Revista Digital de la Unidad Académica de Docencia Superior,
Universidad Autónoma de Zacatecas, ISSN: 2594-0449.
Céspedes Ginarte, Lohema, Pompa Chávez, Yanel y Santos Aroche, Zailys. (2021). María Luisa Milanés: aproximación a nueve poemas suyos (1912-1919). Panorama temático de la poesía femenina cubana. Revista digital FILHA. Julio-diciembre. Número 25. Publicación semestral. Zacatecas, México: Universidad Autónoma de Zacatecas. Disponible en: www.filha.com.mx. ISSN: 2594-0449. Handle: http://ricaxcan.uaz.edu.mx/jspui/handle/20.500.11845/2771
Lohema Céspedes Ginarte, cubana. Profesora de Cultura latinoamericana y caribeña y Cultura Cubana en la Universidad de Granma. Profesora Auxiliar y Máster en Estudios Cubanos y del Caribe. ORCID ID: http://orcid.org/0000-0002-3421-9559 Contacto: lcespedesg@udg.co.cu
Yanel Pompa Chávez, cubano. Profesor de Metodología de la Investigación en la Universidad de Granma. Profesor Asistente y Máster en Educación Superior. ORCID ID: http://orcid.org/0000-0002-6392-9066 Contacto: ypompach@udg.co.cu
Zailys Santos Aroche, cubana: Profesora de Cultura Regional y Concepciones del Desarrollo. Máster en Desarrollo Cultural Comunitario. ORCID ID: http://orcid.org/000-0003-3667-20055 Contacto: zsantos@udg.co.cu
María Luisa Milanés: an approach to nine of her poems (1912-1919) thematic overview of Cuban female poetry
Resumen: La poesía femenina se ha caracterizado por una vitalidad capaz de estremecer a los más insensibles espíritus debido a las temáticas, la fuerza y el arrojo de muchas voces que han trascendido en el tiempo. Figuras como María Luisa Milanés, conocida como Liana de Lux, constituye un ejemplo de poetisa bayamesa, quien, quizás soslayada invita a reflexionar en torno a la familia. María Luisa Milanés: aproximación a nueve poemas suyos (1912-1919) constituye un acercamiento y reconocimiento de una tradición de ciertos tópicos dentro de la poesía femenina nacional y local, así como a la inserción de su lírica, una de las más representativas de inicios del siglo XX. La identificación de los temas que predominan revelará elementos identitarios y sistemáticos y con dicho proceder, centrará su atención en demostrar cómo la lírica de Liana de Lux se inserta de manera natural en los procesos literarios donde la mujer se muestra como ente imprescindible. Entre los principales resultados del estudio se encuentran: la definición de temáticas referidas al género, del cual fuera una de las promotoras la escritora en ese período en la literatura cubana; a las relaciones familiares madre-hija, padre-hija y matrimonial; y la muerte, en específico al suicidio.
Palabras clave: literatura, poesía, temáticas, género, relaciones familiares y suicidio.
Abstract: Female poetry has been characterized by a vitality capable of shaking the most insensitive spirits due to the themes, strength, and courage of many voices that have transcended time. Figures such as María Luisa Milanés, know as Liana de Lux, constitutes an example of a Bayamese poet, who, perhaps bypassing it, invites us to reflect on the family. María Luisa Milanés: An approach to nine of her poems (1912-1919) constitutes an approach and recognition of a tradition of certain topics within national and local feminine poetry, as well as the insertion of her lyrics, one of the most representative of early 20th century. The identification of the predominant themes will reveal the identity and systematic elements and with this procedure, attention will be focused on demonstrating how the lyric of Liana de Lux is inserted naturally in the literary processes where the woman is shown as an essential entity. The main results of the study are the definition of themes related to gender, of which the writer was one of the promoters in that period in Cuban literature; to mother-daughter, father-daughter, and married family relationships; and death, specifically suicide.
Keywords: poetry, themes, gender, family relationships, and suicide.
La literatura como toda obra de arte se nos presenta reflejo, muchas veces, matizada por la visión de un discurso narrado, fabulado o poetizado. Asimismo, manifiesta las particularidades de las tradiciones que se han formado a través del tiempo y se integran al imaginario tanto del creador como del consumidor de dicho producto. La literatura, como bien enunciara Octavio Paz “expresa a la sociedad; al expresarla, la cambia, la contradice o la niega. Al retratarla, la inventa; al inventarla, la revela” (Paz, 1983, p.183).
Por tal motivo, esta interrelación permite conocer sucesos cardinales de una época e, incluso, inferir las respuestas de la sociedad con respecto a las problemáticas del período, lo cual le otorga un alto valor cognoscitivo a la creación.
En virtud de ello, la poesía como parte de esta interrelación nos conduce a acercarnos a ella y resulta indispensable para quienes la asumen como suya y requiere, por tanto, una aproximación a tres elementos importantes: el concepto de poesía, para quién o para qué está concebida y la definitiva funcionalidad de sus versos.
Virgilio López Lemus (1999) apuntó que “la poesía, manifestación y reflejo creativo de la vida, tendrá siempre su lugar en las expresiones del ser, lo cual, naturalmente, se comprende con un sentido más amplio que un género literario o que una forma de comunicación determinada” (p.5). Es un término muy versátil y posee características específicas muy subjetivas y como toda producción se transforma de acuerdo a las características de la época, la región donde se desarrolla, así como las influencias estético-artísticas, características psicológicas, sentimentales, cosmovisivas y perceptivas de cada autor.
