una razón suficiente, puesto que el imperio del racionalismo ha destruido el mundo y violentado la vida. En este sentido, el eclecticismo no es la presencia de la cerrazón, por el contrario, es el aparecer de la razón que combate al dogma e inquiere a la violencia hasta disolver sus justificaciones y mostrar lo anómalo de sus procedimientos, además es una apuesta por la vida en cuanto que se espera sea realizada a partir de la libertad. [viii]

El racionalismo se apartó del mundo en su afán por dominarlo, eso ha repercutido en el hombre concreto: el que hace poesía, filosofía o simplemente vive. Una razón mediadora o de reconciliación coadyuvaría a dar razones y ocuparse acerca de lo concreto e inmediato ¿de qué sirve racionalizarlo todo, si el ser humano está angustiado y temeroso de vivir? El pensamiento se aniquila a sí mismo cuando incurre en el dogmatismo y la presunción de considerar que con lo pensado basta para estar y continuar.

La filósofa ha dedicado sus investigaciones a los sueños, a su vez, ella sueña con la reconciliación de la filosofía y la poesía, su esperanza se asienta en ese acto, de ahí que vea en el pensamiento griego un momento de confluencia, eso que ve quizá no fue efectivamente a sí, pero tiene que buscar la manera de soportar y salir avante del oprobio como su Antígona, tiene que sostener su esperanza en algo para no dejarse llevar por el racionalismo o su desencanto, ambos cancelan las alternativas respecto a otros intentos y proyectos de ser.

María se vio obligada a caminar por lo desconocido, el trayecto la llevó a mirar otras cosas y a repensar lo previo, ya no le servían las certezas con las que contaba y tenía que ser creativa para poderse orientar en el exilio. Si bien la creatividad abjura de la planificación y los sistemas, tampoco se da porque sí, hay algo que la provoca, ese algo puede darse en el pensamiento o en la historia. La creatividad irrumpe en la crisis y abre posibilidades para que sea superada:

 

El sistema es lo único que ofrece seguridad al angustiado, castillo de razones, muralla cerrada de pensamientos invulnerables frente al vacío […] La libertad absoluta, con la ilusión de disponer enteramente de sí, de crearse a sí por sí misma, acaba borrándolo todo. “la angustia es el vértigo de la libertad” (Zambrano, 2006: 87-96).

 

María Zambrano no sólo cree, sino que lleva a cabo un pensamiento que no se ciñe a algún sistema y tampoco se adhiere a los absolutismos, en ese sentido es congruente con su apreciación de la filosofía en cuanto modo de vida. La angustia no envuelve a Zambrano, ella insiste en la libertad y la creación porque está convencida que el ser humano es un proyecto; la angustia clausura los proyectos en tanto que impide la fluidez del pensamiento al dejarlo sumergido en imágenes trágicas del presente y de lo que todavía no es. El pensamiento de María no es racionalista, pero sí cuestiona las cosas, el cuestionamiento es el atributo del pensar. Cuando el pensamiento sólo se contenta con reducir el mundo a su representación o a justificar racionalmente lo que sucede se ha deslindado de su atributo y al prescindir de él busca refugio en la ciencia o aún peor en la charlatanería, ello trae consigo la desconfianza en torno al pensar, éste no ofrece soluciones y tampoco encantos. [ix]

 

Conclusión

El pensamiento en general y el de nuestro idioma en particular se encuentra condicionado por lo que sucede fuera de él, es decir, lo que pasa a nivel de la naturaleza y de la historia. En este sentido, no hay interioridad sin una exterioridad que le dé elementos para asimilar y reflexionar. Ahora bien, el pensar de Zambrano se ciñe a la historia en tanto que parte del ser humano inmerso en una situación política y existencial, de ahí que las temáticas recurrentes sean la libertad, la esperanza, los sueños; a pesar de que esos temas preguntan cosas distintas, no están disociados, sino que se engarzan.

