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Revista Digital de la Unidad Académica de Docencia Superior,
Universidad Autónoma de Zacatecas, ISSN: 2594-0449.

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Reseña del libro: Cuarenteneando. Historias de vida de alumnas y docentes durante la pandemia de COVID-19 por Norma Gutiérrez Hernández

Enero-julio 2023, número 30.

Gutiérrez Hernández, Norma. (2024). Reseña del libro: Cuarenteneando. Historias de vida de alumnas y docentes durante la pandemia de COVID-19. Revista digital FILHA. Enero-julio. Número 30. Publicación semestral. Zacatecas, México: Universidad Autónoma de Zacatecas. Disponible en: http://www.filha.com.mx. ISSN: 2594-0449.

Norma Gutiérrez Hernández. Mexicana. Licenciada en Historia y Maestra en Ciencias Sociales por la UAZ; especialista en Estudios de Género por El Colegio de México y Doctora en Historia por la UNAM. Cuenta con Perfil PRODEP. Es integrante del CA Consolidado “Estudios sobre educación, sociedad, cultura y comunicación”. Pertenece al SNI. Es Docente-Investigadora en la Maestría en Educación y Desarrollo Profesional Docente y la Licenciatura en Historia, ambos de la UAZ. Orcid IDhttps://orcid.org/0000-0002-6861-2690 Contacto: normagutierrez17@uaz.edu.mx

RESEÑA DEL LIBRO: CUARENTENEANDO. HISTORIAS DE VIDA DE ALUMNAS Y DOCENTES DURANTE LA PANDEMIA DE COVID-19

Book review: Quarantining. Life stories of students and teachers during the COVID-19 pandemic

 

Como todas y todos lo vivimos y lo sabemos: hubo un mundo antes y otro después de la pandemia por COVID-19; todos los ámbitos de la vida fueron trastocados por el confinamiento que experimentamos en el 2020 y 2021. Uno de los más lastimados y que todavía no tiene una recuperación cabal fue el de la educación, de por sí ya con grandes áreas de oportunidad, tanto así, que en la actualidad sigue latente la huella que nos dejó, empezando por las reprobaciones, deserciones, ausencias, atrasos y carencias significativas en la formación académica; así como, un torbellino emocional, que no ha encontrado un cauce idóneo frente a lo que se vivió en la reclusión, desde lo que parecía una película de terror: el no poder ver, estar, abrazar, tocar, besar a las personas queridas en nuestras vidas, visitarlas, convivir con ellas, celebrar cumpleaños, navidad y fechas importantes, hasta el vivir día a día con el alma en un hilo, frente a las noticias que perturbaban nuestra salud mental y hacían que apareciera el temor frente a un posible contagio, sobre todo, en los puntos álgidos de la pandemia, aquellos en los que todavía se veían las “mañaneras” y conferencias, con el hombre mexicano más famoso de este contexto: el Dr. Hugo López Gatell.

Creíamos conocer casi todo de la pandemia, hasta que el libro Cuarenteneando. Historias de vida de alumnas y docentes durante la pandemia de COVID-19, coordinado por tres personas académicas de reconocida trayectoria académica: Judith Alejandra Rivas, René Amaro Peñaflores y José Luis Acevedo, nos mostraron lo contario con este proyecto editorial, mismo que integra diez y seis narrativas de su alumnado y dos de figuras docentes.

En este sentido, la obra tiene dos miradas sobre el fenómeno que ha derramado mares de tinta. La primera de ellas, la más extensa, es la de algunas alumnas de la Licenciatura en Pedagogía; y, la segunda, la de dos docentes, ambas de la Universidad Pedagógica Nacional. Unidad Zacatecas.

Al leer el texto, literalmente entras a la vida de las estudiantes, a sus vivencias, filias, fobias, hobbies, familias, pérdidas, disyuntivas, desafíos, logros y aprendizajes durante la pandemia. Naturalmente, en todo ello, está de por medio con lo que lidiaron en su formación educativa, uno de los principales aciertos del libro, porque retrata con maestría singular y de una manera sencilla y accesible, por lo que pasaron durante los más de veinticuatro meses de aislamiento.