La descripción del pasado y el presente históricos, la naturaleza, la sociedad, el ser humano, el amor, el dolor y, en particular, las vivencias de los poetas que humanizan cada realidad son la génesis de temáticas comunes en la tradición literaria cubana, que deporta una franca mirada hacia la doble afirmación de quienes escribían en décadas anteriores.
En Cuba en los siglos XIX y XX, la literatura y, en particular, la poesía estaban consagradas a despertar la conciencia de los cubanos, pues cada etapa marcaba instantes importantes en la historia patria, dado las coyunturas sociopolíticas a las cuales estaba sujeta, situaciones que, por lo general, matizadas por las revoluciones sociales y de movimientos culturales como el Romanticismo y el Modernismo, marcaron un desarrollo en esta zona literaria debido, en lo esencial, a las connotaciones y consecuencias artísticas que caracterizaron la misma.
Resulta interesante destacar que, a pesar de las condiciones históricas y sociales en la Cuba de esos tiempos, fueron muchas las mujeres dedicadas al cultivo de la poesía. Género que se caracterizó por ser rebelde, revolucionario, enérgico, romántico y por describir el pasado y el presente históricos en el que vivieron. Muchas fueron las dedicadas a la creación literaria, pero no todas tuvieron la suerte de ser reconocidas y antologadas; por lo tanto, unas son más conocidas que otras, así como todas se encuentran tocadas por diversas aptitudes líricas, por la magia y la sugerencia de la creación poética.
En la lírica femenina cubana es recurrente, a lo largo de su quehacer, un grupo de temáticas que aparecen y marcan para la historiografía literaria un punto de enlace entre movimientos diversos y autoras de heterogénea creación. Alberto Rocasolano en su libro Poetisas cubanas (1985) apunta que:
Las desigualdades sociales en que vivieron las mujeres cubanas tanto en la Colonia como en la República mediatizada -problema válido para la mujer de Hispanoamérica- llevaron a no pocos críticos a afirmar, no sin cierta razón, que las poetisas del Nuevo Mundo en realidad solo habían tenido dos grandes temas: el amor y el dolor (p.15).
Criterios establecidos como los de la investigadora bayamesa Virginia Parra (2012) apuntan a que:
Existe una dualidad de pensamiento en cuanto al inicio de la lírica femenina cubana, pues los datos señalados por Max Henríquez Ureña y José Lezama Lima se le atribuyen a N. Cruz en 1763 y a la marquesa Jústiz de Santa Ana, respectivamente, considerándoseles como autoras de una misma obra (p.20).
Aparece por su tendencia identitaria una décima compuesta por una mujer que, según criterio abordado por Mirta Yáñez, constituye una de las formas poéticas más populares en Cuba. Se trata de “Dolorosa métrica expresión del sitio, y entrega de la Habana, dirigida a N. C. Monarca el señor Don Carlos Tercero” [sic] composición muy extensa que está escrita en décima y que se relaciona mucho con la tradición oral ya existente. Véase el siguiente fragmento:
O Habana noble ciudad,
Emporio de distinción
Y cifra de la Lealtad […]
¿Tú Habana Capitulada?
¿tú en llanto?
¿tú en exterminio?
¿Tú ya en extraño dominio?
¡Qué dolor! ¡O Patria amada! (En Yáñez, 2000, p.20).
Parra Noguera (2012) afirma, además, que en el período neoclásico, la crítica no identifica mujeres que se hayan destacado por su quehacer poético. No obstante, en 1815, Judith Morris resalta la figura de Juana Pastor quien a su entender:
Protagonizó la primera manifestación femenina de la lírica cubana en defensa de la mujer, al improvisar unas décimas contra el poder masculino. En ellas comentaba la diferencia entre un sexo y el otro y daba su opinión del varón, al que al parecer condenaba y aborrecía. La escasa obra de Pastor sirvió para establecer un importante antecedente, el de una mujer que fue escritora a pesar de sufrir una triple opresión: por mujer, por mestiza y por intelectual (p.27).
Tomando como referencia a Denia García Ronda, en el Romanticismo existe una eclosión de mujeres consagradas al quehacer poético y a la publicación de sus textos. Resalta a Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873) pues su obra se caracterizó por la presencia de elementos distintivos del período. Los temas que abarcó dentro de sus escritos transitan por tópicos como los religiosos, naturales, familiares, patrióticos, de amor y desamor.
Fue considerada como la figura literaria femenina más completa que ha dado Cuba y proclamada como poetisa nacional con una producción lírica amplia y perceptiva, donde el amor surge siempre apasionado y vertiginoso y el sujeto lírico aparece totalmente dotado de emoción, dolor y fuego. Dentro de la amplísima obra poética de Gómez Avellaneda, trasciende como ejemplo del tema el poema “Soneto imitando una oda de Safo” donde, venciendo prejuicios, el sujeto lírico se desnuda apasionado:
¡Feliz quien junto a ti por ti suspira,
quien oye el eco de tu voz sonora,
quien el halago de tu risa adora
y el blando aroma de tu aliento aspira! […]
Trémula, en vano resistirte quiero.
De ardiente llanto mi mejilla inundo.
¡Delirio, gozo, te bendigo y muero! (En Gómez de Avellaneda, 2003, p. 71).