La propuesta de María Zambrano es creativa y no porque se invente un mundo, sino porque cuestiona al suyo con el propósito de que renazca y contenga esperanza en vez de angustia y pesadumbre. El renacimiento del mundo no implica su repetición, la era de la conciencia histórica a la que pertenece Zambrano sabe que nada se repite. Además, para la malagueña el hombre es un proyecto, pero no una imitación, por ello se distancia de la noción de personaje e insiste en la importancia de la persona, ésta es la que ejerce la libertad, sueña y alberga esperanzas.

En situaciones difíciles es importante no decaer, mantener a salvo la vida y no abandonar los sueños. El filosofar poético que expresa María Zambrano es esperanzador en cuanto que abre posibilidades hacia otros modos de ser y estar, la vida no tiene que basarse en el racionalismo para que sea digna de ser vivida. Por otro lado, no se puede justificar la violencia hacia ningún ser humano, la sociedad no es un ente unívoco y sus integrantes no deben acatar las instrucciones sólo porque así lo dicta la razón de Estado o lo recomiendan los informes técnicos.

El filosofar de María es una invitación para clarificar lo que ocurre y también para no desestimar los sueños de libertad y esperanza en los momentos de oprobio. Para la filósofa el ser humano piensa y actúa a la vez, de ahí que no puede escindir el pensamiento de la libertad, esa es una de las cuestiones que la hacen distanciarse del racionalismo, éste considera que el sujeto que piensa no debe inmiscuirse en la historia, pues su deber en cuanto perteneciente a la cultura del logos es ser objetivo y renunciar a las pasiones.

 

Bibliografía

Antequera, G. (2009). Por una educación filosófica: la herencia pedagógica de María Zambrano. Observar, 3, 103-108.

Castilla, A. (2011). Padecer y trascender: La crítica de Zambrano al análisis heideggeriano del concepto de tiempo. Aurora, 12, 18-24.

Escobar, G. (2022). María Zambrano y su crítica al totalitarismo, agente de negación de la persona. Kinesis. Revista Veracruzana de Investigación Docente, 7 (7), 82-93.

García, G. (2015). Una aproximación al sentido de la esperanza en María Zambrano. Discusiones filosóficas, 16 (26), 119-128.

León, M. (2023). El pensamiento de Zambrano, premisas para una filosofía integradora. Valenciana, 31, 28-55.

Londoño, D. (2017). María Zambrano, descifrar la vida entre los sueños y el tiempo. Revista Universidad de Antioquia, (329), 38-43.

Luquin, A. (2011). María Zambrano ante las ruinas de la ciudad. Pensamiento, 67 (251), 71-88.

Pulgar, R. (2016). María Zambrano. Aspectos generales de su crítica a la razón moderna y sus consecuencias en la religiosidad. Universum, 31 (2), 173-186.

Rivara, G. (2003). Presentación: Reflexiones en torno a María Zambrano. Signos filosóficos, 9, 11-16.

Zambrano, M. (1986a). La tumba de Antígona, España: Anthropos.

Zambrano, M. (1986b). El sueño creador. España: Turner.

Zambrano, M. (1986c). Claros del bosque. España: Seix Barral.

Zambrano, M.  (1988). La agonía de Europa, España: Mondadori.

Zambrano, M. (1989). Notas de un método. España: Mondadori.

Zambrano, M. (1992). Los sueños y el tiempo. España: Siruela.

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Zambrano, M. (2002). Séneca. España: Siruela.

Zambrano, M. (2004a). Persona y democracia. La historia sacrificial. España: Siruela.

Zambrano, M. (2004b). Los bienaventurados. España: Siruela.

Zambrano, M. (2006). Filosofía y poesía. México: Fondo de Cultura Económica.

Zambrano, M. (2020). Horizonte del liberalismo. España: Morata.

