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Revista Digital de la Unidad Académica de Docencia Superior,
Universidad Autónoma de Zacatecas, ISSN: 2594-0449.

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Publicaciones

Aportes desde Wittgenstein y Freud a la clínica lacaniana de la psicosis por Catalina Pérez Caicedo

Enero-julio 2020, número 22.
Autor: Jorge Pérez Cortés. Título: Chica superpoderosa. Técnica: Litografía y serigrafía. Medidas: 39 X 60 cm. Año: 2004.

Pérez Caicedo, Catalina. (2020). Aportes desde Wittgenstein y Freud a la clínica lacaniana de la psicosis. Revista digital FILHA. Enero-julio. Número 22. Publicación semestral. Zacatecas, México: Universidad Autónoma de Zacatecas. Disponible en: www.filha.com.mx. ISSN: 2594-0449.

Handle: http://ricaxcan.uaz.edu.mx/jspui/handle/20.500.11845/1365

Catalina Pérez Caicedo. Colombiana. Psicóloga egresada de la Universidad de Nariño, Colombia. Maestranda de la Maestría en Psicología Clínica de la Universidad Autónoma de Querétaro, México. Miembro del grupo de Investigación “Libres Pensadores” del programa de psicología de la Universidad de Nariño. Contacto: catalinaperezcaicedo@hotmail.com. https://orcid.org/0000-0003-0401-0831

APORTES DESDE WITTGENSTEIN Y FREUD A LA CLÍNICA LACANIANA DE LA PSICOSIS

Contributions from Wittgenstein and Freud to the Lacanian clinic of psychosis

“Qué bien razona ese hombre; los lunáticos siempre
 lo hacen, dentro de su propio ámbito”

Bram Stoker

Resumen: El presente artículo desarrolla la clínica de la psicosis en función de las posibles articulaciones derivadas de la mirada psicoanalítica y de la relación teórica entre Lacan y autores como Wittgenstein y Freud. En primer lugar, realiza una posible articulación entre la cuestión lógica wittgensteiniana del lenguaje y la concepción lacaniana de la psicosis y su clínica. En segundo lugar, estructura algunos conceptos claves de la obra de Freud que son retomados por Lacan para el fortalecimiento de su teoría de la psicosis. Por último, aborda el método analítico para la intervención y abordaje de la psicosis de acuerdo a lo expuesto por Lacan.

Palabras clave: lenguaje, clínica de la psicosis, psicoanálisis.  

Abstract: This article deals with psychosis clinic based on the possible articulations derived from the psychoanalytic view and the theoretical relationship between Lacan and authors such as Wittgenstein and Freud. First, it makes a possible articulation between the Wittgenstein´s logical about language and Lacan´s conception of psychosis and its clinic. Second, it structures some key concepts of Freud's work that are retaken by Lacan for the strengthening of his theory of psychosis. Finally, it deals with the analytical method for the intervention and approach of psychosis according to Lacan.

Keywords: language, psychosis clinic, psychanalyse.

 

Introducción

La psicosis, al ser una modalidad de lazo que plantea un abordaje diferente al que se tiene en el ámbito clínico psicoanalítico enfocado en su mayoría en la atención a las neurosis, presupone principalmente su compresión a partir del posicionamiento del sujeto en relación con la estructura del lenguaje. La clínica está fundamentada en una mirada particular por parte del analista quien, al sumergirse en la realidad del psicótico, debe tener en consideración todos los aspectos y fenómenos implicados en la relación discursiva dada en el espacio analítico como en la vida del sujeto. Para Lacan, el trabajo analítico con la psicosis parte principalmente de “una renuncia a toda toma de partido en el plano del discurso común” (Lacan, 1984, p. 194). [i] Está basada en un discurso diferente, en el cual, se articula algo que se le escapa al sujeto en relación a los elementos propios de su lenguaje que se encuentran en el orden de los fenómenos elementales.  

La construcción del abordaje teórico-clínico de la psicosis en el ámbito psicoanalítico ha sido conformada por diferentes influencias y desarrollos, tanto conceptuales como prácticos, que han conllevado a su fortalecimiento, lo que permite develar las diferentes formas en las que su concepción puede ser abarcada. De este modo, para mostrar lo anterior, el presente artículo propone (1) una posible articulación entre Wittgenstein y Lacan, (2) un retorno a las proposiciones de Freud, y (3) una mirada lacaniana de la psicosis y su clínica. 

En primer lugar, partiendo del objetivo de Wittgenstein, a saber, la articulación del lenguaje con el mundo y lo que éste acarrea y considerando que este autor no retoma de manera principal aspectos teórico-prácticos propios del psicoanálisis, da paso a la posibilidad de articulación y/o enlazamiento entre las concepciones lacanianas de la psicosis y las elucidaciones wittgensteinianas en relación con el lenguaje.  