Por supuesto, las vidas y percepción de las dos figuras docentes, que nos comparten también su sentir en el libro durante el encierro por este virus, nos colocan en una dimensión desconocida, frente a realidades que cotidianamente en las instituciones educativas pasan desapercibidas con el sector que tutela los procesos de enseñanza-aprendizaje: el quitarnos los grados, reconocimientos e indicadores académicos y, mostrar una vulnerabilidad cercana a la de sus alumnas, aunque desde otro rol. Por otro lado, esta profesora y profesor también nos regalan algo y mucho de sus vidas previas a la pandemia.

El libro comienza con las narrativas de quienes son nuestra razón de ser en la práctica docente: el alumnado, aludiendo a denominadores comunes que se encuentran en sus discursos, resaltando lo que ellas mismas denominan aciertos y, sobre todo, sus legados didácticos. Son textos resilientes que dejan aprendizajes enormes.

Así, a través de más de ciento cincuenta cuartillas, Maricruz Torres, Teresita de Jesús Sauceda, Natalia Nethzare Guzmán, Salma Xcaret Rodríguez, María Josefa Castillo, Fátima Raquel Regis, Galilea Rivera, Nayeli Michelle Soriano, Fátima Daniela Lacroa, Brenda Janeth Tiscareño, Daniela Itzel Veloz, Evelyn Elizabeth Reveles, María Fernanda Solís, Alondra Lizeth Valdez, Leslyl Patricia Solís y Lesly Dinorah Saucedo comparten sus memorias, vivencias, decisiones, soledades, problemas, confidencias, realidades que vivieron durante la reclusión.

De esta manera, en los diez y seis relatos de estas alumnas, precedidos por una presentación y una introducción precisa, un punto de coincidencia es el giro de 180 grados que experimentaron, al no poder salir fuera y convivir con sus familiares, amistades, novios, escuela, profesorado, compañeras y compañeros; una situación por todas y todos conocida, pero que cobra singular importancia cuando estas estudiantes las narran desde un nivel muy íntimo, personal, desde sus contextos al interior del estado de Zacatecas, mostrando problemáticas de gran envergadura. De lo más trascendental y, a la vez alarmante, fue el transitar que recorrieron hacia una emocionalidad mutilada; de ser personas alegres a convertirse en jóvenes “calladas, reservadas, con miedo” y deprimidas.

Otro denominador común en las historias de estas jóvenes, fue la alusión directa que hacen sobre su sentir y experiencias como alumnas, en un sistema educativo a distancia, aludiendo a buenas y no tan buenas prácticas docentes de quienes condujeron sus procesos de enseñanza-aprendizaje a través de una pantalla, móvil o de computadora. En realidad, este es un gran acierto en el libro, porque devela síntomas similares en la enfermedad que sufrió el sistema educativo nacional con la pandemia: no tenía defensas, no estaba vacunado para enfrentar el tsunami que representó la educación virtual.

Con muy contadas excepciones, se asevera que esa fue la realidad de todas las escuelas, en todos los niveles educativos; por eso, como ellas mismas lo comentan, también el profesorado conoció el zoom y el meet con el confinamiento, entre muchos otros conocimientos que con mucha presión y premura se tuvieron que adquirir.

Esta dinámica educativa en la pandemia fue la que alimentó las deserciones escolares, como ellas mismas lo documentan, no se acostumbraban a tomar clases en línea; debo decir que como docentes, a muchas y muchos nos pasaba igual, a veces se sentía que se le hablaba a la impresora o el horno, porque por más competencias digitales y didácticas, el alumnado estaba en una prueba de sobrevivencia, en un campo de batalla con sus familias, lidiando con la manutención, los espacios para tomar clase, los aparatos que no eran muchos en casa como las computadoras, tabletas y celulares, la inestabilidad del internet y un largo etcétera. Una alumna lo dice en términos muy sencillos:

 

La maestra está cumpliendo con dar su clase a las 8:00 a.m. de la mañana vía Zoom, pero ella no puede asegurar si el alumno realmente está aprendiendo, puesto que no puede ver a todos por cámara y no sabe si están escuchado, o si están prestando atención al tema, o si siguen en línea (Rivas, Amaro & Acevedo, 2023, p. 38). [i]

 

Las coincidencias en esto son abundantes en los relatos, hablan de la realidad educativa frente a los dispositivos:

 

Me causa risa mencionar que me levantaba cinco minutos antes de la clase, corría a lavarme la cara”, me peinaba un poco y encendía la cámara de mi computador. En una ocasión me sentía muy cansada, no tenía ánimos de levantarme, entré a la primera clase y no prendí mi cámara, entra mi hermana a mi habitación y se ríe al verme, literalmente estaba acostada, cobijada, casi dormida, pero con mi libreta tomando apuntes y escuchando (p. 38).

