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Revista Digital de la Unidad Académica de Docencia Superior,
Universidad Autónoma de Zacatecas, ISSN: 2594-0449.

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Publicaciones

Tratamiento comunicativo del periódico Granma a las revueltas sociales en Egipto y Libia de 2011 por Laura Vichot Borrego

Julio-diciembre 2021, número 25.
Autora: María del Carmen Orozco González. Título: Entre muros. Serie: En el océano. Técnica: Óleo/ Madera. Medidas: 33cm x 26 cm. Año: 2021.

Vichot Borrego, Laura. (2021). Tratamiento comunicativo del periódico Granma a las revueltas sociales en Egipto y Libia de 2011. Revista digital FILHA. Julio-diciembre. Número 25. Publicación semestral. Zacatecas, México: Universidad Autónoma de Zacatecas. Disponible en: www.filha.com.mx. ISSN: 2594-0449. Handle: http://ricaxcan.uaz.edu.mx/jspui/handle/20.500.11845/2776

Laura Vichot Borrego. Cubana. Licenciada en Periodismo, 2019. Maestrante en Estudios Sociales y Comunitarios. Profesora del Departamento de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad de Matanzas, Cuba. Imparte las asignaturas: Estudios de la praxis periodística, Comunicación y género, Periodismo de investigación, Historia de la prensa. Principales líneas de investigación: estudios teóricos de Comunicación/Periodismo; sociología de la producción informativa/construcción de la realidad. Miembro del proyecto internacional “Transversalización de la perspectiva de género en la carrera de Periodismo”. ORCID IDhttps://orcid.org/0000-0003-1493-2231?lang Contacto: lauravichot96@gmail.com y laura.vichot@umcc.cu   

TRATAMIENTO COMUNICATIVO DEL PERIODICO GRANMA A LAS REVUELTAS SOCIALES EN EGIPTO Y LIBIA DE 2011

Communicative treatment from the Granma newspaper to the social revolts in Egypt and Libya in 2011

 

Resumen. Este estudio se propuso caracterizar el tratamiento comunicativo del órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, Granma, a las revueltas sociales de 2011 en Egipto y Libia. A partir del análisis de contenido de 104 trabajos, dentro de los que se incluyeron los artículos del político cubano Fidel Castro Ruz, se comparó el tratamiento a los movimientos egipcio y libio. Según el diario mencionado, la lucha contra los círculos de poder en uno y otro país no gozó de igual autenticidad: si bien la causa del pueblo egipcio contra un gobierno de derecha, aliado de los Estados Unidos e Israel fue justa; en Libia, el movimiento contestatario estuvo subvertido. El tema se trabajó intencionadamente desde una jerarquización de la noticia, con fuerte énfasis en el conflicto, el carácter violento de los enfrentamientos y los reacomodos políticos resultantes.

Palabras claves: revuelta social, Egipto, Libia, Granma, tratamiento comunicativo.

Abstract. This study set out to characterize the communicative treatment of the official organ of the Communist Party of Cuba, Granma, to the social unrest of 2011 in Egypt and Libya. Based on the content analysis of 104 papers, including articles by politician Fidel Castro Ruz, the treatment of the Egyptian and Libyan movements was compared. According to the newspaper, the fight against the circles of power in both countries did not enjoy the same authenticity: the cause of the Egyptian people against a right-wing government (an ally of the United States and Israel) was just; in Libya, the protest movement was subverted. The issue was deliberately worked from a hierarchy of the news, with a strong emphasis on the conflict, the violent nature of the confrontations, and the resulting political rearrangements.

Keywords: social revolt, Egypt, Libya, Granma, communicative treatment.

 

Introducción

El movimiento contestatario que removió el mundo árabe en el 2011, afectó la relación política entre el Estado y la sociedad que según la autora ibérica Gema Martín, estaba fundamentada en una lógica de control y dominación del orden estatal y una “economía distributiva” portadora de un sector público sobredimensionado e improductivo que extendió la corrupción (Martín, 2000).

El Estado árabe nació bajo presupuestos políticos modernos y enmarcado en regímenes de tipo occidental; fuesen liberales o socialistas, la fórmula política se resumía: en el gobierno a través del partido único, la concentración en una misma persona de la jefatura del Estado, de la dirección del partido y de la magistratura militar; la vinculación al partido de las denominadas organizaciones de masas (sindicato, mujeres, campesinos, jóvenes) y la figura del presidente de la república como pieza clave de la estructura política (Martín Muñoz, 2000).

El carácter predominantemente rentista de la economía frenó el desarrollo productivo y democrático. Por lo que el despertar árabe de 2011, significó revoluciones sociales potencialmente portadoras de la cristalización de alternativas (Amin, 2011) cuyos representantes, además del rezago económico, no demostraban un compromiso sólido con las normas democráticas y pluralistas (Muasher, 2014).

En Egipto, la escasez de expectativas de futuro excluía y marginaba a una generación a la cual costaba encontrar empleo y recibir una educación adecuada para ser contratados; la situación impedía a los jóvenes entrar en la fase de transición hasta la edad adulta, casarse o mudarse del hogar de sus padres.

Libia, con un elogiado Índice de Desarrollo Humano, no había podido resolver el problema de la identidad colectiva, que en Medio Oriente está por encima de las divisiones de clase. Según el economista egipcio Samir Amin, la adhesión de Gaddafi al liberalismo, en medio de la restauración de las relaciones con Occidente, agravó las “dificultades sociales” en una “sociedad arcaica”. La explosión fue aprovechada por el Islam político del país y los regionalismos, “porque Libia nunca existió realmente como nación”, al ser la "región geográfica que separa el Magreb y el Mashreq” (Amin, 2011, s.p.).

Numéricamente existía una notable brecha económica entre Libia y Egipto al término de 2010, tal y como se observa en la siguiente tabla:

 

 

Libia portaba un Índice de Desarrollo Humano de 0.755, mientras la nación cairota de 0.620 de Desarrollo Medio. En cuanto al ingreso nacional bruto per capita, Libia estaba muy por encima: 17. 068 contra 5. 889. La posición de la Jamahiriya Árabe Libia en el puesto 53 sobre países como Arabia Saudita (55) se encontraba solamente superada en la región del Medio Oriente por Kuwait (47). Sin embargo, el índice de pobreza multidimensional del país era un dato desconocido para el reporte.

