Revista Digital de la Unidad Académica de Docencia Superior,
Universidad Autónoma de Zacatecas, ISSN: 2594-0449.
Becerra Villegas, Jesús. (2023). Reseña del libro: Semiótica del no. Lecturas de un presente ambiguo. Revista digital FILHA. Enero-julio. Número 28. Publicación semestral. Zacatecas, México: Universidad Autónoma de Zacatecas. Disponible en: http://www.filha.com.mx. ISSN: 2594-0449. Handle: http://ricaxcan.uaz.edu.mx/jspui/handle/20.500.11845/3133
Jesús Becerra Villegas. Mexicano. Doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad Iberoamericana, Noroeste. Es profesor investigador en la Unidad Académica de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Adscrito a la línea de investigación «Estado, regímenes políticos y conflictos sociales». Actualmente trabaja temas de complejidad en ciencias sociales y comunicación. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Libros publicados: El orden de la comunicación (Universidad Autónoma de Zacatecas, 2009) y El capitalismo complejo: el efecto de comunicación (Colofón – Universidad Autónoma de Zacatecas, 2017). Orcid ID: https://orcid.org/0000-0002-9981-1983
Book review: Semiotics of no. Readings of an ambiguous present
En un mundo construido en clave afirmativa, cuya existencia es atendida por filosofías y ciencias en positivo, el espacio del No ha quedado mayormente excluido. A estas disciplinas les ha bastado por regla la compleja realidad para ocupar siglos de tradición. Es otro el esfuerzo que se requiere para postular el vacío del cero y el dominio de lo negativo. La filosofía del No fue postulada por Gastón Bachelard apenas el siglo pasado. De unas décadas antes data la conformación que hoy conocemos de la semiótica como disciplina que estudia los signos y que, al hacerlo, comprende que la vida de estos transcurre en un plano distinto del despliegue de la materia. En su Tratado de semiótica general (1975. México: Nueva imagen y Lumen), Umberto Eco desarrolló algunas consecuencias del pensamiento de Charles Sanders Peirce y definió la semiótica como teoría de la mentira, en tanto disciplina que estudia aquello que puede ser usado para mentir, incluso para construir mentiras correctas. Mientras tanto, los criterios de verificación quedaron como propios de otras ciencias y disciplinas, si bien no exclusivos de ellas.
A diferencia de los estudios que se consagran a la verdad, como los de la zoología, a la cual le es pertinente el estudio de los gatos, la semiótica se puede ocupar de los no gatos. A ella le importa como caso de interés el gato de Cheshire, de Alicia en el país de las maravillas, capaz de desaparecer excepto por su sonrisa. Incluso sin gato que la ejerza, se sigue tratando de la sonrisa felina en punteado del no gato de Cheshire, función pura en forma de media luna colgando del cielo. Desde su inicio, la semiótica ha entendido que la inexistencia también produce signos y que son muy distintas las ausencias: una es la de un gato que pone en pausa su existir y otra la de cualquiera de las innumerables no nacidas crías del vasto conjunto de gatos que, una vez tampoco nacidos, tuvieron como única ocupación intensificar la inexistencia. Los no lugares, la no familia, los no amigos no existen, pero la nostalgia los nombra junto a aquellos instantes que nunca fueron o que nunca volverán. La sensación de ausencia no es ausencia de sensación.
Así pues, ¿en qué consiste hacer semiótica? La variedad de opciones incluye tanto una actitud creadora o crítica, una formalización como relevo de los seres y las situaciones, hasta disparadores de lo que está más allá de lo real. Por ello se puede hacer una semiótica de la mentira, de lo imposible y del no, sin renunciar a la verdad, lo posible y el sí. ¿Y una no semiótica en qué consiste? por ahora, en nada, porque ésta también puede ser objeto de sí misma. En alguna acepción, el mundo es un relato y está constituido como un producto de semiótica en acto.