 

Las 16 autoras de las narrativas, muestran grandes áreas de oportunidad con algunas figuras docentes, quienes estaban a cargo de sus procesos de enseñanza aprendizaje. Asimismo, también relatan algunos aciertos:

 

Había maestros que realmente se preocupaban por mi aprendizaje y me dejaban trabajos extras, para que entendiera el tema. Un maestro en particular, que siempre me mandaba mensajes, para preguntarme cómo iba con las demás materias y si él me podría ayudar con algo. Todo eso me motivaba a seguir estudiando […] yo sentía el apoyo de la Universidad (p. 32).

 

Sobre el particular, también las educandas escribieron sus propios desaciertos: “no me daban ganas de entrar a clases” (p. 22); “viví dolores de espalda, viví esa frustración de no terminar un trabajo en tiempo y forma, viví la incertidumbre de que se fuera el internet y no poder entrar a clases, no escuchar bien una sesión o no entregar un trabajo a tiempo” (p. 32). Naturalmente, también se dieron cuenta de las enormes brechas económicas: “el sistema educativo está sólo enfocado para las personas con más posibilidades y que discrimina y hace a un lado a los individuos con pocos recursos” (p. 57).

En la recta final de la pandemia, las alumnas comentan que desarrollaron algunas prácticas en las escuelas, lo cual confirmó su vocación por la docencia, varias narran cómo les acogieron y cobijaron en los planteles escolares, fue una luz en el túnel que se comenzaba a desmoronar por las primeras salidas presenciales.

Un eje trasversal en todos los relatos de las alumnas fue su salud mental, su emocionalidad dañada, fue una situación que ameritó ayuda psicológica, incluso, todavía varias –como refieren- siguen en terapia. De hecho, ha sido uno de los lastres más difíciles de erosionar. Emociones variadas respaldan estos testimonios: ira, tristeza, frustración, decepción, dolor, vulnerabilidad, angustia, nervios, depresión.

En otro orden de ideas, uno de los mayores aprendizajes de estas jóvenes, de hecho, de los que más se disfruta en los relatos, fue percibir, hasta casi sentir a través de sus palabras, cómo valoraron lo que tiene más valor y, que a veces sólo se encuentra o sabe en una edad madura, o en el ocaso de la vida, a saber: la familia, las personas, quienes están allí en las buenas y en las malas.

Una pluma estudiantil dice sobre esto: “Aprendí que la familia siempre es la que está contigo” (p. 29); “¿Qué si he aprendido algo? Sí, creo que a valorar un poquito más el esfuerzo que hacen mis papás por apoyarme, porque a pesar de todo el desmadre que les he hecho, han estado conmigo” (p. 37). Otro más: “mis padres, ellos son los mejores maestros en mi vida” (67). 

En esta tesitura, también resaltaron el valor de vivir el presente, el ahora. Una alumna lo resume en estos términos “Aprendí que debemos vivir cada día, cada momento, dejando de lado los problemas, dado que no se volverán a repetir esos días de felicidad, cariño, afecto, risas, abrazos, días de familia, de amigos” (p. 28). Otra cita es muy elocuente:

 

No sé si la palabra gracias sea la correcta, pero agradezco todo lo que viví, sin duda me hizo ser una persona más empática con los demás y darme cuenta, que lo más valioso que podemos llegar a tener en la vida es la familia reunida, todos juntos y completos al final del día (p. 33).

 

Un testimonio más de los muchos que hay en el libro:

 

Entendí que debemos valorar los pequeños detalles, desde que uno se levanta y le da los buenos días a su familia hasta las buenas noches, es importante cada detalle, puesto que tu día a día, con una sola palabra puede cambiar tu forma de empezar (p. 133).