Pese a las particularidades regionales, la población compartía un conjunto de demandas: el desmantelamiento del Estado autoritario, la lucha contra la corrupción, la derogación de las leyes de emergencia, la separación de poderes, la instauración de sistemas pluripartidistas, la celebración de elecciones libres y el respeto de los derechos civiles (Álvarez-Ossorio, 2013).

La irrupción de la protesta y la energía se canalizaron por nuevas formas, nuevas prácticas y nuevos círculos activistas (Antentas y Vivas, 2013) caracterizados por: la espontaneidad; la construcción de asociaciones descentralizadas, sin liderazgos personales ni de organizaciones (en la primera fase de protestas de Libia); la heterogeneidad; el papel de la juventud; el uso de Internet como espacio de activismo y lucha pacífica y la apropiación del espacio público. Peculiaridades originadas de la crisis de las organizaciones tradicionales de izquierda, del nacionalismo laico y del islam político (Conde, 2013).

Frente a un contexto donde los organismos internacionales se manipulan para legitimar intervenciones basándose en propósitos públicos como la lucha contra el terrorismo y los derechos humanos, se dificulta identificar la gramática del movimiento libio, donde las revueltas resultaron de la acumulación de contradicciones sustentadas en el crimen contra opositores y la ineficacia de las asambleas populares (Sánchez Porro, 2018). [i] Un escenario aprovechado por Occidente para suplantar las funciones de la ONU por las de la OTAN (Álvarez Acosta, 2012).

Como resultado, Mesa Delmonte (2013) afirma que los sectores de poder y sus estructuras militares y de seguridad, reevaluaron sus respectivas realidades políticas, prestaron atención a la existencia de fracturas y debilidades dentro de sus relaciones y valoraron nuevas alternativas de continuidad, cambio o posible reestructuración. Sus maniobras políticas estuvieron ligadas a intereses corporativos, faccionales y grupales, pero no a las más profundas aspiraciones de cambio y democratización.

Sheri Berman afirma que estos son largos, violentos, pero sobre todo falsos comienzos y desvíos, “la mayoría de las transiciones iniciales han sido el comienzo del proceso de democratización y no el fin de esta” (Berman, 2013, s.p.).

Este trabajo analiza el tratamiento comunicativo del periódico cubano de mayor referencia, Granma, a las revueltas sociales en Egipto y Libia durante el 2011.

Aunque pudiera considerarse que los acontecimientos analizados han perdido valor y actualidad, esta investigación posee tres motivos que la hacen relevante. En primer lugar, no es común en la academia cubana realizar estudios del mensaje periodístico de medios nacionales; se lo disputan escasas investigaciones de marcado carácter histórico, donde son representativas las comparaciones entre la construcción del discurso nacional e internacional tras el restablecimiento de relaciones Cuba-Estados Unidos en Juventud Rebelde, de Rosario-Zapata (2016) y en Granma, de Rodríguez-Martínez (2016). Predominan los análisis de la prensa del siglo XX (neocolonial y socialista), como los de: Aneiro-Rodríguez y Fernández-Sosa, 2008; González-Mosquera, 2009; Aguilera-Riva, 2012; Pérez-Sosa, 2014; Reyes-García, 2015. Encontramos algunos estudios de género inmersos en análisis del discurso y representaciones sociales: León-Franco, 2005; Verdecia-Mengana, 2009; Vázquez-Olive, 2010; Ruano-Martínez, 2012. Pero sobre todo, abundan los análisis de medios extranjeros, fundamentalmente estadounidenses (Gómez Masjuán, 2009; Escobar-Domínguez, 2011; Portal-Vigoa, 2012) y venezolanos (Elizundia-Ramírez, 2010; Ricardo-Luiz, 2012; Gómez-Masjuán, 2014; Soler-Mas, 2015).

Como segundo valor, justo cuando se cumplen diez años de las revoluciones en el Medio Oriente, este artículo se erige como un análisis crítico del tratamiento comunicativo a uno de los acontecimientos que con más prejuicios abordó la prensa cubana; pues demuestra la presencia de una contradicción ética; por la simplificación de las condicionantes de la revuelta y estratégica; por el marcado interés en los reacomodos políticos al interior de las élites gobernantes. Pero ese prejuicio también se sostuvo por el interés de evitar paralelismos -no es de obviar las comparaciones de la situación socio-política de la región norafricana con la Isla que hicieran medios como El Universal (Trotti, 2011) y The Wall Street Journal (en Hernández, 2011)- en parte una idea presente en el discurso que rodea la atmósfera del 27N en el 2021, denunciado en medios nacionales bajo el supuesto de estar estudiando estrategias empleadas en Egipto y Libia. A la distancia de los años, revela la textura operativa de presuposiciones histórico-discursivas, como plantea Slavoj Zizek (2003) que habrían de definir el contexto para la acción –de pensar o actuar- del sujeto y su significado.

Finalmente, el estudio refleja los usos que los políticos hacen de los medios y la influencia editorializante que ciertos discursos ejercen sobre los contenidos periodísticos en contextos socio-histórico específicos. 

 

Granma

Tras la consolidación del programa revolucionario en 1959, que destruyó las bases de reproducción de la burguesía y se propuso responder al conjunto de la ciudadanía, vino la enemistad y hostilidad de los Estados Unidos frente a un poder que puso fin a su hegemonía sobre Cuba. En medio de la resistencia al imperialismo, la cultura institucional desarrolló una conciencia de “plaza sitiada”, ya que la dirección política ha entendido que el control concentrado de los recursos y de las fuerzas, son los mejores medios para disuadir la intención de la agresión directa y enfrentar los desafíos planteados por la agresión indirecta (Julio César Guanche, 2015).

El efecto de las presiones y amenazas externas, incluyó el ámbito de la prensa, de lo que se originaron ciertas características: algunos contenidos son elaborados fuera del medio y publicados en este como notas oficiales, la centralización política coloca a la prensa en una posición de dependencia directa de las estructuras de poder partidista y gubernamental, se administra la prensa de forma constante, a la vez que prevalece un modelo mudo y acrítico (García Luis, 2014).