El artículo trabaja con algunos parágrafos de textos principales como el Tractatus Lógico-Philosophicus (1921) e Investigaciones filosóficas (1953), frente a los cuales cabe tener en cuenta que su claridad e importancia en las concepciones de los estudios que se realizan en las diferentes disciplinas, mantienen una validez y relevancia en la actualidad. Estos escritos muestran que, la perspectiva de Wittgenstein estaba enfocada en el estudio lógico de aspectos notables y principales como lo son la realidad, el lenguaje, la ciencia, los valores, entre otros, en los cuales su intención no era elaborar una teorización ni ontología, sino trabajar de una manera en que se expusieran elucidaciones que abarcaran su concepción y desarrollo de estos.

En segundo lugar, el retorno a Freud busca la constitución de sus postulaciones y aportaciones en torno al análisis de la paranoia y simultáneamente de la psicosis propiamente dicha. Son retomados los aspectos fundamentales de la teoría de Freud, por ejemplo, el papel de la función del padre y el delirio, entre otros, que brindan a Lacan la posibilidad de avanzar teórica y clínicamente en su estudio sobre la psicosis. De tal manera que, reelabora y somete a cuestionamiento la manera en cómo era concebida la llamada “locura”, la cual, para Lacan, se constituía a partir de las nociones hegelianas y presentaba una diferenciación con lo que él denominaba como psicosis.

En Acerca de la causalidad psíquica Lacan presenta a la locura como “fenómeno de locura” basada en hechos observables, estando implicada la inmediatez de las identificaciones. Hace énfasis en que, si entre el sujeto hablante y el ideal simbólico no se encuentra alguna encarnadura del Otro, es decir, si en lo anterior se da una unión directa, se puede hablar de locura.  Eidelsztein (2001) resalta que una de las propiedades principales de las enseñanzas de Lacan es la asignación de un lugar específico a la locura, distinguiéndola a partir de su ubicación propia de las estructuras clínicas. La ubica fuera de la lógica del intervalo (neurosis y perversión) caracterizada por la extracción del objeto y de la holofrase (psicosis, debilidad mental, respuesta psicosomática) diferenciada por la ausencia de la extracción del objeto a.

Finalmente, en relación con la psicosis y su abordaje clínico, Lacan da un giro a las ideas y nociones psiquiátricas que se tenían sobre ésta. Tal giro permite una visión que encierra diferentes aspectos, conceptos y temas que conforman la etiología, fundamentación y conceptualización de la psicosis, dando paso a una mirada analítica que difiere de lo que normalmente se conoce. Un ejemplo de esto es el término Verwerfung (forclusión) que como mecanismo abre las puertas a una concepción que se sale de lo esquemático y encontrado en el estudio de las neurosis. Por ello, el seminario 3 Las psicosis (1953-1956) es tomado como el principal texto, ya que aporta un énfasis único en la práctica analítica en relación con la modalidad de lazo mencionada. El objetivo de este apartado se basa en enfocarse en la clínica de la psicosis, en la intervención analítica y en los aspectos fundamentales a tener en cuenta.

 

La lógica wittgensteiniana del lenguaje y su relación con la psicosis

Para poder entender el anclaje entre las elucidaciones wittgensteinianas y lacanianas cabe tener en cuenta que estos dos autores toman al lenguaje en su carácter universal, haciendo énfasis en la constitución de la realidad a la que éste da lugar. Lacan plantea la concepción y entendimiento del lenguaje en términos de universalidad. Habla sobre cómo éste opera y determina en el sujeto en cada aspecto de su vida, que lo sitúa más allá de su uso e influencia en el espacio analítico. De igual manera, en Wittgenstein la implicación de la cuestión lógica del lenguaje radica en la transversalidad a toda disciplina, por lo que el análisis lógico del lenguaje resulta ser el sustento en el cual están fundadas las actividades prácticas. En esta lógica, pueden ser identificadas dos similitudes entre las propuestas de ambos autores en relación con la función del lenguaje en la psicosis, entre las que se encuentran (1) el juego del lenguaje y (2) el papel del simbolismo, e inferir una tercera relación basada en el lenguaje de la psicosis como un lenguaje válido.