Asimismo, la temática amorosa se integra junto a la de patriotismo, dando por sentado que su labor poética estuvo en función de un período donde los conflictos sociales y políticos golpeaban de lleno al país en oposición a la metrópoli española. Su devoción por Cuba se manifiesta con gran soltura matizada con elementos naturales.
¡Perla del mar!
¡Estrella de occidente!
¡Hermosa Cuba!
Tu brillante cielo la noche cubre con su opaco velo,
como cubre el dolor mi triste frente […]
¡Adiós, patria feliz, edén querido!
¡Doquier que el hado en su furor me impela
Tu dulce nombre halagará mi oído! (En López, 1999, p. 66-67).
Otra de las figuras que por su espontaneidad expresiva y su tono melancólico, constituye una de las voces más reconocidas en el universo poético, lo es Luisa Pérez de Zambrana (1835-1922) poetisa que evidencia un lenguaje sencillo y muy suyo, incorporando a su obra sensibilidad, melancolía, pasión y ternura, fusionadas con reflexiones religiosas y filosóficas sobre la muerte. No obstante, su obra se caracteriza por una relación existente entre los temas que toca y sus vivencias personales. La naturaleza, el amor y el dolor forman parte de las principales motivaciones de su espléndida poesía, orgullo de la lírica en lengua española.
Erais con vuestras cándidas diademas de gracia,
de dulzura y poesía
los ensueños azules de mi alma,
la esencia de mi ser y de mi vida […]
Ya no os veré jamás ¡flores de mi alma!
¡rosas aquí en mi corazón nacidas!
¡ya no os veré jamás! ¡cómo me anego
En torrentes de lágrimas de acíbar! (En Las Zambrana, 1947, p. 8).
Eminentemente sentimental, se erige Úrsula Céspedes de Escanaverino (1832-1874) poetisa bayamesa que cantaba lo que su corazón le alentaba. En algunos de sus poemas se puede apreciar una intimidad muy apasionada, mucho más que la propia del Romanticismo, una pasión modernista, se palpa un mayor afán filosófico y nostálgico ante el discurrir de la vida.
Su obra no se desprendió, ni en la estructura ni en los asuntos comunes de la época, siendo la naturaleza uno de los ejes fundamentales abordados en su poética, según lo atestigua la poetisa bayamesa Lucía Muñoz en su libro El canto de la Calandria (2013) al afirmar que:
Úrsula refleja la naturaleza cubana, la flora y la fauna del lugar donde nació, describiendo sin artificios retóricos la belleza de estos paisajes naturales. Quizás por eso Carlos Manuel de Céspedes al prologar su primer libro Ecos de la selva (1861) la llama La Calandria (p. 8).
En la cúspide más alta
que hay en la Sierra Maestra está mi choza, y
demuestra que en ella nada me falta; aquí el
arroyuelo salta
de peña en peña hasta el valle, y por una y otra calle
de naranjos y limones
van prendiendo corazones
serranas de airoso talle (En Muñoz, 2013, p. 23).
Otra de las mujeres dedicadas al cultivo de la poesía fue Julia Pérez Montes de Oca (1839-1875). Esta poetisa vivió poco y cultivó la elegía de forma impecable. En sus obras, la familia adquiere especial importancia y sus versos se caracterizan por ser bucólicos. Las temáticas que aborda son Dios, la pérdida y el dolor, repercutiendo estos en la visión de espacios como la ciudad, la cual adquiere tonalidades sombrías de acuerdo a su sentir de enferma y solitaria, teniendo en cuenta esos elementos prefería refugiarse en la naturaleza:
Yo amo el tranquilo son de la floresta en selva apartada,
la voz de la calandria quejumbrosa;
el blanco susurrar de palma enhiesta que finge melancólica plegaria;
y el arrullo que tórtola medrosa entona enamorada y solitaria (En Románticos del XIX, 1999, p. 117).
Sin dudas, la labor poética de Mercedes Matamoros (1851-1906) se destaca en una época determinada por rasgos románticos, por ser una poesía femenina y melancólica. Entrelaza elementos naturales, amorosos, sentimentales, entre otros. De sus obras, la más reconocida es “El último amor de Safo”, por ser intertextual y transgresor; no obstante, otro de sus poemas reconocidos es “En la muerte de Martí”, en él expresa:
Como caudillos feroces de jauría
llega hasta a mí la inmensa vocería
de la turba española, que tu muerte
hoy celebra con gritos de alegría.
De espanto llena, con atento oído
escucho !ay Dios!
La historia infortunada
del águila que ha sido
por famélicos buitres destrozadas;
y siente el corazón el dardo agudo
de un profundo pesar, como si viera
hundirse para siempre en negro abismo
al Genio, a la Virtud y al Heroísmo (En Matamoros, 1895).
La poesía como género literario ha contado y cuenta con grandes cultivadoras, como las mencionadas y otras. Las poetisas nombradas en este panorama coinciden en cuanto a las temáticas que abordan en sus creaciones, como algunas coinciden en el periodo y el movimiento artístico que se han desarrollado. Además, son de las más reconocidas como exponentes de la cultura, el patrimonio y la realidad cotidiana de la Cuba de los siglos XIX y XX.
María Luisa Milanés, también conocida como Liana de Lux, tiene sus raíces en el Oriente cubano y enriqueció el quehacer literario de la nación, pues contribuyó a la evolución de la lírica cubana con elementos identitarios propios de su tiempo y de la tierra en que nació y le tocó vivir. En estos elementos identitarios se hacen evidentes las grandes inquietudes literarias de los finales del siglo XIX y de principio del XX.