Granma es el Órgano Oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y objeto de lectura de todas las embajadas establecidas en el país. Al expresar la posición oficial del gobierno cubano, la consulta de los periodistas de la sección Internacional a expertos y funcionarios, del MINREX y del Departamento de Relaciones Internacionales del Comité Central, deviene tarea de rutina, tal como planteara en entrevista Dalia González Delgado, [ii] experiodista de la sección Internacional. La web del diario expone la política editorial:

 

Granma tiene como objetivo principal promover mediante sus artículos y comentarios la obra de la Revolución y sus principios, las conquistas alcanzadas por nuestro pueblo y la integridad y cohesión de todo nuestro pueblo junto al Partido y a Fidel. En este sentido es fiel a la política del Partido, a sus principios éticos, tanto en el enfoque de los procesos que se desarrollan dentro de la sociedad cubana, así como al abordar las relaciones internacionales (Granma, s.f., s.p.).

 

En análisis del discurso periodístico del periódico en el contexto del restablecimiento de las relaciones Cuba-Estados Unidos, demostró que abordaba una realidad nacional en oposición al ámbito foráneo donde la aparición de la catástrofe en el primer plano de la agenda internacional, la mayoría de las veces relacionada con los Estados Unidos, era habitual (Rodríguez Martínez, 2016).

Quizás esto se ampare en la debacle económica que tras la caída del campo socialista redujo a un 80% la prensa impresa y en lo temático acentuó el discurso de carácter defensivo (García Luis, 2014) pero al reflejar la opinión del Comité Central, Granma se constituye en un diario esencialmente político al que no se puede endilgar segundas intenciones cubiertas de imparcialidad impostada “cuando su propio manifiesto lo vincula públicamente con el politburó del partido” (Chaya, Maldonado, Novello, y Tinnirello, 2016, p. 126).

 

El tratamiento comunicativo

Antonio Gramsci interpretó la cultura como una dimensión esencial de la política o labor de estructuración y desarrollo de la hegemonía (Gramsci, 1980, p. 66), por lo que su teoría de la hegemonía plantea que el Estado es también un sistema de instrumentos de producción de liderazgo intelectual y de consenso, donde juegan un papel esencial los llamados órganos de la opinión pública (Acanda, 2002, p. 124).

Entre las instituciones que integran el aparato ideológico del Estado, Althusser menciona el sistema político del cual forman parte los partidos, la literatura y los medios de comunicación, y es con la puesta en marcha de estas instituciones que la ideología se realiza y se convierte en dominante. En Ideología y Aparatos Ideológicos de Estado, al retomar la tesis marxista de que las “ideas” o “representaciones” de las que aparece compuesta la ideología, no tienen existencia ideal, sino material agrega que “esas ideas son actos materiales insertos en prácticas materiales, reguladas por rituales materiales definidos, a su vez, por el aparato ideológico material del que proceden las ideas de ese sujeto” (Althusser, 2003, p. 120).

En toda sociedad la producción de discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por procedimientos que tienen por función conjurar sus poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad (Foucault, 2005). La legitimación de una idea que es preciso apoyar, se apoya en la disimulación que prioriza unos rasgos en detrimento de otros y la fragmentación que coloca a individuos y grupos en oposición recíproca (Thompson, 1991).

La supervisión o vigilancia del entorno tiene lugar en los marcos de una actividad altamente mediadora, donde los Emisores seleccionan los aconteceres para hacerlos públicos y determinados datos de referencia a propósito de esos objetos, los cuales relacionan conceptualmente de una forma para conformar los productos comunicativos (Serrano, 1993).

De acuerdo con Stuart Hall, los medios suministran y construyen selectivamente la imaginería social, reflejan y se reflejan en esa pluralidad y finalmente, organizan, orquestan y unen lo que se ha representado clasificado selectivamente (Hall, 1981). La mediación es esa actividad transformadora que propone representaciones del tiempo, del espacio y de lo que acontece (Serrano, 1993).

Este estudio coincide con Martín Serrano (s.f.) en cuanto a la inexistencia de una comunicación completa que ofrezca todo el conocimiento posible a propósito de un objeto de referencia. Lo cual determina que, en el mejor de los casos, se esté más cerca de una información objetiva y significativa, que sin cubrir todas las dimensiones lógico-formales de la verdad, está amparada en valores culturales. La significatividad se materializa en temas que expresan afinidad cultural aparte de la relevancia del acontecimiento y por valores socioculturales materializados. En casos como este, en la referencia a figuras políticas y naciones de gran interés (Alsina, 1989).

En tanto categoría que surge de los estudios de comunicación política, Cristina Escobar (2011) define el tratamiento comunicativo como la forma en que los políticos, voceros y comunicadores elaboran los mensajes, en función de la agenda setting, pues ellos la crean y responden a ésta, pero en correspondencia con el interés del Estado; expone posiciones legibles a partir de la intencionalidad en la selección y jerarquización de la información, así como en los géneros usados.

A esto se debe agregar que es la manera en que los acontecimientos son sometidos a los marcos de valoración del medio, ideología y política editorial. Evidencia la forma en que los marcos de valoración son definidos por el sistema político y particularmente por la institución (política o económica) que sustenta el medio. Actividad que produce discursos intencionados, mediante la censura y la selección que propone una lectura jerarquizada de la información. Como categoría de análisis permite el estudio de los liderazgos de opinión e impacto de los contenidos elaborados desde instituciones de la sociedad política y la sociedad civil dentro de la propia prensa. Lo que ciertas figuras o instituciones infieren, tiene una función editorializante.

 

Metodología y fuentes

Esta investigación plantea caracterizar el tratamiento comunicativo a las revueltas sociales en Egipto y Libia. Para este fin se escogieron las versiones impresas de Granma, descargadas del sitio web. Tras descartar todas las que no guardaban relación con el estudio, se procesaron 104 piezas, de éstas, 14 artículos generales y 2 comentarios, el resto fueron notas informativas. El período temporal del análisis se extendió por todo el 2011 y se propuso como objetivos específicos:

Frente al reto planteado por el tercer objetivo y las particularidades del estudio, la investigación documental devino clave en la búsqueda de criterios adecuados para juzgar los resultados del análisis de contenido. Entre los autores más consultados estuvieron Ignacio Álvarez Ossorio, Samir Amin, Gemma Martín Muñoz y Luis Mesa Delmonte.