El ejercicio humano de discernimiento del entorno y del sí mismo es imprescindible como lo es en su escala para todo aquello que no es meramente mecánico. La operación que produce mundo es la ruptura con la realidad como un continuo. Gracias a ella se producen unidades discretas, de valor acotado y entonces el mundo adquiere sentido mediante la aplicación de corte y negación. Es meritorio observar el No detrás de cada unidad discreta como lo es observarlo detrás de tanta semiótica en lo cotidiano y lo especializado. En esa acepción, cada filosofía y cada ciencia son semióticas particulares, regularmente desarrolladas en forma positiva con epistemologías sensibles a la distinción entre verdad y mentira o entendedoras de la verdad como error rectificado, como proponía Bachelard en su libro La formación del espíritu científico de 1938.
Dicho lo anterior procedo a reseñar El primer texto de esta obra colectiva que se titula: “Dejar ver/no dejar ver: la ambigüedad de la pasión en la era del móvil”.
El autor aborda el tema de la dualidad ocultar/mostrar, alejar/llamar de la coquetería en mujeres y en hombres. Los rasgos que esta práctica (presente a su modo en los animales) adquiere en nuestras sociedades derivan de una configuración donde hay nuevas tecnologías y también hay luchas de denuncia y liberación contra distracción y sometimiento. La semiósfera está hecha de oposiciones debido a que los significados se dan en la coexistencia de opuestos como unidades discretas. Es decir, el mundo adquiere sentido por estar hecho de diferencias. El juego de las coqueterías consiste en administrar las distancias, los significados, las posibilidades, la imaginación. El acto es el encuentro de dos lecturas: una la de quien emite el mensaje coqueto y por un momento domina a su contraparte y otra la lectura del receptor, que debe descifrar el mensaje y cifrarse como ejecutor en esta era de imágenes de pantalla. Dice el autor:
A fin de cuentas, nuestra persecución de lo bello y la satisfacción de nuestros deseos se quedan mudos frente al no de las imágenes. Surge entonces el resentimiento como una respuesta que toma forma en la agresión, ya sea como una respuesta violenta físicamente, pero también, una semiótica del odio. Para bien o para mal, el campo de la tecnología que permite esta semiósfera de la coquetería, la autopromoción y resentimiento consecuente, se perfilan en medio de una libertad democrática que optamos por defender. Las sociedades que, a diferencia de la nuestra, guardan un estricto control sobre la imagen, y aun sobre la coquetería, orientan este control hacia el bien de la comunidad y el individuo, lo que es una sabia decisión. Sin embargo, la pérdida de esta capacidad humana conlleva la limitación de un aprendizaje sobre nuestras emociones y sobre nuestros cuerpos. Estoy convencido de que la consecuencia de la máquina imagen-deseo de la que hablé antes [la imagen en la pantalla], será en el futuro más prudente y ambiciosa tanto del lado del productor como del destinatario. Eliminando el resentimiento y las reacciones violentas de la frustración, creceremos en cuanto a saber manejar nuestra imagen sin necesidad de la represión o la vigilancia del Estado (Reyes, 2022, p. 38).
Dalia Reyes Valdés, coordinadora de este libro que reseñamos, es también autora del capítulo De la Omisión a la Exacerbación del No en los Rasgos Semióticos del Lenguaje Virtual, la Inseguridad Social y la Lucha de Género. Conviene comenzar con la recuperación que hace de algunos términos con los que se asocia el no o, quizá valga decir, funciones de éste: negación, omisión, ausencia, rechazo, prohibición, inexistencia, invisibilidad, indiferencia.
La semiótica del No ratifica que el mundo de lo simbólico es más amplio que el de lo real, ese que se encuentra construido en clave afirmativa y al que enriquece. Con esto se dice que el mundo es una construcción del sentido. El cosmos objetivo no es el espacio propio que el ser humano habita; el de éste tiene su propia amplitud y se entrevera con aquél.