Criterios como los del investigador bayamés Edgardo Hinginio (2014) aseveran que:
Por tradición, Bayamo ha sido una de esas ciudades más dadas a la poesía que a cualquier otro tipo de género literario. Un arraigo histórico la antepone desde los tiempos de la etapa colonial y eso ha hecho que su producción sea muy rica y diversa (p. 1).
María Luisa Milanés fue una de las voces más altas de la poesía cubana de inicios del siglo XX, enmarcada y sujeta a los prejuicios del Bayamo de entonces. Su obra, caracterizada por la descripción de la realidad cotidiana en la que vivió, demuestra el desmembramiento producido en su familia por su actitud rebelde ante el padre y el esposo, así como la sumisión de su madre en el hogar; la constancia de la temática de la muerte y el tratamiento al tema del género, se constituyen crítica social encaminadas a reflejar una realidad latente y nada cambiante en el período en el que se desenvolvía.
Estos elementos característicos mencionados se observan en su obra y se yerguen por ser revolucionarios, brillantes, enérgicos, viriles y trágicos, resaltando la belleza de su labor. Sin embargo, ellos no contribuyeron al reconocimiento de su estro y creación poética, ni han sido muy divulgados en antologías nacionales; por lo que actualmente no se reconoce el mérito de la autora ni es apenas publicada.
En su tiempo, fue poco reconocida, dado que no publicó ninguna de sus obras y quemó gran parte de su papelería, el resto fue rescatado y publicado post mortem. Por tanto, lo que se conoce de su obra se debe a algunos investigadores que han realizado estudios sobre su vida. Textos como “Hago como Espartaco”, “Vía crucis”, Ecce homo”, “En una caja marcado el libro”, “Are dilecto”, “Demasiado tarde”, “La fortuna, voluble te ha dejado”, “Ya me voy consciente” y “Epitafio” son los textos más leídos y a los que se les ha podido constatar la diversidad de estilos y temáticas como la naturaleza, la familia, el amor, el tratamiento al género y sobre todo, a la muerte; así como rasgos reveladores de la expresión de la identidad de la época en la que vivió, lo cual permite patentizar su pertinencia en el campo de las letras y que se inserta dentro del patrimonio cultural bayamés.
Son varias las características definidoras de la obra poética de esta alta exponente de la literatura. El dolor y las posibles consecuencias que trae consigo y los juegos de imágenes con la idea de suicidio, convertidos en idea recurrente, constituyen el centro fundamental de su labor, matizados con elementos significativos relativos a su condición relegada a un segundo plano.
Liana de Lux estaba descontenta más con ella misma que con el entorno epocal. Ello lo demuestra en uno de sus textos al expresar: “para mayores cosas he nacido” y en toda su obra, además del desencanto, la melancolía y la frustración, está presente ese sufrimiento de no sentirse igual a las demás. Su feminidad, sus pasiones cantadas en verso seguirán siendo referentes de una mujer de alto vuelo, víctima de incomprensiones tanto de su familia y esposo como de la sociedad.
Liana de Lux es una de las grandes escritoras bayamesas cuya obra, aunque aparece parcialmente recogida en antologías de la literatura cubana, no ha sido completamente publicada ni estudiada, por lo que no es muy conocida en el país ni en el territorio.
En sus textos se hacen evidentes y con mucho énfasis, los motivos relacionados con el género. Es esta una temática empleada por la poetisa y ello indica un elemento importante, pues nos remite a la conformación de un nuevo pensamiento en medio de una sociedad cubana de carácter patriarcal, heredado de España desde la etapa colonial, quien ya reconoce la posición subordinada y asignada a la mujer, así como la limitación en su actuar exclusivamente a las labores hogareñas y a la crianza de los hijos. Contra estas representaciones, el espíritu de la poetisa se rebela.
La presencia del tratamiento al género en la obra poética de Liana, es observada en el poema “Hago como Espartaco”, pues en sus versos se advierte una actitud desafiante, de crítica ante la hipocresía social y de profunda necesidad de liberación espiritual. Lo expresado en este poema obedece a su temprana oposición a los sistemas que esclavizaban a la mujer de su tiempo. Ello lo refleja en su autobiografía, en cada acto de su vida y corroborado al expresar: ¡Para mayores cosas he nacido //Que para ser esclava y tener amo! Además, se advierte la forma en que es implementado el recurso de la adjetivación para describir el momento y la sociedad de ese tiempo: vil, enloda, ultraja y embota. La poetisa realiza una comparación poco esperanzadora entre el pasado y el futuro desde su posición en el presente: Miro al mañana y al ayer y clamo.
Resulta interesante destacar el hecho de que en su poesía se perciben dos caras de una misma moneda, o sea, vida y obra se conjugan en sus versos para apuntar a que lo expresado en ellos sean no más que sus propias vivencias. Se muestra una poetisa/sujeto lírico irreverente e iconoclasta ajeno a todo tipo de tabúes: El mundo es amo vil, enloda, ultraja, //Apresa, embota, empequeñece, baja //Todo nivel moral, su hipocresía.