Para un acercamiento a las ideas, creencias y supuestos mantenidos por otros, por no ser el propio conocimiento o explicación lo importante para reconstruir el objeto de estudio (Rodríguez Gómez, Gil Flores y García Jiménez, 1996) se empleó la entrevista en profundidad a especialistas, entre ellos, los profesores titulares de la Universidad de La Habana y el Instituto Superior de Relaciones Internacionales, Reynaldo Sánchez Porro y Marielena Álvarez Acosta respectivamente. Otras entrevistas de carácter exploratorio se realizaron en la marcha, siendo significativa la de Dalia González Delgado, experiodista de Granma.

Finalmente, se aplicó el análisis de contenido, conjunto de procedimientos interpretativos y de técnicas de refutación aplicada a productos comunicativos, que como Gómez Mendoza (2000) plantea, fue esencial para descubrir la significación del mensaje, así como clasificar y codificar los diversos elementos de éste en categorías que agilizaran el análisis (tabla 2).

 

 

Resultados

Las Reflexiones del compañero Fidel [iii]

La revuelta social en Egipto

Sin pensarlo más, en enero de 2011 el “pueblo inteligente, de gloriosa historia” (Castro Ruz, 2011a) que allí vive cruzó el Rubicón en “valiente lucha por sus derechos políticos y la justicia social” (Castro Ruz, 2011b) contra los optimates, representados por la camada de funcionarios que como Fidel Castro denunció, vivía muy por encima de los privilegios que el ciudadano promedio podía permitirse. Rescatando la expresión atribuida por Suetonio a Julio César, el político cubano expresó: “La suerte de Mubarak está echada y ya ni el apoyo de Estados Unidos podrá salvar su gobierno” (Castro Ruz, 2011a).

En lo que se corresponde con la explicación de los antecedentes de la revuelta, el líder de la revolución cubana se refirió a Anuar Sadat y Hosni Mubarak como el ocaso del ciclo nacionalista y revolucionario inaugurado por Gamal Abdel Nasser tras la revolución de los oficiales libres en 1952 (aunque éste tomara el poder en 1953).

Aprovechó para ofrecer un perfil de su “brillante dirección” y aludir a su papel “junto a Jawaharlal Nehru, heredero de Mahatma Gandhi; Kwame Nkrumah, Ahmed Sékou Touré” y “Sukarno, presidente de la entonces recién liberada Indonesia”, en la creación del Movimiento de Países No Alineados y “la lucha por la independencia de las antiguas colonias” (Castro Ruz, 2011a, p. 2-3).

Mientras su perfil sobre Nasser resaltó un pasado de gloria, representado en la defensa de la soberanía nacional a toda costa durante la lucha contra la triple alianza de Israel, Francia y Reino Unido en 1956, la nacionalización del Canal de Suez (Castro Ruz, 2011a, p. 2-3) y de “elevado prestigio en el Tercer Mundo” (Castro Ruz, 2011b, p. 2-3) las descripciones sobre Sadat y Mubarak aludieron a cómo estos colocaron los contrapesos excéntricos que giraron al país del África septentrional cada vez más a la derecha.

Para Fidel “la muerte de Abdel Nasser, el 28 de septiembre de 1970, significó un golpe irreparable” (Castro Ruz, 2011a, p. 2-3) que abrió paso a la corrupción y el declive del apoyo a causas internacionales como la del pueblo palestino, de la que Egipto había sido su mayor defensor. El país cairota se volvió un satélite corrompido de los Estados Unidos e Israel, o por lo menos así lo explica tras una interrogante:

 

¿Qué significaron los Acuerdos de Camp David, y por qué el pueblo heroico de Palestina defiende tan arduamente sus derechos más vitales? (…) Los países árabes se indignaron con aquel acuerdo en que, a su juicio, Egipto no defendió con suficiente energía y firmeza un Estado Palestino, cuyo derecho a existir había sido centro de las luchas libradas durante décadas por los estados árabes. A tal extremo de indignación llegó la reacción de los mismos, que muchos rompieron relaciones con Egipto. De esa forma, la Resolución de Naciones Unidas de noviembre de 1947, fue borrada del mapa. El ente autónomo jamás se creó y así se privaba a los palestinos del derecho a existir como estado independiente (Castro Ruz, 2011b, p. 2-3).

 

De la época de Hosni Mubarak, nace la complicidad de los Estados Unidos con la represión al pueblo egipcio por su apoyo y relación con el Ejército, pues Egipto fue convertido en el segundo receptor de armas norteamericanas en la zona: “¿Para luchar contra quién? ¿Contra otro país árabe? ¿Contra el propio pueblo egipcio?” (Castro Ruz, 2011b, p. 2-3) termina cuestionándose el político cubano.

Finalmente, platea que los pueblos como el egipcio “no desafían la represión y la muerte” solo “por cuestiones simplemente formales”, sino “cuando sus derechos legales y materiales son sacrificados” por “políticos corruptos” y “los círculos nacionales e internacionales que saquean el país” (Castro Ruz, 2011b, p. 2-3). Mientras crecía exorbitantemente el precio de los alimentos, permanecían intactas “las decenas de miles de millones de dólares que se atribuían al presidente Mubarak y a los sectores privilegiados del gobierno y de la sociedad” (Castro Ruz, 2011b, p. 2-3).

 

La revuelta social en Libia

Las reflexiones de Fidel sobre la situación en Libia expresaron respeto por Gaddafi y aunque en su mayoría las obvió, no dejó de reconocer las faltas de la clase política representada por él. El procedimiento para el análisis es similar al caso egipcio, siendo preciso adentrarse en el perfil sobre el líder de la Jamahiriya para encontrar alusiones a la causa del descontento social.