Con respecto al apartado sobre los juegos del lenguaje, el lenguaje cumple un papel fundamental en la clínica de la psicosis, en la cual el analista debe entender y sumergirse en el juego del lenguaje del sujeto psicótico. Para Wittgenstein (2003) representa aquella situación en la que las emisiones lingüísticas y las acciones están entrelazadas: “llamaré juego de lenguaje al todo formado por el lenguaje y acciones con las que está entretejido” (p. 25); es una forma de interactuar con otro, que ha sido posibilitada por prácticas que a su vez se encuentran viabilizadas y mantenidas por el lenguaje.  

El juego del lenguaje cobra sentido para los individuos según las experiencias y situaciones a las que se encuentren expuestos y la manera en que el lenguaje los atraviesa (Wittgenstein, 2003). La relevancia del uso del lenguaje, recae en el papel que juega éste en la realización de actividades y acciones que sustentan la manera en que sirve y se encuentra expuesto el juego del lenguaje en la vida del sujeto (Wittgenstein, 2003). Las palabras y los enunciados son utilizados para coordinar las actividades que las personas hacen en común, así de esta manera, adquieren un significado en un contexto específico, es por esto que Wittgenstein toma a una proposición como absurda en la medida en que intenta ser usada dentro de un juego de lenguaje al cual no pertenece.

En el caso de la psicosis, al ser el delirio uno de los aspectos más relevantes, y debido a que se encuentra constituido por el lenguaje y por ello estructura la realidad para el sujeto, da los elementos para su propio entendimiento (Lacan, 1984). El analista debe entrar en la significación del delirio para así poder proceder de manera efectiva y clara hacia la dirección de la cura e intervención en la clínica de la psicosis. Puesto que, en la interacción con ese otro sujeto, si no existe una relación o el mismo juego del lenguaje, la comunicación no será efectiva y en ese caso el analista no entenderá la lógica propia del discurso del sujeto psicótico, que corresponde directamente con su realidad.

Para Lacan (1984) es importante entender y analizar el lenguaje que se desarrolla en el delirio del psicótico al momento de trabajar en el ámbito clínico. Al estar sustentado por el neologismo, entendido como aquella forma especial de discordancia con el lenguaje común, caracterizado por mostrarse bajo la forma misma de significante y significación, da cuenta de que las palabras en la psicosis no se agotan en la remisión a una significación, sino que, “no remite más que a sí misma” (Lacan, 1984, p.52). A partir de Lacan se toma al neologismo como “la alteración en la función de la barra entre significado y significante” (Eidelsztein, 2001, p. 328) que da paso a la creación de un nuevo objeto.

Al tener en cuenta que el significado surge como un efecto de la operación significante en sí, el neologismo en la psicosis supone una ruptura del discurso manejada en la neurosis; el sujeto psicótico da cuenta de cómo las palabras de uso cotidiano que comportan una estructura neológica, no permiten nombrar y/o exponer la experiencia psicótica, es decir, las palabras, oraciones y expresiones usados por los otros sujetos no bastan para ejemplificar los fenómenos dados en la psicosis (Álvarez, 2008). “El neologismo impulsa la invención de un significante para una significación enigmática” (Álvarez, 2008, p. 363) que conlleva a una finalidad fundamentada en la contención y estabilidad subjetiva que se encuentra a la deriva. Dentro del neologismo, Lacan (2001) ubica la holofrase concibiéndola como frases y expresiones que no se pueden descomponer y que se refieren directamente a una situación tomada en su conjunto. Es la desestabilización de las funciones significantes debido a la ausencia de límite referida a la pérdida de la función del intervalo como lugar de localización del sujeto del inconsciente y del objeto a como causa de deseo (Eidelsztein, 2001).

En el segundo apartado enfocado en el papel del simbolismo, Lacan propone la institución de un juego que es regido por el lenguaje en donde una vez entrado en éste, los símbolos impulsan al sujeto a comportarse según lo que designan. Son aquellos que permiten la representación del mundo y la realidad. [ii] En este sentido, el simbolismo, en el caso de la psicosis, transmite la forma en como está configurada la realidad para el sujeto, delimitando los aspectos que le dan consistencia y significado al mundo de éste. El mundo, entendido como la totalidad de los hechos que se dan, y la realidad como la unión entre los hechos simples que se enuncian en proposiciones elementales verdaderas y los hechos negativos enunciados por proposiciones elementales negativas que son verdaderas (Wittgenstein, 1994), no difieren en su totalidad con el mundo de los otros sujetos.

Para Wittgenstein (1994) lo que garantiza la representación de la realidad radica en la forma fija del mundo dada por su consistencia en sí, esto es por sus objetos: “Es manifiesto que por muy diferente del real que se piense un mundo ha de tener algo en común con él -una forma-” (p. 21); “lo que constituye esta forma fija son precisamente los objetos” (p. 21).