Al analizar las ideas expuestas, se puede determinar que Liana de Lux fue de fuerte temperamento, rebelde y capaz de reflejar en sus obras el criterio que tenía acerca del papel desempeñado por la mujer dentro de la sociedad en esos años. Fue capaz de luchar contra los prejuicios sociales presentes en la época, por sus derechos de mujer y de no ser relegada a un segundo plano. Asimismo, luchó por seguir desarrollando su quehacer literario ante la opinión de su padre y sin importarle el sentir de la sociedad bayamesa y cubana en general.
En el poema “Hago como Espartaco” la autora expresa la opinión acerca de las limitaciones sociales existentes que afectaban el desarrollo de la mujer. Refleja, además, cómo los prejuicios sociales intervenían en su quehacer literario; por lo que, este poema es representativo del tratamiento del género como temática central en la poesía, aunque se apoya en otros campos temáticos como el tiempo, el espacio, la naturaleza y la vida. Algunos de estos elementos serán motivos recurrentes en los siguientes poemas de la autora.
En el poema “Vía Crucis” describe la situación de infelicidad en que se encontraban ella y su madre; la poetisa invitaba a su mamá a luchar juntas contra la infelicidad, el dolor y las amarguras que la vida les había deparado y que la acompañara a la sombra del roble para descansar. A partir del análisis del poema se revela el empleo de elementos naturales para referirse a la fuerza necesaria con el fin de enfrentar las adversas situaciones.
Los poemas “Ecce Homo” y “En una tarjeta marcado el libro” pueden llamarse autobiográficos. En ellos la autora, a través del sujeto lírico refleja algunas características referidas a la relación con su padre y sus sentimientos para con él. Se muestra una relación en lo absoluta buena, debido a que él se oponía a su relación amorosa y a su dedicación a la literatura. No obstante, reconoce en su figura particularidades importantes de su vida.
Los poemas “Are Dilecto”, “Demasiado tarde” y “La fortuna, voluble te ha dejado” están dedicados a su matrimonio. El último de ellos, escrito en 1918, es una despedida en la que el sujeto lírico le pide al amante que no sufra por su muerte, a pesar de no reconocerla como una mujer ilustre, inteligente y capaz como realmente era; sin embargo, se lamentaría por haber perdido a su verdadera mujer porque las otras solo eran unas ofrecidas y frívolas. Además, le hacía saber de su cansancio, angustias, amarguras y sufrimientos provocados al despreciarla.
Estos textos resaltan el dolor y la muerte, temáticas constantemente abordadas y la razón que la condujeron al suicidio constituyéndose, entonces, rasgos fundamentales en la caracterización de su labor literaria. Como representativos de esta última característica se encuentran los poemas “Ya me voy consistente” y “Epitafio”, en los que hace alusión a las cuestiones por las cuales decide dejar los senderos de la vida y su última voluntad.
Una característica presente en todos sus poemas es la existencia de un alto grado de nominalización en los textos, con presencia de sustantivos y adjetivos en función de la descripción con un valor representativo y simbólico.
Otro de los puntos comunes en la obra de Liana es la presencia de elementos naturales, los cuales son utilizados para establecer o describir sus relaciones con su familia o la vida. Ellos, en su mayoría, son característicos de la flora, entre los que se pueden mencionar: el roble, el cual por su tronco grueso y madera dura, representa la estabilidad y duración en el tiempo; las campanillas con sus tallos delgados y herbáceos, expresa fragilidad y duración, a la vez, en el tiempo.
Se concluye que la obra de María Luisa Milanés está caracterizada por los diferentes momentos creativos establecidos en los ciclos vitales transitados: niñez, adolescencia y juventud. Es decir, su obra describe la realidad cotidiana de su autora, pero sobre todo refleja los momentos marcados a consecuencia de los prejuicios sociales, el matrimonio y la relación con su padre. Estos momentos se convierten en elementos esenciales de su creación.
La preocupación por el tema de la familia es una constante en la obra de María Luisa Milanés y su importancia, incuestionable, ha ganado terreno, siendo la figura de esta poetisa un elemento transgresor que plasma sus propias experiencias personales a través de las relaciones con su madre, padre y esposo.
Un ejemplo de esto se observa en los versos de “Vía Crucis”, en el que se evidencia la relación de sujeto lírico (la propia poetisa) con su madre. El texto cuenta con la presencia del encabalgamiento como estilo: Apóyate en mis hombros, que aún altivos// Verán nuestra silueta por la vía. Es un recurso que permite visualizar, desde el propio título, las dificultades que presentó en la vida para alcanzar ciertos objetivos, un problema lo constituyó el hecho de ser mujer y, por ende, conlleva a ser sumisa en un ambiente donde el hombre, como ser más fuerte, asume una postura de empoderamiento; además, esa postura establece un vínculo entre las relaciones familiares y el género como temáticas.
Las actitudes asumidas por ambas se hacen muy personales por el empleo de la primera persona del plural y se corrobora con la utilización de los verbos en futuro: llegaremos y descansaremos. De igual manera, se emplean elementos naturales como el roble, dada la resistencia del mismo para inferir fuerza y firmeza a las mujeres ante situaciones difíciles y cotidianas de principios del XX.
Se debe reconocer que en la mayoría de los escritos de la época, la mujer era admirada por el papel desempeñado en el hogar, porque ella no era bien vista cuando realizaba otras tareas o actividades y, sobre todo, si era una joven de familia o estaba casada.