Gaddafi representó el progreso de Libia y una figura más del nacionalista árabe inaugurada por Nasser con la Revolución de los Oficiales Libres. Tras el golpe de Estado que expulsó al rey Idris I en 1969, y con solo 27 años, aplicó “medidas revolucionarias como la reforma agraria y la nacionalización del petróleo”, las cuales proporcionaron ingresos suficientes para impulsar “el desarrollo económico y social”, particularmente a “los servicios educacionales y de salud” (Castro Ruz, 2011c, p. 2-3). Esta revolución, que aparece individualizada en la figura del hombre que descendía de pastores nómadas del desierto de Trípoli, afectó los intereses de “compañías petroleras occidentales y sociedades bancarias con participación de capitales extranjeros”, confiscó los bienes italianos en la agropecuaria, expulsó a los colonos y sus descendientes,  “prohibió el juego y el consumo de alcohol” y elevó el “tradicionalmente limitado” estatus jurídico de la mujer, según expresó Castro Ruz (2011d, p. 2-3).

Escrupulosamente, Fidel se refiere a los límites para el afianzamiento de la autoridad del régimen frente a la compleja situación tribal y los regionalismos ancestrales (la Cirenaica mashrequina, la Tripolitania magrebina y el Fezzan tuareg). Aborda los recelos con “las concepciones de la dirección libia”, quienes “elaboraron y aplicaron sus propias ideas respecto a las instituciones legales y políticas que Cuba, como norma, respetó” (Castro Ruz, 2011c).

Esas ideas aparecieron en 1975 cuando se dio a conocer el Libro Verde, donde partiendo de la búsqueda del instrumento de gobierno idóneo, Gaddafi criticaba cualquier forma de liderazgo o asociación procedente de la democracia occidental: partidos, parlamentos, plebiscitos, en fin. Las Conferencias Populares se presentaban como el único medio de alcanzar la democracia popular. Según Fidel “el líder libio se enfrascó en teorías extremistas que se oponían tanto al comunismo como al capitalismo”, como parte de una etapa en la que “se dedicó a la teorización”, y que no tenía “sentido incluir” en el análisis (Castro Ruz, 2011d, p. 2-3). A fin de cuentas, el líder cubano, no compartía sus “concepciones políticas o de carácter religioso”, al ser “marxista-leninista y martiano” (Castro Ruz, 2011f, p. 2-3).

En otro artículo consideró que “se podrá estar o no de acuerdo con Gaddafi”, pero al margen de la incertidumbre sembrada por los medios que “divulgaron informaciones deformadas sobre los acontecimientos”, “habrá que esperar el tiempo necesario para conocer con rigor cuánto hay de verdad o mentira”, en los hechos que se produjeron (Castro Ruz, 2011e, p. 2-3). Por lo que sin previo análisis solo planteó que “sus problemas son de otro carácter” (Castro Ruz, 2011e, p. 2-3).

El desarrollo social devino clave para dar su justa medida a cada expresión de descontento ciudadano en la región, a raíz de “la colosal campaña de mentiras” mediante la que los medios se empeñaran en colocar esas razones puramente “formales” -la democracia, el autoritarismo, las elecciones libres- como los motores de lucha. Tal como Castro planteara:

 

A diferencia de lo que ocurre en Egipto y Túnez, Libia ocupa el primer lugar en el Índice de Desarrollo Humano de África y tiene la más alta esperanza de vida del Continente (…) La población no carecía de alimentos y servicios sociales indispensables (Castro Ruz, 2011e, p: 2-3).

 

Hasta que, finalmente, rescata la autenticidad de rostros de la revuelta, con particular énfasis en la juventud de Bengasi, hombres y mujeres, “con velo o sin velo”, que “expresaban indignación real”, y con  particular –énfasis en la polémica en torno a la intervención militar extranjera, pues:

 

Diversas agencias de noticias informaron que Abdelhafiz Ghoga, portavoz del Comité de la Revolución declaró el lunes 28 que “El resto de Libia será liberado por el pueblo libio (…) Contamos con el ejército para liberar Trípoli (…) Lo que queremos es informaciones de inteligencia, pero en ningún caso que se afecte nuestra soberanía aérea, terrestre o marítima” (Castro Ruz, 2011e, p. 2-3).

 

Así como la declaración de autenticidad de una profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Bengasi, Abeir Inmeina, quien portaba un alto sentido de pertenencia hacia una “revolución” que era preciso hacer (Castro Ruz, 2011e, p. 2-3).

 

Los trabajos periodísticos

En el comentario Nobel de la Paz: ¿ironía o irrespeto? de la periodista Dalia González Delgado, figura la única mención al término Primavera árabe. El comentario expresa la postura del periódico y evidencia una notable influencia de Fidel Castro:

 

Desde hace varios días los medios de comunicación vienen anunciando que este año la distinción (el Nobel) podría ser para la llamada “Primavera Árabe”. Bajo esa denominación, pretenden reforzar el mito de que los pueblos árabes, deseosos de vivir al estilo occidental, se sublevaron para derrocar dictadores e instaurar democracias. Quieren hacer creer que no hay diferencia alguna entre lo sucedido en Túnez y Egipto, donde estalló un movimiento popular espontáneo por las demandas sociales acumuladas; y los acontecimientos en Libia y Siria, en los cuales los principales actores han sido grupos subversivos instigados y apoyados por Occidente (González Delgado, 2018, s.p.).

 

Al reafirmar la idea entorno a las diferencias de los movimientos sociales, jugó con la metáfora que cataloga de “mito” el supuesto según el cual los movimientos sociales se basaron en “demandas formales”: “vivir al estilo occidental”, “democracia” a la europea.

 

La revuelta social en Egipto

Durante los dos primeros meses del año se publicó el mayor número de notas acerca de las manifestaciones “antigubernamentales” en Egipto, lo cual representó un seguimiento regular de los hechos hasta la dimisión de Hosni Mubarak y un declive del interés por informarlos después de esto. Los trabajos se analizaron tomando en cuenta el viraje del movimiento  social el 11 de febrero.

Las informaciones se centraron inicialmente en el carácter violento de los enfrentamientos entre “activistas” y policías, la concentración del movimiento durante su primera fase en los centros urbanos de El Cairo y Suez, además de anunciar deshumanizadas cifras con relación a muertos y heridos (Granma, 27 de enero, p. 4).