 

La pandemia abrió una posibilidad a cosas que antes no hacíamos, sobre todo por falta de tiempo, nuestra agenda -que otra vez comienza a ser complicada-, pero que en la pandemia nos dio un poco más de tiempo, porque todo era en casa y ahorrábamos minutos en muchas cosas. Así, las alumnas dicen que retomaron actividades que estaban olvidadas, empolvadas, o bien, otras que se forjaron con la reclusión, como los juegos de mesa y las pláticas con las y los integrantes de la familia. Entre otras temáticas que también refieren las alumnas, se encuentran las decepciones amorosas, las experiencias laborales que tuvieron ante el contexto económico adverso que se presentó en sus familias, muchas de ellas partiendo de sus propias iniciativas, por lo que algunas de ellas se convirtieron en emprendedoras, para contribuir a la economía familiar. Tuvieron un superávit favorable para su madurez: “aprendí el valor del dinero y el esfuerzo que hay detrás para conseguirlo” (p. 30). Asimismo, observaron lo complicado que fue trabajar y estudiar al mismo tiempo, con consecuencias negativas para esto último: “A muchas clases no entré y a otras tantas sí. Dependía de cómo se acomodara mi horario. Para mí que me tocaran clases en la tarde, era la mejor opción” (p. 31).

El libro también tiene un rostro de género, no es extraño, considerando la autoría de las narrativas; por ejemplo, con los quehaceres domésticos. Una alumna resume lo que fue común para las mujeres en la pandemia: “barrer, trapear, limpiar […] yo creo que no había hecho tanto quehacer” (p. 35). Sobre el particular, la ONU reconoció en su momento cómo las mujeres fueron el sexo que soportó sobre manera las consecuencias de la pandemia, tanto por lo que refieren las alumnas como las tareas domésticas, a la par que las cuestiones sanitarias y los trabajos de cuidado a personas enfermas (Mlambo-Ngcuka, 2020). En las narrativas, la perspectiva de género también refiere lo que es la mayor demanda del movimiento feminista: una vida libre de violencias. Sólo cito un testimonio:

 

Vivo con el miedo de que alguna vez sea yo la que salga en las noticias, esas noticias del diario que están informando que la delincuencia ha aumentado y ha quitado varias vidas de jovencitas por el hecho de ser mujeres, nos arrebatan la vida y nunca se percatan de que tenemos sueños y, cuando nos arrebatan la vida, no saben el gran dolor que les dejan a nuestros seres queridos. Me da fobia salir a la calle, no me siento segura, veo a una persona detrás de mí y ya le estoy marcando a mi mamá en todo el trayecto hacia mi casa, porque ya no es seguro andar por la calle, ya es riesgoso desde las 7 am. que tomas el camión para ir a tu escuela (p. 136).

 

Desafortunadamente, algunas de ellas sufrieron todos los tipos de violencias, al protagonizar un enlace matrimonial con hombres violentos. La historia de una alumna es elocuente y muestra la realidad que viven muchas jóvenes que van a dar a casa del suegro y la suegra:

 

Siempre tuve presente que estuve conviviendo con una familia machista y misógina, que le quitaba sus más grandes sueños a su hija y a su nuera y apoyaba a los hombres machistas y abusadores desde la propia madre, que tampoco supo darse su lugar como ser humano y mujer […], las semanas pasaban y pasaban, ya no tenía incluso percepción de espacio y tiempo, sólo sabía que despertaba, amamantaba, cocinaba, lloraba y esperaba que un día todo mi sufrimiento terminara (p. 49).

 

Asimismo, es significativo cómo el libro, narra varios episodios que sufrieron las alumnas de uno de los temas pendientes en la agenda feminista: las feminidades tóxicas o violencias entre mujeres, tanto en contextos formales como en los de carácter informal (Gutiérrez, 2023). También hubo otras caras de la moneda, como algunos atisbos de empoderamiento femenino: “Aprendí que ya no debo confiar en cualquier persona, que ahora lo que importa es mi felicidad, importo solamente yo y yo y yo” (p. 37); “El amor que considero más importante es el amor propio” (p. 109).

Las diez y seis historias de las alumnas también hablan de sus pérdidas, tanto familiares como de amistad, tocando incluso el tema del suicidio. En este tenor, el libro es también un homenaje a las personas que ya no están, porque sus nombres, parentesco y situaciones que vivieron fueron registradas por estas autoras.