La mujer era observada como el eje nuclear de la familia, debido a su quehacer cotidiano; sin embargo, el verdadero guía y jefe familiar era el padre. Él siempre era visto como el líder del hogar y el encargado de velar por el bienestar de sus familiares, de exigir por el cumplimiento de las tareas y de los deberes de cada uno de ellos, era visto como un ejemplo para sus hijos.
El hombre es una figura fundamental en la sociedad; por consiguiente, dentro de la literatura se ha convertido en una de las temáticas más abordadas. En él se reconocen la valentía, fuerza, inteligencia, así como su papel de padre.
Liana de Lux en sus obras toca este tema en los poemas “Ecce Homo” y “En una tarjeta marcado el libro”. El primero de ellos es una descripción tanto física como moral de su padre, en él reconoce el enfrentamiento ante las situaciones que caracterizaban la sociedad. De igual forma, hace una caracterización con el uso de elementos naturales que lo definen como: Tienes alma de cóndor, y es de roble//Tu aspecto altivo y tu mirar profundo.
También aparece referida una personificación que expresa: “oro nauseabundo”. Por otra parte, expresa que, a pesar de sus actitudes y su comportamiento, ella lo quería y reconocía sus cualidades: Tienes la heroicidad de los que esperan, // Por eso te amo tanto “Padre Mío”.
Por otro lado, en “En una tarjeta marcado el libro” hace referencia a la mitología griega al establecer una comparación con una de las figuras de ese período como lo fue Galahad, caballero de la leyenda del rey Arturo y quien culmina la búsqueda del Santo Grial, el cáliz sagrado usado por Jesucristo en la Última Cena que solo podía ser encontrado por alguien de corazón puro.
Esto se corrobora a partir de lo siguiente: Se acabaron los tiempos// Del bravo Galahad. Además, resulta importante destacar la utilización de la palabra General como epíteto aludiéndose a su padre, hombre que en la guerra de independencia cubana alcanzó tal grado militar y se destacó por sus responsabilidades y, de igual forma, era el jefe o líder de la familia Milanés-García.
Producto de las transformaciones en el tránsito de la etapa colonial a la neocolonial, se suscitaron una serie de acontecimientos que influyeron en la sociedad cubana. El patriarcado y la dependencia económica por un lado; y por otro, flagelos sociales como la prostitución, el vicio, los juegos ilícitos, la corrupción, entre otros, se insertan en una larga lista que frustraron una seudorrepública debido “a las nuevas relaciones de dominación [y a la generación de] una cultura con similares pretensiones liberadoras, antitéticas del poder, surgida como expresión de un conflicto con sus circunstancias” (Saínz, 2003, p. 7).
Estas profundas transformaciones llevaron a personas a asumir posturas diversas en su actuar. Actitudes como el suicidio, es considerado como “un fenómeno consecutivo a un gran número de causas diversas, que se muestra con caracteres muy distintos” (Durkheim, 1897, p.2) y ello ha sido una de las razones por las cuales el hombre ha estado alerta y suscitado comentarios desde diversas aristas como en la literatura, donde es vista como una condición romántica que se ha acercado sistemáticamente, ya sea por la ficción o por el hecho en sí, como lo fue el caso de la poetisa María Luisa Milanés.
El suicidio fue el único camino encontrado por ella para solucionar sus problemas e insatisfacciones; pero no se cree que le haya sobrevenido esa decisión en un acto de furia incontrolada, sino que fue algo meditado, sopesado. Prueba de ello son sus poemas: “Ya yo me voy consciente” y el poema de significativo título, “Epitafio”, muestra de su rotunda voluntad.
“Ya yo me voy consciente” es el poema que refleja la decisión de abandonar la vida y hecho premeditado por ella. Los versos siguientes lo evidencian: Que yo me voy, consciente y abstraída// Embriagada, arrobada, intensamente// En mi placer de abandonar la vida. Expresa también que el hecho de su partida no sea tomado por sorpresa, describe el momento de su partida y el encuentro con la muerte. En ese sentido, emplea verbos en tiempo futuro: alumbrarán, haré, soñaré y el uso de sustantivos y adjetivos para adornar el acto de suicidio que cometería: partida inesperada, último empeño, Ni turbe mi silencio, Mi soledad final, Postrero de ilusión.
De igual modo, utiliza elementos naturales para enfatizar la cubanía que tanto la caracterizó cuando dice: Colocad sobre las campanillas// Azules de la vega, las sencillas// Florecitas del campo, sin cultivo. En este, como en otros poemas, está presente el recurso encabalgamiento, corroborándose de esta manera: Para que mullan mi tranquilo sueño// Y recojan así mi último empeño. También, se observa en su poema la mención de uno de los escritores más renombrados en el campo de las letras, el mexicano Amado Nervo, con quien comparte el Modernismo en el tiempo: Y colocad debajo de mi cabeza// Unos versos de Nervo, con terneza//, Para que mullan mi tranquilo sueño// Y recojan así mi último empeño.
“Epitafio”, además de ser su poema más significativo y conocido, es el que resume su decisión de abandonar el mundo terrenal y donde expresa su deseo después de su muerte: ¡Silencio y paz para la tumba mía!// ¡Por lo menos allí ni un comentario! En estos versos pide una piedra blanca y sin pulir, dado el alto valor significativo, teniendo en cuenta su consistencia, textura, utilidad y belleza. Para ella, era símbolo de amor, vida y, sobre todas las cosas, expresaba todo lo que no logró, expresándolo en los siguientes versos: Quiero una piedra blanca y no pulida//Sobre la tierra que mis huesos cubra. Se observa la presencia de elementos naturales como son: flores, tierra y piedra y el color blanco como símbolo de pureza, de sobriedad y paz.