En Tres muertos y más de 600 heridos por enfrentamientos entre manifestantes egipcios, los números emergieron en representación de la figura humana, mientras se catalogó de “violentos” los disturbios producto del “lanzamiento de cocteles Molotov y gases lacrimógenos, además de piedras, bombas incendiarias y otros objetos”. Entretanto, solo se distinguió una víctima militar “que cayó por un puente cercano a la plaza Tahrir” (Granma, 3 de febrero, p. 5).

Se distinguieron tres dimensiones claves: manifestantes, oposición organizada y clase política en el poder. Los manifestantes aparecieron reflejados en la colectividad, “su reclamo esencial” fue “la renuncia inmediata de Mubarak” (Granma, 8 de febrero, p. 5) representada en otra información bajo “un rugido de ¡Vete, vete!” (Granma, 11 de febrero, p. 4).

Entre las clases populares que se rebelaron contra el orden vigente y la injusticia social, el órgano distinguió a “activistas antigubernamentales” (los de la plaza) y trabajadores estatales (quienes expandieron la huelga a centros laborales y territorios del sur). El capítulo abierto por el segundo eslabón se anunció a propósito del decrecimiento económico en un 3.4% con la revuelta, en una nota que como novedad citó por primera vez una de las estrepitosas cifras que condujeron al estallido social:

 

El pasado año fiscal Egipto creció 5%. Pese a la expansión económica del país en los últimos años, la pobreza está muy extendida y el 34% de los menores de 25 años no tiene trabajo, informó DPA (Granma, 11 de febrero, p. 5).

 

El medio identificó con mayor fuerza los principales actores tanto de la oposición organizada como de la élite gobernante. La llegada del “dirigente de la oposición” Mohamed El Baradei para “unirse a las manifestaciones” es una noticia relevante (Granma, 28 de enero, p. 5) así como que “círculos opositores” no tardaron en designarlo para “encabezar un eventual proceso de diálogo con el gobierno” (Granma, 29 de enero, p. 4). Más tarde se informaría cómo “no fue invitado a las negociaciones” para constituir el comité encargado de la reforma constitucional, acontecimiento que este calificó de “opaco” (Granma, 7 de febrero, p. 5).

Más tarde entró en el rejuego político la Hermandad Musulmana, quienes anunciaron que “solo aceptarían entablar negociaciones” si Mubarak se retiraba del poder (Granma, 4 de febrero, p. 4). En lo sucesivo se observó una organización insatisfecha con la reforma constitucional que calificaron de “insuficiente” (Granma, 7 de febrero, p. 4).

Se divulgaron fragmentos de la alocución de Mubarak donde solicitó la “renuncia del Gobierno” con el fin de “armar otro gabinete” (Granma, 28 de enero, p. 4). Las reconfiguraciones al interior de la élite política recibieron gran atención de la prensa, frente a “la expectativa por conocer la composición del nuevo Ejecutivo encabezado por el primer ministro Ahmed Shafiq, cuyo nombramiento –al igual que el de Omar Suleiman como vicepresidente- no satisfizo a los manifestantes” (Granma, 29 de enero, p. 8).

El interés en las reconfiguraciones políticas excluyó la posibilidad de citar a los manifestantes en forma de fuentes individualizadas para el conocimiento de sus expectativas. Con la dimisión de Mubarak y la transferencia del poder al Ejército se observó un viraje en la atención a las revueltas y su componente (Granma, 12 de febrero, p. 5).

Con la declaración leída por el vicepresidente Omar Suleiman, se mencionó uno de los rasgos de la escandalosa y desproporcionada vida del expresidente, quien “se había trasladado con su familia al balneario de Sharm el Sheij”, a su “residencia de vacaciones”. A continuación el comando mayor militar aseguró “la realización de elecciones libres y justas” y que se pondría “fin al estado de excepción vigente desde décadas” en cuanto la situación lo permitiera (Granma, 12 de febrero, p. 5). Días después apareció la primera declaración de un “joven manifestante” sin identidad:

 

Nuestra primera petición ya ha sido cumplida, que es la partida de Mubarak, pero ahora queremos el compromiso del Ejército de que responderá a nuestras peticiones y que no nos va a detener cuando nos vayamos de la plaza (Granma, 14 de febrero, p. 4).

 

Debido a la incertidumbre el órgano oficial del PCC bajó el perfil al sector militar (gráfico 1).

 

Fuente: elaboración propia.

 

Las noticias más importantes pasaron a ser las huelgas de trabajadores estatales, “en reclamo de mejoras salariales” y de las condiciones de trabajo, así como contra la corrupción. Entre ellos estuvieron policías, operarios del estratégico Canal de Suez, de la industria del acero, conductores de ómnibus, los textiles, los ferrocarriles, las telecomunicaciones, el correo, los bancos y las empresas petroleras y farmacéuticas (Granma, 14 de febrero, p. 5). Los “activistas”, ese componente que en su heterogeneidad, el medio nunca llegó a definir, a la altura del 16 de febrero, exigían al Ejército la destrucción del “gobierno nombrado por Mubarak” (Granma, 16 de febrero, p. 4).

A continuación vinieron los saltos temporales, donde dos noticias fueron relevantes: la condena a cinco años de prisión del exministro de Turismo, Zoheir Garranah, por malversación de fondos públicos (Granma, 11 de mayo, p. 4) y la “aceleración de los juicios a funcionarios vinculados con el Gobierno del expresidente” en plena “represión policial” (Granma, 30 de junio, p. 5).

El acompañamiento fotográfico como complemento visual del discurso periodístico, no fue de relevancia, pues no todas las notas presentaron recursos de este tipo y en aquellas donde los hubo, solo reafirmaron lo ya planteado en el texto. Por su parte, el abordaje desde los géneros periodísticos, evidenció el uso exclusivo de la nota, lo cual demuestra que la profundidad no fue una prioridad y que el compromiso social del órgano con los acontecimientos de carácter emancipatorio fue bajo con relación a este país.

El abordaje propuesto desde la estrategia de comunicación del mensaje periodístico representó los intereses editoriales de un medio que al priorizar la esfera de las relaciones internacionales otorgó mayor importancia a las voces de la sociedad política.