Finalmente, se plantea una tercera relación que, si bien no está expresada en la propuesta de Wittgenstein, es posible establecer su construcción a partir de lo expuesto anteriormente. La validez del lenguaje del sujeto psicótico, descansa en que en la psicosis los sujetos hablan el mismo lenguaje que se da en la neurosis, ya que si no hubiese ese elemento de semejanza no se podría saber nada acerca de ello. Su validez se sustenta en que su lenguaje, las palabras, los retratos de los hechos que lo componen y las voces que se articulan en su delirio son lógicos para ese sujeto y eso es lo que se debe tener en cuenta. Lo anterior encuentra su sustento en el momento en que Wittgenstein toma a la función lógica del lenguaje como la descripción y enunciación de hechos, en donde una vez retratados, el sujeto puede hacer con las descripciones lo que desee; puede manipularlas en función del objetivo que persiga.

Cualquier proposición por compleja que sea, es lógicamente un retrato y por ende debe poder descomponerse en proposiciones elementales, simples y analizables, es decir, es analizable en términos de retratos proposicionales (Tomasini, 2017). Así, Wittgenstein da una concepción universal de todo lenguaje posible, en el cual no existe ninguna proposición en ningún lenguaje que no sea ni un retrato ni analizable. Lo que un retrato presenta es un hecho posible. Por lo cual, el lenguaje dado en la psicosis al componerse de proposiciones y retratos de hechos en el mundo del sujeto, es un lenguaje válido y posible de ser analizado.  

Lo anterior permite conjugar cómo la noción antigua de la psiquiatría respecto a la locura y la psicosis, que se enmarcaban principalmente en un lenguaje desordenado, irracional y desligado de lo “común o normal”, encuentra por medio de las concepciones psicoanalíticas y el diálogo con autores como Wittgenstein, la restitución de su discurso. Da cuenta la manera en que la teoría psicoanalítica, su clínica y abordaje de la psicosis da lugar a una concepción que la desliga de una noción deficitaria, confiriéndole de esta manera los aspectos teóricos-clínicos para ser abordada desde una perspectiva que se fundamenta en la estructuración de un lenguaje que contiene en sí elementos válidos para su abordaje y análisis sustentados en una base conceptual y práctica.

 

De la clínica de la psicosis y su concepción lacaniana. Psicosis: concepciones freudianas a través de Lacan

El retorno a los planteamientos freudianos se basa en situar las dificultades encontradas por Freud en el tratamiento psicoanalítico de la psicosis e indicar el modo en que Lacan las retoma y se apoya en ellas para introducir cambios y aportaciones que dieron paso a un cambio en su abordaje clínico. Lacan en Escritos I en su texto De un designio (1967) menciona cómo la re-lectura de las postulaciones freudianas no se refieren a un retorno de las fuentes en el sentido de una regresión, sino que éste adquiere un sentido diferente al momento de tratarse del abordaje de la topología del sujeto que se esclarece “por una segunda vuelta sobre sí mismo […] una posición desde donde el saber puede invertir efectos de verdad” (Lacan, 2009, p. 350).

El inicio de la conceptualización de la psicosis parte de la investigación teórica-clínica sobre la neurosis, en la que Freud establece un origen para ésta que involucra un conflicto psíquico como su aspecto desencadenador. En el Manuscrito H Freud menciona: “la representación delirante […] es la consecuencia de unas perturbaciones afectivas y debe su intensidad a un proceso psicológico” (Freud, 1998, p. 246-247). Posteriormente, en el Tomo XIX de las Obras Completas El yo y el ello y otras obras (1923 – 1925) desarrolla la etiología de la psicosis, señalando como principal consecuencia una “perturbación en los vínculos entre el yo y el mundo exterior” (p. 155),  a causa de la frustración generada por la denegación insoportable de un deseo por parte de la realidad, aspecto que conlleva a su vez al retiro de la libido de los objetos y a la construcción de un nuevo mundo, tanto interno como externo, envuelto en su totalidad por la fantasía psicótica. [iii]

En relación con las formaciones delirantes descritas por Freud, en su seminario 1 titulado Los escritos técnicos de Freud (1953 – 1954), Lacan retoma la relación y distinción entre lo imaginario y lo simbólico como una de las diferencias principales entre la neurosis y la psicosis, y hace alusión a que, en la reconstrucción de su mundo, el sujeto psicótico catectiza [iv] en primer lugar las palabras. De este modo, la estructuración del lenguaje y el lenguaje en sí mismo configuran el delirio psicótico y la fascinación del sujeto por la palabra; en el Seminario 3 Las psicosis, Lacan señala la frase aludida por Freud acerca del amor que tiene el sujeto paranoico frete a su delirio, en donde observa que esta relación –sujeto con su delirio- va más allá, ya que conlleva a un vínculo en el cual el sujeto psicótico “se aferra a su delirio como algo que es él mismo” (Sastre, 2017, p. 366).