En general, puede establecerse como regularidad que la poesía cubana ha estado permeada por grandes voces como las ya mencionadas, coincidiendo ellas en temáticas y algunas en cuanto al período y movimiento artístico en el que se han desarrollado. De igual manera, son reconocidas como ejemplos de la cultura, el patrimonio y la realidad de la Cuba de los siglos XIX y XX.
También, en la poética de María Luisa Milanés, pueden determinarse que los motivos recurrentes alcanzan valor simbólico en algunos momentos, observándose en ellos una continuidad de la tradición lírica femenina y la expresión cultural. En consecuencia, se recrean a partir de las temáticas que constituyen expresión del patrimonio cultural bayamés y nacional. Estos motivos recurrentes señalados en esta investigación terminan siendo reflejo de la cotidianidad, de una forma liberadora del pensamiento femenino de la etapa seudorepublicana y, sobre todo, del debate de la mujer con los prejuicios que la encadenaban.
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Gómez de Avellaneda, Gertrudis (2003): La noche de insomnio. La Habana, Cuba: Editorial Letras Cubanas.
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Matamoros, Mercedes (1895). “En la muerte de Martí” Recuperado de: https://www.poeticous.com
Muñoz Maceo, Lucía (2013). El canto de la Calandria. Bayamo, Cuba: Ediciones Bayamo.
Parra Noguera, Virginia. (2012). Análisis temático de tres poemarios de Lucía Muñoz Maceo. (Tesis de Maestría). Centro Guillén, Camagüey.
Paz, Octavio (1983).Tiempo nublado. Barcelona, España: Seix Barral.
Revista Orto, 31 de mayo de 1920, No. 15, p. 15-37.
Revista Orto, noviembre de 1926, No 19, p. 7.
Rocasolano, Alberto (1985). Poetisas cubanas. La Habana, Cuba: Editorial Letras Cubanas.
Rodríguez, Edgardo Hinginio: Entrevista grabada, 15 de julio de 2014.
Anónimo (1999). Románticos del XIX. Ciudad de La Habana, Cuba: Editorial Gente Nueva.
Romero, Cira (2006). Mi desposado el viento. La Habana, Cuba: Editorial Letras Cubanas.
Yáñez, Mirta (2000). Cubanas a capítulo. Santiago de Cuba, Cuba: Editorial Oriente.
Saínz, Enrique (2003). “La época 1899-1958: visión de conjunto”, en Historia de la Literatura Cubana, tomo II. La Habana, Cuba: Editorial Letras Cubanas, p. 5-10.
“Hago como Espartaco”
Ya decidí, me voy, rompo los lazos
Que me unen a la vida y a sus penas,
Hago como Espartaco
Me yergo, destrozando las cadenas,
Que mi existir tenía entristecido
Miro al mañana y al ayer y clamo
¡Para mayores cosas he nacido
Que para ser esclava y tener amo!
El mundo es amo vil, enloda, ultraja,
Apresa, embota, empequeñece, baja
Todo nivel moral, su hipocresía.
Hace rastrera el alma más bravía
Y ante el cierto y la bala, ante las penas
Rompo como Espartaco, más cadenas (En Revista Orto, No. 15, p.38).
“Vía crucis”
Tus dulces ojos de llorar cansados,
Tu boca, que ha olvidado la sonrisa,
Tu corazón, que lleva la divisa
Del que murió en Salém crucificado.
Tu cabeza, que el golpe de la pena
Trocó, de ala de cuervo, en nieve pera,
Tus manos blancas, tu mirada oscura,
Tu voz de llantos, de sollozos llega.
Todo me dice a una
Que andar no puedo más.
Ven llegaremos.
Apóyate en mis hombros, que aún altivos
Verán nuestra silueta por la vía.
Nos falta poco ya, descansaremos
¡A la sombra del roble, Madre Mia! (En Romero, 2006, p. 160).
“ECCE HOMO”
Ciego el brillo del oro nauseabundo,
Sordo al silbido de la siempre innoble.
Tienes alma de cóndor, y es de roble
Tu aspecto altivo y tu mirar profundo.
Evoco en mi pesar la gallardía
Con que afrontas las iras del momento,
Álgido, que tu fe forma del día
Viene a mi nombre lo que fue lejano.
Dicha que huyó, placeres que no vuelven,
Y en el “será” -que llega incierto- ufana
Tus níveas canas, tu sonrisa fría,
Tu frente enhiesta, tu sentir bravío.
Tienes la heroicidad de los que esperan,
Por eso te amo tanto “Padre Mío” (En Revista Orto, No. 15, p.32).
“En una tarjeta marcado el libro”
Se acabaron los tiempos Del bravo Galahad,
Aquel de frente altiva
Y de brazos capas.
Aquel del tiempo bueno,
Del cáliz de General,
De armadura de acero
Y de tirano audaz.
Guerrero que a una dama
Desatendió jamás
¡Se acabaron los tiempos del bravo Galahad!
Las cosas han cambiado
No hay cortesía ya,
Damas y caballeros
Revueltos siempre van.
Ellos no se preocupan,
Pero ellos siempre están
Recordando la historia
Del bravo Galahad.