Tristemente, el libro, en medio del contexto tan difícil que narra de la pandemia, también refiere lo que ya es un denominador común en Zacatecas, que cotidianamente siembra miedo y horror, cuyas noticias no dejan de sorprender. Por ello, algunas de las estudiantes hablan del Estado alterno en el libro. Así, una alumna comparte esto:

 

La vida en México está difícil, no sabes en qué momento te puede tocar despedirte de este mundo debido a la inseguridad, y en la pandemia en mi municipio me tocó vivir una de las épocas más terribles, una noche estábamos mi mamá y yo en su habitación viendo una película, en la película había disparos, pero mi mamá escuchó como algo extra similar a la película, me dijo ponle pausa, en cuanto pausé la película comenzaron ráfagas de disparos de armas muy fuertes, mi mamá y yo corrimos a mi habitación que está más cerrada y nos pusimos debajo de la cama (p. 24).

 

En la antesala de cierre de esta reseña, comento que fue un gran acierto este proyecto editorial, qué certera la iniciativa de la profesora Judith Alejandra, al invitar a sus alumnas a escribir sobre lo que vivieron en el confinamiento. El resultado: narrativas a flor de piel, tan íntimas que muestran y enseñan la importancia de mirar al alumnado, con el valor del paradigma humanista, tanto referido en la Nueva Escuela Mexicana (Diario Oficial de la Federación (DOF), 2019) y la Ley General de Educación Superior (2021) (DOF, 2021), la empatía, nos invita a mirar las vidas, situaciones y experiencias de la comunidad estudiantil, para entender con lo que lidian, lo que traen, lo que les pasa, todo lo cual incide en sus aprendizajes y, a veces, como docentes no lo entendemos, sin contar que hay a quienes ni siquiera les interesa, aunque sea competencia de su práctica docente.

El libro termina con dos regalos, dos breves notas de capítulos de infancia y juventud en la vida de un profesor cincuentón (como él se nombra) y una maestra en su tercera década de vida. Él y ella nos narran sus peripecias y travesías para llegar a la formación educativa superior, misma que sustenta el lugar que tienen hoy en día como docentes en la Universidad Pedagógica Nacional en Zacatecas. También nos comparten situaciones amargas y tristes, algunas de las violencias de que fueron objeto y las ausencias de gran talante, que todavía les genera tristeza en sus vidas. Naturalmente, como Coordinadora y Coordinador del libro, también hablan de su experiencia durante el confinamiento, particularmente sobre su práctica docente. Los textos de estas figuras docentes están llenos de aprendizajes. El libro se queda para el presente y la posteridad, su lectura educará a las generaciones actuales y las futuras, el texto es “para que siempre haya memoria” de la pandemia, por el legado didáctico que nos dejó y que no debemos olvidar. Termino con esta cita de una alumna:

 

Uno de nuestros profesores falleció a causa del virus, el profesor Javier Everardo Pérez. Fue muy triste su muerte para nuestro grupo, porque fue de los mejores profesores que pudimos haber tenido, él siempre nos motivó y ayudó, se preocupó por cada miembro de mi grupo, sus clases eran divertidas y sumamente benéficas para nuestra formación universitaria. Sin duda, un gran ejemplo a seguir y un maestro inigualable, aprendí mucho con su ayuda y él hizo que me apasionara más esta hermosa carrera (p. 61).

 

Referencias

Diario Oficial de la Federación (DOF) (2019). Ley General de Educación. Recuperado de: https://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LGE.pdf

Diario Oficial de la Federación (DOF) (2021). Ley General de Educación Superior. Recuperado de: https://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LGES_200421.pdf

Gutiérrez, N. (2023). “Manzanas envenenadas” en las IES: rivalidad entre mujeres y alfabetización feminista. En Tirado, G. A., Rivera, E. & Gómez, L. E. (Coords.). Saberes, enseñanza y poder. Las mujeres rompiendo techos de cristal en el espacio público. Siglos XVI al XXI. México: BUAP, pp. 239-256. 

Mlambo-Ngcuka, P. (6 de abril del 2020). Violencia contra las mujeres: la pandemia en la sombra. Recuperado de:

https://www.unwomen.org/en/news/stories/2020/4/statement-ed-phumzile-violence-against-women-during-pandemic  Consulta: 8 de agosto del 2023

Rivas Hernández, Judith Alejandra; Amaro PeñaFlores, René y Acevedo Hurtado, José Luis. (2023). (Coords.). Cuarenteneando. Historias de vida de alumnas y docentes durante la pandemia de COVID-19. México: UPN-Taberna Libraria Editores.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


[1] En adelante, sólo se anotará el número de la página de donde se toma la cita.

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