 

Notas

[i] Gerardo Escobar en su artículo intitulado: “María Zambrano y su crítica al totalitarismo, agente de negación del ser persona”, hace énfasis en que los acontecimientos trágicos del siglo XX influyeron en el pensar de Zambrano. Los totalitarismos a juicio de Escobar son negadores de las diferencias, de ahí que se avoquen a destruir a la persona en cuanto propensa a la libertad. Por otro lado, respecto al filosofar político de Zambrano dice que no asume la política como un lugar para el culto a una ideología. No desatender el marco de referencia que sostiene el énfasis de los totalitarismos del siglo XX, eso va a permitir entender la renuencia de María a cualquier ideología: “La reducción del hombre a la simple masa; allí radica el principio de todo pensamiento totalizante, sea de izquierda, derecha o centro, e independientemente de sus justificaciones “democráticas”” (Escobar, 2022: 86).

[ii] Gladis García al inicio de su artículo intitulado: “Una aproximación al sentido de la esperanza en María Zambrano”, apunta hacia un aspecto medular para comprender la vida y obra de la filósofa malagueña, a pesar de que María escribe la mayor parte de su obra en el exilio no deja de invocar a la esperanza. García dice que la esperanza quiere levantar al hombre de su realidad apabullante, es por decirlo así, un acicate para no renunciar a seguir siendo y también un llamado a no perder el ser en sus distintas maneras de realizarse a pesar de estar en medio de la era de las masificaciones, bajo la cual parece que da lo mismo el bien y el mal: “Volver la mirada hacia la esperanza, entendiéndose ésta como el eje que jalona al hombre en su intención de rehacer y reinventar su existencia” (García, 2015: 122). Que las catástrofes y las derrotas en cuanto a los intentos por mejorar la vida personal y colectiva no impregnen al mundo de resignación.

[iii] Andrea Luquin al inicio de su artículo intitulado: “María Zambrano ante las ruinas de la ciudad”, comenta que actualmente las ciudades le niegan al ser humano el lugar para proyectarse ¿si no hay lugar para el proyecto cómo afincar la esperanza de un mundo mejor?  No es el fin de los proyectos, sólo que desde hace cinco siglos lo que se ha esparcido es el proyecto de Occidente y su razón instrumental, es el absoluto que ha tenido la capacidad de persistir y adaptarse: “La destrucción de nuestros espacios es realizada así por un sujeto que en su afán de dominación es capaz de reducir a cualquier precio la distancia entre las dos ciudades: la de Dios siempre en el horizonte y la real, siempre en edificación […] A la vez que la ciudad moderna es capaz de dar protección a sus habitantes, los incluye en su orden, de tal manera que son convertidos en un número manipulable y suprimible de acuerdo a las necesidades del camino que conduce hacia la ciudad ideal” ( Luquin, 2011: 76). Quizá también se pueda crear desde el no lugar o por lo menos imaginar, a partir de ello se abriría la esperanza por un presente-futuro con mejores condiciones para el ser humano.

[iv] Daniela Londoño sugiere al inicio de su texto intitulado: “María Zambrano, descifrar la vida entre los sueños y el tiempo”, que el filosofar de Zambrano se da entre las sombras, la expresión es pertinente considerando que María es una crítica de la racionalidad. Filosofar entre las sombras le permite a María encontrarse con el tema del sueño: “María Zambrano se distancia de la superstición, en tanto fe en mensajes recónditos que puedan deducirse con claves interpretativas; asimismo, se aleja de la perspectiva psicológica que encuentra en los sueños un “material” para dilucidar la psiquis […] cuando alguien se entrega plácidamente al dormir muestra una cierta confianza en el despertar consiguiente, en la continuidad de la vida más allá del irreductible paréntesis del sueño” ( Londoño,  2017: 42). Las sombras se diluyen ante la luz, además es imposible el sueño para el que anda siempre a tientas, por eso es crucial despertar.

[v] Haciendo anotaciones que permitan distinguir la noción de tiempo en Zambrano y Heidegger, Antonio Castilla dice en su artículo intitulado: Padecer y trascender: la crítica de Zambrano al análisis heideggeriano del concepto de tiempo”, que el medio del sujeto humano es la temporalidad (Castilla, 2011: 23). Ahora bien, cabe preguntar ¿cuál es la situación del sujeto humano cuando se le arrebata su medio? La pregunta no tiene respuesta en el artículo porque su propósito es exponer esquemáticamente. Sin embargo, lo que dice Castilla es retomado aquí porque se liga con el problema concreto-existencial del olvido del tiempo. En este sentido, sin su medio el sujeto humano anda a la deriva y no da cuenta de su ser ahí ni se proyecta.