Aquel del tiempo bueno
Del cáliz de General.
¡Guerrero que a una dama
Desatendió jamás! (En Revista Orto, 1926, p. 7).
“Are, Dilecto”
Quiero ser tan útil, tan silenciosa
Tan tara, tan lejana, tan endeble,
En la expresión de mi recuerdo fiable
De mi amistad intensa, pura, hermosa.
Que no quiero volver a tu memoria,
Sino en el giro de una cosa vaga,
Cuál personaje de una ajena historia
En que la mente, abulia, deroga.
No quiero que tu vida indiferente
Se conmueva al recuerdo de mi paso
En esta vida cruel, dura, inconsciente.
No quiero levantar en tu pasado
Fantasma alguno de pesar o duda.
Alguien, que parte lejos, te saluda (En Romero, 2006, p. 166).
“Demasiado tarde”
Pasarán lo dolores, concluirán las tristezas,
Tomará tu vértigo de loco desatino,
Y tornándose ruinas las frívolas bellezas
Por las que hoy menosprecian un don raro y divino,
Quizás cuando comprendan que ya no hay esperanza,
Que todo ha concluido, que huyó la juventud,
Que lo que ansiaste tuyo se esfumó en lontananza,
Y tu razón descentre tu forzada quietud.
Recordarás mi nombre, me llamará tu boca,
Me desearán tus ojos, me buscarán tus pasos,
Me nombrarás a gritos con insistencia loca,
Se nublará tu vista, me tenderás los brazos,
Maldiciendo el pasado con su crueldad cobarde,
Y será todo eso ya demasiado tarde (En Revista Orto, No. 15:p.35).
“La fortuna, voluble te ha dejado”
¡Cuánta mujer se te ofreció, ironía!
¡Cómo a tu paso elogios escuchaste!
¡Cómo lloró tu pena sombría!
¡Cuánto oro ante tu cara amontonaste!
Tu vida completamente diligente.
La fortuna, voluble, te ha dejado
Un corazón amante y reverente,
Callado, fiel, paciente y reservado.
Un corazón que ignora los rencores,
Que dejas, en voluble indiferencia,
Y vuelves a tomar en tu inconsciencia
Y te hayas siempre, ansiando tus amores.
¡Un corazón que si en tu ausencia llora,
Al verte, olvida agravios y te adora! (En Romero, 2006, p. 165).
“Ya yo me voy consciente”
Cuando salgáis del estupor inmenso
Que os cause mi partida inesperada,
No me aflijáis con un pesar intenso.
¡El llanto no devuelve nunca nada!
Colocad sobre las campanillas
Azules de la vega, las sencillas
Florecitas del campo, sin cultivo,
Que tanto quiero mientras tanto vivo.
Y colocad debajo de mi cabeza
Unos versos de Nervo, con terneza,
Para que mullan mi tranquilo sueño
Y recojan así mi último empeño.
Que nadie me acompañe ni me llore,
Ni turbe mi silencio, ni profane
Mi soledad final; nadie me llame.
Nadie ni sollozar jamás añore,
Que yo me voy, consciente y abstraída
En el silencio inmenso de la noche,
Y alumbrarán los astros el derroche.
Postrero de ilusión que haré en mi vida.
Pues soñaré que llegas a mi lado,
Que olvidas tus rencores y locuras,
Que vuelves a las dulcidas ternuras
De aquel tiempo tranquilo que ha pasado.
Yo soñaré que llegas y me besas,
Me escudas en tus brazos, y en ternezas
Nuevas y viejas, mi dolor arrullas,
Y que cambias mi llanto en alegría.
Y tu alma transubstancias en la mía.
Que me posees en cuerpo y alma, toda,
Libre de la impureza que hoy enloda
Todo lo natural; y en lo exceso
De un espasmo mental de la materia.
De amor estallará la grande arteria
Y te daré mi vida con un beso…
Y cuando en ese ensueño haya partido
Al lejano país de lo intangible,
Obtén de todos general consenso.
De no llorarme, ni sentir intenso pesar
por mi partida inesperada.
¡El llanto no devuelve nunca nada!
Pon sobre mí las bellas campanillas
Azules de la vega, las sencillas
Florecitas del campo, sin cultivo,
Que tanto quiero mientras tanto vivo…
Y colocad debajo de mi cabeza
Unos versos de Nervo, con terneza,
Para que mullan mi tranquilo sueño
Y recojan así mi último empeño.
Que nadie me acompañe ni me llore,
Ni turbe mi silencio, ni profane
Mi soledad final; nadie me llame,
Nadie ni sollozar jamás añore;
Que yo me voy, consciente y abstraída
Embriagada, arrobada, intensamente
En mi placer de abandonar la vida (En Revista Orto, No. 15, p.37).
“Epitafio”
Quiero una piedra blanca y no pulida
Sobre la tierra que mis huesos cubra,
Sin cruz, que una muy grande arrastré en vida.
No quiero que ninguno se descubra
Al detenerse ante la tumba oscura
De quien murió de angustias y amargura.
Ni un nombre, ni una fecha, ni unas flores
Quiero sobre la piedra, ni oraciones,
Ni llantos ni recuerdos, mis amores
Que olviden, y también mis aflicciones,
Los que en la vida vieron en voltario
Giro mis pasos por la senda umbría...
¡Silencio y paz para la tumba mía!
¡Por allí ni un comentario! (En Romero, 2006, p. 163).