Así, en las luchas por el sentido, es privilegio femenino ejercer la exposición y el ocultamiento, sea de la piel, la voz o el léxico. Las luchas femeninas han resignificado estas decisiones como actos soberanos de delimitación del territorio simbólico: han avanzado al incidir en los códigos con los que deben interpretarse presencia y ausencia. Junto al texto del cuerpo, contra el contexto social, se construye un cotexto alternativo.
La no nominación es la primera y la última forma de exclusión de los seres humanos: los bebés no nacidos y no nombrados y los cadáveres anónimos que quedan sin recibir el atributo que da un nombre, así como esas tumbas en las que la identificación ha sido borrada por la acción humana o por el tiempo. Existir es diferir, formar una unidad discreta que se distingue del continuo. Dice la autora:
La palabra conforma y destruye, da jerarquía o nos desposee de ella. Minimizar las acciones emergentes, en apariencia espontáneas, al considerarlas una moda pasajera e intrascendente ha sido un error entre las generaciones, cegadas por el profundo impacto de los nuevos usos en los comportamientos humanos. La semiótica del No contiene las formaciones imaginarias del comportamiento moralmente correcto, del posicionamiento de facto ante sí mismo y ante el otro para obtener un espaldarazo en comunidades globales que, puestas en las redes sociales, se atomizan o acrecientan en vasos comunicantes que ya se acotan, ya se dilatan para engranarse con otras. Es así como se echa a andar la maquinaria que da forma y sentido al mundo, a los mundos (Reyes, 2022, p. 64).
Por su parte, Sigifredo Esquivel Marín, colabora en esta obra con el trabajo: De la Negación como Afirmación Pura. Teoría Crítica, Deconstrucción, Semiótica Disruptiva. En él ofrece un recorrido por los pensamientos críticos sobre la cultura, el capitalismo, la política y la naturaleza humana, de Adorno y la dialéctica negativa, Horkheimer y la teoría crítica como proyecto de vida, Benjamin y la dialéctica en reposo junto al despertar de los vencidos, Derrida y la deconstrucción del logocentrismo, así como Guattari y los signos de nuestro tiempo. Al tanto de mi incapacidad de acompañar tan vasto recorrido, me concentro en las reflexiones sobre el último, más inmediatamente recuperable desde la semiótica, por cierto.
De mi lectura sobre su lectura del Guattari psicoanalista y militante todo terreno, rescato una idea central, a distintos modos desarrollada en los otros tres capítulos que completa la presente obra: los signos se asocian al ejercicio del poder, es decir, a la dominación y también a la resistencia y la liberación. La semiótica dominante es aquella que tiene por referente el capital. La liberación respecto a éste consiste en el libre juego de semiotizaciones y subjetivaciones disruptivas que tienen como producto la “intensidad ontológica”. La disrupción consiste en el acto de impugnar, en “introducir variaciones profundas en los regímenes semióticos de significación” (Reyes, 2022, p. 100). En efectuar la negación de la hegemonía simbólica, cuya tarea es imponer y, con ello, negar. Al hacerlo, se produce un efecto de afirmación, incluso ontológica. Sigifredo Esquivel Marín, en su trabajo reta al lector:
El desafío sería repensar teorías, pensamientos, acciones políticas y micro políticas de forma que promuevan la apertura de otro orden de inteligibilidad y experimentación. Se trata de elucidar la posibilidad del tránsito de la impugnación del orden, a la afirmación pura de otro orden por venir. El porvenir de otro orden se gesta en el corazón presente. Para esto tenemos un puñado de certezas negativas de lo que no se quiere y lo que no se puede admitir por ningún motivo. No más injusticia bajo el nombre de un orden legal; no más ecocidios ni genocidios bajo el imperativo categórico del despliegue planetario del gran capital. La encomienda es abrir el margen, plantear líneas de fuga en el seno del sistema-mundo capitalista para obturar otros dispositivos y disparadores. De ahí también la búsqueda de otras cartografías teóricas y experimentales: rehacer el mapa de la experiencia desde los sujetos subalternos bajo el devenir de un mundo múltiple hoy, aquí, ahora, el reto de nuestro tiempo lo constituye la emergencia de potencias disruptivas, incoercibles por el orden semiótico hegemónico; hacer que advengan potencias absolutas de lo desconocido (Reyes, 2022, p. 108).