[vi] Llamar a la época racionalista propiciadora de la cerrazón parece una contradicción. Empero, la crisis de la razón instrumental lleva a Zambrano a querer recuperar el sentido humano, y así, superar la razón cartesiana; en esa interpretación desenvuelve sus reflexiones Rodrigo Pulgar en su artículo intitulado: “María Zambrano. Aspectos generales de su crítica a la razón moderna secular y sus consecuencias en la religiosidad”, a criterio de Pulgar la crítica de Zambrano busca salidas a la crisis, superar la instrumentalización de las ideas, las creencias. En este sentido, María apunta hacia una relación distinta con Dios, lo cual repercutiría en las relaciones con los semejantes: “La crisis en las creencias no es lo que debe importar en una hermenéutica sobre el significado de la crisis en cuanto tal […] Lo que realmente importa, es la confianza en el trascender como soporte de toda cuestión vital. Cuando esto falla –nos diría Zambrano– tenemos la verdadera crisis” (Pulgar, 2016: 178-179). Cuando la sociedad instrumentaliza lo que la circunda, ya no hay oportunidad para la trascendencia, esa situación incide en algo concreto y crucial para el ser humano: la ausencia de libertad y la despersonalización.

[vii] En su artículo intitulado: “Por una educación filosófica: la herencia pedagógica de María Zambrano”, Guillem Antequera dice que el pensar de Zambrano es una forma pura de filosofar y además baja la filosofía del cielo a la tierra. Es decir, interroga por el ser y también se ocupa del ser humano. En este sentido, se hace patente la razón mediadora en Zambrano: “La capacidad mediadora viene dada por la habilidad humana de conjugar el tiempo lineal y finito de la existencia con el tiempo cíclico del ser verdadero, el presente efímero con la promesa infinita, el existir terrenal con otra modalidad del acontecer” (Antequera, 2009: 105). La razón mediadora no sólo es capaz de pensar, sino también de sentir, no está situada en lo abstracto, de ahí que piense en la libertad y las posibilidades que le da al ser humano de trascenderse y seguir preguntando por el ser.

[viii] Dice Greta Rivara en su texto intitulado: “Presentación: Reflexiones en torno a María Zambrano”, que por mucho tiempo el pensamiento de Zambrano fue reducido a una extraña mezcla entre filosofía y poesía. Ahora bien, en esa mezcla parece estar la pertinencia del pensamiento de María, eso le permitió criticar al racionalismo: “Ciertamente, María Zambrano nunca pensó una filosofía pura; nunca se pensó filósofa fuera de la historia que la constituyó, de la Guerra Civil española, de la dictadura, del fracaso de la razón en tiempos del nazismo, de su propia herencia, de su propia lengua. Nunca se pensó portadora de una filosofía al margen de la vida o de los tiempos de crisis y esperanza en los que vivió” (Rivara, 2003:12). Además, Greta detecta que ese filosofar mezclado apunta hacia otros modos de racionalidad, eso evita considerar a Zambrano antirracional.

[ix] En su artículo intitulado: “El pensamiento de Zambrano, premisas para una filosofía integradora”, dice Miguel León que la propuesta de Zambrano es incitadora de la ruptura en torno a las ataduras del positivismo, éste ha condicionado el pensar científico. Además, Miguel señala que a María le importa resaltar la dimensión experiencial, eso va en detrimento de la charlatanería: “Procuró un uso integrador de la razón, que propondría como un estado cordial el pensar, como un saber de síntesis entre filosofía y poesía, hermanando pensamiento, emoción-sentimiento, razón e intuición” (León, 2023: 37). Se trata de una integración impura, ecléctica o de mezcla, pero que posibilita al ser humano seguir cuestionándose y asombrándose de lo que sucede en el mundo. Que fenezca el racionalismo, pero no el pensar, porque sigue siendo pertinente la pregunta de lo que son las cosas y también la proyección del porvenir.

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