Freud ubica la función de las formaciones delirantes en el tomo XIX El yo y el ello y oras obras (1923 – 1925) particularmente en el apartado titulado Neurosis y Psicosis (1924) como un parche colocado en el lugar donde “se produjo originariamente una desgarradura en el vínculo del yo con el mundo exterior” (Freud, 2006, p.157) ubicándolas de esta manera en función de una reconstrucción, aspecto que en el ámbito clínico conlleva a que los fenómenos propios de la psicosis estén ocultos y se presenten como un intento de curación teniendo como base el desarrollo de alucinaciones que correspondan con la nueva realidad creada. Lacan (1984) presenta un ejemplo de tal postulado al caracterizar las alucinaciones auditivas por ser escuchadas en lo real, aclarando que no se trata de una impresión o percepción por parte del sujeto, sino que se basa en una alucinación proveniente de lo real, es decir, para el sujeto psicótico habla algo de lo real. [v] 

Por otra parte, Freud aproxima la conceptualización de la Verwerfung (forclusión) del Nombre-del-Padre distinguida por producir una falla en la inscripción simbólica causada por la falta de inscripción de un significante ordenador de lo psíquico (Haydee, 2009). En este punto resulta importante tener en cuenta que, a lo largo de sus obras Freud caracteriza al padre en relación con su función ejercida en la vida tanto individual como grupal, es así como aparece un padre de la horda primitiva en Tótem y tabú y otras obras (1913 - 1914), un padre seductor en su análisis del caso Dora, un padre que influye en la constitución del fantasma –retomando el texto Pegan a un niño-, el padre de la cultura tal y como lo muestra en Moisés y la religión monoteísta, el padre imaginario y forcluido en sus Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia.

Si bien existen diferentes roles en función del padre, Lacan, en torno a la concepción freudiana del padre, resalta el escaso valor de los datos prehistóricos; rechaza la idea del padre como un dato natural. Tras la lectura de Tótem y tabú y otras obras (1913 – 1914) Lacan conceptualiza el padre simbólico a partir del asesinato del padre por parte de sus hijos (Le Gaufey, 2016). Así mismo, hace énfasis en que antes del Nombre-del-Padre como significante que nombra y posiciona al sujeto en el orden simbólico, históricamente no había padre, sino “toda clase de cosas” (Lacan, 1984, p. 436).

Al referirse al Nombre-del-Padre, Lacan retoma la noción de Verwerfung (forclusión), el cual aparece en la obra de Freud. Según Laplanche y Pontalis (2004) aparece de tres diversas maneras, una de las cuales concierne directamente a la psicosis y hace alusión a la existencia de un tipo de defensa en la que el yo rechaza una representación inconciliable hasta el punto en que se comporta como si dicha representación nunca hubiera aparecido (Freud, 2005). Este planteamiento es retomado por Lacan en la lectura El hombre de los lobos (De la historia de una neurosis infantil, 1918), en la que se determina que la Verwerfung es aquel mecanismo que es específico de la psicosis en donde un elemento queda rechazado, es decir, fuera del orden simbólico como si nunca hubiera existido e incluso el sujeto llega a: “no saber nada de la cosa, ni siquiera en el sentido de lo reprimido” (Lacan, 1984, p. 25) lo que conlleva al retorno de este aspecto en lo real. Se trata de la expulsión de un significante primordial, de la exclusión de un interior primitivo que se basa en un primer cuerpo de significante (Lacan, 1984).   

El término Verwerfung al ser traducido como forclusión por Lacan da paso a que el Nombre-del-Padre sea tomado como objeto de ésta, así, cuando éste reaparece en lo real, el sujeto es incapaz de asimilarlo generando un fuerte choque con el significante dando paso al desencadenamiento de la psicosis y, a su vez, a la función de la metáfora paterna que supone la sustitución de un significante catalogado como el deseo de la madre por otro, designado como el Nombre-del-Padre.

Con este punto, al ser la metáfora paterna la que habilita todas las significaciones, puesto que toda significación es fálica, da paso a inferir que en la psicosis ésta no opera debido a que el Nombre-del-Padre está forcluido. De igual manera, la función de este último se reduce a la imagen del padre proporcionando una reducción de lo simbólico a lo imaginario (Evans, 2007) y al no encontrarse integrado en lo simbólico, da como resultado un agujeramiento en dicho orden, caracterizado por ser el suceso que genera un aprisionamiento del sujeto psicótico en lo imaginario (Lacan, 1984).  