El cuarto capítulo, Puntos de Fuga. Siete Notas contra el Progreso para Empezar a Negarlo Todo, de Ernesto Menchaca Arredondo, descifra la compleja geometría fractal de la sociedad en tiempos de la reciente pandemia. En un ejercicio a manera de oxímoron, conecta la bio y la sociosemiótica con la bio y sociopolítica desde siete puntos de fuga. 1, El palimpsesto: Los cambios principales del capitalismo contemporáneo que muestran la línea rota del progreso en todos los órdenes: familia, Estado, bienestar, instituciones, sensibilidades, seguridad, entusiasmo por el futuro. 2, La señal: El aprendizaje del encierro/contingencia y la desmovilización momentánea del espectáculo social, cuyo lugar es tomado por la incertidumbre y el miedo, las guerras entre el capital y el trabajo, entre el Estado y el narcotráfico, entre el virus y la población. 3, El síntoma: Los efectos corporales en correlato del miedo como resultado incidental de la agudización de los procesos de expoliación humana, que en el contexto de la pandemia prescinde de trabajo vivo y fomenta la informalidad. 4, El ícono: La crisis del alma, una religiosidad extenuada, la no muerte como ícono de nuestro tiempo, las historias negadas de desaparecidos como desempleados, migrantes, en el interregno del olvido. 5, el índice: Las alertas de la nueva explotación y de trabajo para mirar hacia nuevas colectividades donde el ritmo es la distancia social que refleja el tiempo para su llegada. 6, El símbolo o emblema: La barbarie expresada en el crédito y las deudas y el dinero, sin semejanza ni continuidad, sólo como vínculo convencional de nuestra existencia. 7, El nombre: la guerra contra la humanidad como un espacio en blanco que habita ésta y que indica y describe el acontecimiento y la relación naturaleza - humanidad como colapso, choque y confrontación permanente. Dice el autor:
La semiosis nos invita a señalar los objetos de nuestros recuerdos, experiencias, abstracciones y pensamientos, incluso desde la ética animal, es decir a todos los seres vivos en general. El último signo debe ser la colectividad, como espacio de recreación humana como signo del signo, incluyendo el signo cero como sistema de sobrevivencia (Reyes, 2022, p. 131).
Continúa diciendo:
Esa sobrevivencia nos incluye, porque cada vez es más transparente nuestra subalternidad, las promesas se caen a pedazos, y es necesario reafirmar la vida, sobre todo porque debemos reivindicar el derecho a una vida digna de ser vivida, donde “Todos somos supervivientes con la sentencia en suspenso (Reyes, 2022, p. 132).
Vuelvo a mi pregunta personal del inicio: ¿En qué consiste hacer semiótica? Una de mis respuestas fue que se trata de una actitud creadora o crítica. Considero que las diversas colaboraciones de La semiótica del NO amalgaman esas actitudes para leer los signos de sus tiempos, convulsos aquéllos y convulsos éstos. Al mal tiempo de tantos presentes negativos, la buena cara de la semiótica disruptiva, subversiva y solidaria para negarlos. Gracias por la mejora de augurios que cada uno de estos textos aporta al proyecto. Cierro con esta especie de moraleja para las semióticas en acto, de Las ciudades invisibles, de Ítalo Calvino:
El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es riesgosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio (Calvino, 1972, p.101).
Reyes Valdés, Dalia. (Coord.). (2022). Semiótica del no. Lecturas de un presente ambiguo. Colección Conocimiento. Zacatecas, México: Universidad Autónoma de Zacatecas.
Calvino, Ítalo. (1972). Las ciudades invisibles. (edición de 2007). México: Ediciones Siruela.