 

La revuelta social en Libia

La revuelta en Libia trascendió dentro de informaciones de contenidos amplios, donde en determinado momento los temas relacionados con la coalición internacional fueron más relevantes que los enfrentamientos entre civiles y defensores del orden vigente (aunque las notas que atendieron exclusivamente los resultados militares de los aliados, fueron rechazadas). El estallido devino sinónimo de caos, la consecuencia premonitoria y luego consumada estuvo relacionada desde antes de la fase insurreccional, con el concepto de destrucción en uno de los estados africanos más prósperos.

El medio abordó la problemática entorno a una nueva pluralidad, aparte de la de los rebeldes, relevante en el tratamiento de los enfrentamientos:

 

Notimex señala que Libia respondió hoy a la marcha convocada por activistas de la oposición, con un mitin a favor del Gobierno de Trípoli, después de que los enfrentamientos entre manifestantes y la policía han dejado al menos 14 muertos (Granma, 18 de febrero, p. 5).

 

“Libia” estaba representada por Trípoli, Gaddafi y sus partidarios, el término emergió para demostrar el carácter minoritario de los “otros”. Adquirieron un valor relevante las intervenciones del hijo de Gaddafi, Sheif el Islam, durante los intentos de aplacar la “situación gravísima” y el peligro de “guerra civil”, quien advirtió que no permitiría el “caos” y reconoció que las fuerzas de seguridad cometieron “errores en los enfrentamientos con los manifestantes, disparando y matando a gente”. Los círculos de poder tomaron en cuenta las demandas de la denominada “oposición”, con el anuncio de “nuevas leyes y un debate nacional sobre una nueva Constitución” (Granma, 21 de febrero, p. 4).

A mediados de febrero la situación se reportó de “crítica” con la toma de la “segunda ciudad libia”, Bengasi, “tras seis días de una rebelión que dejó centenares de muertos”, pues los civiles comenzaron a portar tanques y fusiles tras el saqueo de numerosos depósitos de municiones (Granma, 22 de febrero, p. 4). Los títulos comenzaron a hacer mayor énfasis en la élite política y a través del sistema tradicional de pirámide invertida, las notas colocaban en la cima temas considerados relevantes que tras decantar abordaban el estado de la revuelta, por ejemplo: “Denuncia Gaddafi complot foráneo contra Libia y urge defenderla”, del 23 de febrero, donde tras un enfrentamiento en la gran urbe del este, se emplea el término peyorativo “detractores del Gobierno”.

Las manifestaciones en apoyo de Gaddafi y contra los “detractores del régimen”, reforzaban el sentido de pluralidad opuesto a la oposición. Por ejemplo, PL “informó que jóvenes con brazaletes verdes” tildaron de “traidores” por presuntamente servir a potencias occidentales a quienes se manifestaban en el este, “al tiempo que repudiaron la cobertura mediática foránea de la crisis” (Granma, 24 de febrero, p. 5). Un enviado especial de TeleSur reportó que estos manifestantes decían “que los medios importantes, sobre todo los europeos”, mentían “para justificar una intervención externa de la OTAN y otras potencias de occidente” para que el Gobierno perdiera “el control sobre la explotación y exploración de petróleo” (Granma, 25 de febrero, p. 4). Mientras en otras declaraciones se pronunciaron por la “unidad, no un país dividido en Bengasi, en el este o el oeste”, por considerarse “una sola gente, una sola nación” (Granma, 7 de marzo, p. 5).

Entretanto, el 28 de febrero, el enviado especial de la cadena de noticias latinoamericana, aportó las primeras declaraciones de la oposición, cuya fuente, no especificada, anunció el rechazo a la intervención extranjera y la creación del “Consejo Nacional de Libia Libre”.

En la medida que avanzó la fase insurreccional, el término “rebeldes” sustituyó el de “oposición” y el discurso en torno a la relativa tranquilidad en Trípoli decayó tras los enfrentamientos “con artillería y cohetes” en la zona occidental, cerca del puerto petrolero de Ras Lanuf (Granma, 10 de marzo, p.5). Pese a las dificultades, Granma insistió en el discurso esperanzador y entre otras notas anunció que “fuerzas leales” ganaron terreno “un mes después de una revuelta que se transformó en guerra civil” (Granma, 16 de marzo, p.5).

En la víspera de la aprobación de la zona de exclusión aérea, se anunció en términos poco legibles que el Gobierno “exhortó a todas las fuerzas armadas en el este del país” que no se habían unido a los “traidores” a adherirse “al ejército en su avance y toma del control de Bengasi” (Granma, 17 de marzo, p.4).

Como resultado de la revuelta aunque no expuesto así, la prensa citó declaraciones del vocero oficial Ibrahim Muhzam, que valoraban “cualquier cambio, constitución, elecciones”, pero con la permanencia del líder en la conducción del proceso y sin condiciones desde el extranjero (Granma, 6 de abril, p. 5). Frente a la inminente derrota y “en medio de la agresión armada de la coalición internacional liderada por potencias imperialistas, el Gobierno de Gaddafi, anunció el anteproyecto de una nueva Constitución”, que habría de reemplazar el Libro Verde, base del sistema político por décadas (Granma, 11 de abril, p.4).

Los intensos combates en Misrata comenzaron a marcar la pauta de las noticias (Granma, 9 de abril, p.8) en especial después de que los rebeldes terminaron alzando la bandera tricolor de Idris I sobre un edificio de ocho pisos (Granma, 23 de abril, p.5). Como este viraje significó un antes y un después, crecieron en número las declaraciones procedentes de la oposición: del líder rebelde Mustafa Abdel Jalil, quien se pronunció ante los países occidentales por más “armamento y municiones” (Granma, 13 de abril, p.5); del portavoz del CNT, Abdelhafidh Ghoga, quien catalogó los bombardeos de la OTAN de “más bien débil y poco eficaz” (Granma, 23 de abril, p.5); y las de Mahmud Yibril, responsable de exteriores de los opositores, quien en un artículo en The New York Times pidió el reconocimiento del Consejo Nacional de Transición como órgano representante del pueblo libio (Granma, 14 de mayo, p.5). Aunque fueron más interesantes las de Abdel Rahman Shalgam, del CNT, quien declaró que la oposición se oponía “a cualquier operación terrestre en Libia”, además de lo improcedente de “un diálogo nacional entre las partes en conflicto” mientras Gaddafi permaneciera en el poder (Granma, 24 de mayo, p.4). Recibieron mayor atención las declaraciones de actores procedentes de la sociedad política (gráfico 2).