 

Clínica de la psicosis desde una mirada lacaniana

Para partir hacia el entendimiento de la clínica de la psicosis en Lacan es necesario tener en cuenta una de las principales enseñanzas y recomendaciones lacanianas. Lacan menciona y hace énfasis en que el mundo en el cual se desenvuelve un analista es el mundo de la palabra, por lo cual, todos los aspectos que éste remite y las implicaciones a las cuales conlleva adquieren un valor y papel relevante tanto en el analista como en el analizante, como es el caso de la psicosis en donde en el registro de la palabra son percibidos sus aspectos, refracciones y descomposiciones.  

Lacan ubica el desencadenamiento de la psicosis a partir de la aparición de la pregunta formulada al sujeto acerca del significante faltante, que se manifiesta por medio de fenómenos en el cual el conjunto de significantes se encuentra en juego. Es generada una perturbación del discurso interior en donde el Otro se presenta revelando su función propia, lo que retiene al sujeto a nivel del discurso que amenaza con desaparecer, es decir, faltar por completo. Del mismo modo, según Evans (2007) el deslizamiento constante del significado bajo el significante produce las holofrases y neologismos característicos de la estructura del lenguaje en la psicosis que se encuentran a su vez conectados directamente con las fallas en el proceso simbólico.

La relación establecida entre el sujeto y el significante, para Lacan, constituyen el núcleo de la psicosis, “el psicótico es habitado, poseído por el lenguaje” (Lacan, 1984, p. 358). La alucinación verbal caracterizada por presentar un sentimiento de realidad, expone cómo el sujeto se encuentra identificado en su totalidad con el yo con el que habla; establece una relación en la que él habla con su yo al tomarlo como un tercero que se enfoca en hablar y comentar las acciones que éste realiza. De esta manera, es necesario tener en cuenta y aceptar el testimonio del sujeto respecto a su posición frente al lenguaje –erotización o pasivización-, otorgándole la mayor significancia a las relaciones establecidas entre el sujeto y su lenguaje, pues como afirma Lacan en el seminario 17 El reverso del psicoanálisis (1969 -1970) “Nosotros somos sus empleados. El lenguaje nos emplea, y por este motivo, eso goza” (Lacan, 2008, p. 70).

La psicosis adquiere un tratamiento analítico enfocado en la concepción descrita por Freud en donde se considera que se encuentra por fuera del campo del método clásico del psicoanálisis, así Lacan (1984) rechaza el análisis limitado al orden imaginario: “nada se puede esperar del modo en que es explorada la psicosis en el nivel de lo imaginario, puesto que el mecanismo imaginario es lo que le da a la psicosis su forma, pero no su dinámica” (p.212). De manera análoga, la dificultad de abordar la psicosis es que se puede caer en el error de ubicarse en el lugar de la comprensión, esto es, tomarla como un fenómeno incomprensible debido a las significaciones que remite. Por ello, el analista debe evitar cohibir que la psicosis hable para poder observar la verdad expresada de manera explícita por medio del delirio.

En Breve discurso a los psiquiatras en 1967 Lacan menciona la figura del loco y su esclarecimiento en el psicoanálisis por medio de lo que él denomina como “otro centramiento”, es decir, la relación primera –la del significante-. Rechaza las concepciones ortodoxas y los intentos de tratamiento postulados por la psicología del yo o la teoría kleiniana, al señalar que el sujeto no le demanda al analista en este caso el pecho o la reconstrucción del Yo. En la psicosis no existe la demanda del a “su a minúscula él la tiene, es lo que él llama sus voces” (Lacan, 1967, p. 26); es por esto que el sujeto en la psicosis no se sostiene en el lugar del Otro, el objeto a él lo tiene a su disposición; es él como sujeto de goce quien se siente como depositario y el analista es vivido como “un sujeto animado de una voluntad de goce con respecto al paciente” (De Maleval, 2002, p. 327).

Desde una perspectiva general, el carácter clínico del sujeto psicótico se distingue principalmente por la existencia de una relación profunda con la realidad denominada por Lacan como delirio. En efecto, la existencia sincrónica del significante en este fenómeno se define por el hecho de que sus elementos “se aíslan, se hacen más pesados, adquieren un valor, […] se cargan de una significación a secas” (Lacan, 1984, p. 84.). Esta significación cobra para el sujeto un valor comprensible, puesto que, a pesar de que en sí no sabe cuál es, ésta se le impone y ocupa en su delirio el primer plano. Para Lacan la pregunta ¿Quién habla? debe dominar todo el problema que envuelve el delirio en la psicosis, ya que debe tenerse en cuenta que el sujeto articula lo que dice escuchar, lo proveniente de las voces.

Igualmente, Lacan propone que, en el momento de abordar al sujeto psicótico en la clínica, es necesario tener en cuenta que, en su delirio, de quien habla es, en primer lugar, de un objeto que es diferente a los demás debido a su unión: la “dialéctica dual: les habla de algo que le habló” (Lacan, 1984, p. 63) y, en segundo lugar, habla directamente de él, en la relación con su delirio. El sujeto comprende que algo que se le manifestó adquiere forma de palabra y le habla en lo real.

En concordancia con lo anterior, uno de los rasgos particulares y fundamentales en la clínica de la psicosis es que el sujeto articula todos los aspectos que conforman su delirio de una manera prolija, minuciosa y detenida en cada detalle, teniendo siempre en cuenta la seguridad de que los aspectos que plantea son cada vez más irreales. El sujeto psicótico admite que los fenómenos que se le presentan son de un orden distinto; él tiene en cuenta que su realidad no está asegurada, admitiendo, en cierto grado, su irrealidad. Sin embargo, en estos sujetos existe una certeza radical, ya que está seguro de que lo que sea que esté en juego le concierne, por lo cual, toma un valor de inquebrantable (Lacan, 1984).

Finalmente, el análisis del delirio muestra la relación subjetiva establecida con el orden simbólico donde son organizadas y desarrolladas cada una de las manifestaciones del inconsciente y a través del cual se observa cómo en éste, tomado como un campo de significación, se ordenan significantes con los cuales se debe partir para obtener de esa manera una adecuada indagación (Lacan, 1984) que permita abstraer la mayor información posible sobre la experiencia psicótica del sujeto, para así posteriormente formar una idea sobre ésta y trabajar a partir de ella. La intervención analítica sobre el delirio en la psicosis se basa en concebir qué sucede para un sujeto en el momento en que una pregunta viene de un lugar en donde no existen significantes que puedan responder a dicha pregunta, es decir, “cuando el agujero y la falta se hacen sentir en cuanto tal” (Lacan, 1984, p. 289).

En la elaboración delirante el analista puede observar y captar el modo en el que el sujeto da un lugar a su palabra:

 

Si sabemos escuchar, el delirio de las psicosis alucinatorias crónicas manifiesta una relación muy específica del sujeto respecto al conjunto del sistema del lenguaje en sus diferentes órdenes. Solo el enfermo puede dar fe de ello, y lo hace con gran energía (Lacan, 1984, pp. 298).

 

Aceptar y tener en cuenta el testimonio del sujeto respecto a su posición sobre el lenguaje y lo que a éste concierna, en este caso su delirio, son aspectos fundamentales para posibilitar el trabajo en el espacio analítico con el sujeto psicótico. Dell’Innocenti (2009) sustenta que, en ese momento en el que se presta atención a las articulaciones del sujeto en y a través de su delirio, se puede comenzar el análisis y trabajo a partir de la construcción del delirio hasta producir algo del orden del encadenamiento, que permita al sujeto reestablecer un orden y aislar de manera conjunta elementos propios de la metáfora delirante que generan en sí una solución precaria y no permiten la producción de un lazo social.

 

Conclusiones

Lo expuesto a lo largo del presente artículo permite destacar las siguientes conclusiones: en primer lugar, la exposición de la clínica de la psicosis a través de un recorrido teórico por referentes retomados por Lacan, entre estos, los trabajos de Freud y el planteamiento de la posibilidad de articulación entre las elucidaciones wittgensteinianas y las postulaciones lacanianas dan paso a una visión amplia acerca del papel que juega el psicoanálisis en la clínica de la psicosis. Al ser ésta una modalidad de lazo que plantea retos dentro del ámbito psicoanalítico, debido a los elementos que la componen –diferentes a los de la neurosis- propone en sí misma un abordaje teórico-clínico insertado en una nueva concepción sobre lo que es la intervención analítica.

En segundo lugar, al ser Wittgenstein uno de los filósofos que marcan una diferencia en el trabajo de las diversas disciplinas existentes, se puede observar cómo la elaboración de un marco conceptual, la construcción y aplicación de ciertos elementos propios dan paso al entendimiento de diversos problemas y su forma de abordaje desde una perspectiva lógica que brinda en su base, una conceptualización amplia y asertiva. Sus elucidaciones permiten posibles aplicaciones a otras postulaciones como las del psicoanálisis, específicamente la clínica de la psicosis a partir de Lacan. Los juegos del lenguaje como uno de los principales elementos que Wittgenstein introduce para clarificar y abordar los problemas representan una propuesta de ver el lenguaje como una manera de percibir la relación directa que existe entre éste y las situaciones que se presentan. La psicosis al estar completamente abordada por el lenguaje plantea la necesidad de que el analista tenga claro el juego de lenguaje que se encuentra en la psicosis, así como la conexión que existe entre lo que el sujeto psicótico testimonia y los efectos que tendrá el análisis en él.

El enfoque que estos dos autores proponen sobre el lenguaje, recae sobre el hecho de que no existe alguna actividad humana que no se encuentre constituida a partir del lenguaje y, en este sentido, el simbolismo permite dar cuenta de cómo el sujeto está impulsado por éste en su comportamiento. Esta acción implica la representación, tanto del mundo como de la realidad, que depende directamente de la manera -como es el caso de la psicosis- a partir de la cual el sujeto configura e interpreta su realidad por medio de elementos propios que le dan significado y consistencia al mundo del sujeto psicótico. Las voces articuladas en su delirio, su lenguaje y las palabras que lo componen le otorgan una validez a su lenguaje propio. Lo principal a tener en cuenta en el trabajo con la psicosis es que todas las elaboraciones y producciones que se dan son lógicas para ese sujeto y sustentan su mundo y realidad.

Por otra parte, como se pudo observar, el retorno a Freud en el campo de la psicosis se manifiesta a lo largo de las obras de Lacan orientadas en esclarecer este tema. El regreso y la re-lectura de las postulaciones freudianas encuentran su importancia en el momento de la intervención analítica. Como alude Lacan, ha existido en ocasiones una malinterpretación de lo expuesto por Freud, en donde ciertas corrientes se han alejado de los puntos principales de las postulaciones freudianas sobre todo en el campo de la psicosis. De igual manera, el aporte de Freud al resaltar las principales diferencias tanto teóricas como clínicas entre la neurosis y la psicosis permitieron la apertura de la investigación e indagación de ésta última. La psicosis, a partir del estudio realizado por Freud y Lacan, adquiere una fundamentación en relación con su análisis basada en la consideración de que se encuentra por fuera del campo del método clásico que se aplica en la neurosis; términos como Verwerfung –forclusión- y el Nombre-del-Padre, entre otros, hallaron su fundamento en Freud y fueron retomadas por Lacan para darles una ampliación y mayor veracidad en su aplicación en la clínica de la psicosis.    

Finalmente, el trabajo realizado por Lacan y sus aportaciones generan una orientación clara y determinada en cuanto a la concepción de la psicosis, ordenando, por medio de su enseñanza, una clínica que permite intervenir de manera singular teniendo en cuenta los aspectos y elementos principales que la permean. El énfasis puesto en la palabra y su relevancia en el trabajo psicoanalítico, recae en la relación del sujeto psicótico con la realidad por medio del delirio, a través del cual, el analista debe orientar su escucha e intervención para identificar quién está hablando, saber de qué se trata y a qué aspectos apunta. Como lo menciona Lacan, el sujeto articula lo que dice escuchar proveniente de las voces que se le imponen y delimitan en ocasiones su actuar.

La investigación y estudio realizado por Lacan, en su búsqueda de constituir las bases de la clínica de la psicosis y el énfasis que pone sobre diferentes aspectos como el delirio, el significante, el lenguaje, entre otros, muestra que, si bien aún no son claros ciertos aspectos, los conceptos fundamentales a tener en cuenta a la hora de abordar la psicosis están delimitados y especificados con el objetivo de no caer en una clínica que tenga como eje la concepción a partir del “déficit” de la psicosis planteado en la psiquiatría.  

 

Referencias

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Notas

[i] Lacan en el seminario 3 hace el señalamiento acerca de la posición psicoanalítica respecto al discurso de la libertad, enfatizando en que la clínica a partir del psicoanálisis no tiene como objetivo la emancipación, puesto que la considera en sí misma como delirante. Parte de la renuncia a todo discurso común en relación al estatuto del sujeto en la sociedad.

[ii] Tomasini (2017) en su libro “Explicando el Tractatus”, alude al igual que Lacan al simbolismo como el medio que permite la descripción de la realidad por medio del retrato de hecho

[iii] Freud deja abierta la posibilidad de la fantasía como material para la nueva realidad y mundo sustitutivos.

[iv] Catexis, traducida del alemán Besetzung referida a la descarga energética o cantidad energética dirigida hacia un objeto, representación, entre otros.

[v] Lo real es entendido a partir del hecho de que se encuentra garantizado e indicado por lo imposible, esto es, el límite de su consistencia (Zupancic, 2013). Lo real es aquello que no está en ningún lugar, pero que se supone para permitir el ordenamiento del campo del Otro.

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