 

Fuente: elaboración propia.

 

Estas declaraciones solo experimentaron un declive durante el viraje de la guerra civil: la batalla de Misrata, la cual se extendió del 24 de febrero al 13 de mayo con la toma del aeropuerto por las fuerzas rebeldes. Pese a esto, las citas a voceros y representantes de la oposición y el Consejo Nacional de Transición, aumentaron considerablemente.

La ignorada cuestión tribal, clave para comprender la naturaleza del conflicto, no hizo su aparición hasta avanzado el año y la guerra civil. Pese a las discrepancias con el líder de la Jamahiriya, una nota del mes de mayo planteó que la Conferencia Nacional de Tribus por la paz, donde participaron más de 850 organizaciones, “unidad nacional de oriente a occidente”, al tiempo que rechazó “la participación de países en el conflicto armado”. La prensa colocó dicha cita en oposición al “cacareado éxito obtenido internacionalmente por una reunión realizada entre 72 organizaciones que pedían la unidad, pero sin Gaddafi” (Granma, 6 de mayo, p.4).

Pese al tono generalizador, esto no significaba que las tribus en su totalidad ratificaban el apoyo a una solución del conflicto bajo la tutela de Gaddafi y mucho menos sin la mediación de Occidente. Cuando comenzaron a reflejarse las discrepancias en el seno de la oposición en pleno avance por el oeste, una nota confirmó la existencia de “divergencias internas” y “rivalidades tribales” que aplazaban la formación del “pretendido gobierno interino” (Granma, 4 de octubre, p.5). Como nunca se especificó la heterogeneidad de este sector, era difícil comprender la existencia de un colectivo de intereses.

Uno de los fragmentos más perturbadores del país, que antes se retrataba como un paraíso dentro de África y el Tercer Mundo, describía un escenario de “intensos tiroteos” en el barrio capitalino de Abu Salim y “cruentos enfrentamientos en la ciudad de Sirte” donde:

 

Mientras en las calles yacen cadáveres y carros calcinados, las fuerzas del CNT saquean viviendas y tiendas de vecindarios que ya dominan. Los pro-Gaddafi mantienen varios bolsones de resistencia en el corazón de Sirte con gran poder de fuego y determinados a defenderla hasta el final, al igual que hacen destacamentos progubernamentales en la localidad de Bani Walid, al sudeste de Trípoli (Granma, 15 de octubre, p.5).

 

Un problema que al inicio del año solo afectaba a las clases populares que se rebelaron contra Mubarak, se convirtió, en palabras de uno de los titulares, en un fenómeno para la agobiada población libia en pleno clima de guerra: Cientos de civiles huyen de Sirte por escasez de alimentos (Granma, 18 de octubre, p. 5).

Hasta que el asesinato de Gaddafi, acontecimiento al que se reservó un espacio en la primera plana, catapultó de una vez el pretendido éxito de los “subversivos” (tal como los llamó el medio) y el caos para Libia (Granma, 21 de octubre, p. 5).

A la atura de septiembre, apareció el único comentario sobre los rebeldes libios firmado por un periodista, El cinismo imperial, de Omar Garcés. Este comentario planteaba que los gobiernos de Estados Unidos y Europa desataron “una bien cuidada campaña de desinformación que hizo ver a los mercenarios que ellos patrocinaron como rebeldes enfrentados a una cruel tiranía, llegándose a calificar los acontecimientos allí como una guerra civil”. El autor planteó que la estrategia imperial aplicó “los mismos patrones durante la llamada Guerra Fría cuando enfrentaban la “conspiración mundial comunista”, representada por la URSS” (Granma, 9 de mayo, p. 5).

A simple vista el acompañamiento, en este caso de fotografías y mapas, desempeñó un papel crucial en el tratamiento comunicativo; solo que no fue así con relación a las partes de las notas relativas a los agentes sociales de la revuelta. Pese a esto, es preciso afirmar, que por ser un acontecimiento de mayor repercusión para la prensa cubana, el empleo del recurso fotográfico en comparación con Egipto fue mayor. Predominó la nota, con la única excepción del artículo general El cinismo imperial.  

 

Comparación

Se valoró la profundidad con que se abordó causas, componentes, momentos, resultados y consecuencias de la revuelta, tomando en cuenta la frecuencia de publicación en la sección Internacional y Nacional (para el caso de Fidel Castro), el género periodístico, los actores políticos y sociales que tomaron la palabra y el empleo de recursos gráficos.

En cuanto a las causas de la revuelta egipcia, Fidel Castro colocó la desigualdad social como resultado inevitable del giro a la derecha y la creciente corrupción. El aumento del precio de los alimentos, los problemas sociales que origina y su contradicción con el fenómeno de la corrupción, fue punto de coincidencia a medias con los periodistas (ya que apenas insinuaron la corrupción de Hosni Mubarak).

Sobre Libia, Castro comentó las discrepancias con el ideario político de Muamar al Gaddafi, recogido en el Libro Verde, en palabras que sugirieron cierto grado de incompatibilidad y límites en el afianzamiento de las asambleas populares. Reconoció la existencia de errores que no especificó, producto de la campaña desinformadora de los medios de comunicación. Los periodistas no plantearon siquiera el problema político como una causa o antecedente, mientras el único comentario firmado, sostuvo que Estados Unidos alentó la revuelta, una idea latente en la totalidad de los trabajos periodísticos.

De “mito” se tildó el discurso sostenido por las cadenas informativas europeas y estadounidenses que aseguraban que los ciudadanos se rebelaron por la democracia y contra el autoritarismo, puesto que los movimientos sociales son el resultado de la lucha de clases originada por la desigual distribución de los recursos. Aunque la protesta social se base en el discurso de la democracia, este no es motor o causa suficiente para impulsar la lucha cívica. La revuelta en Libia y Egipto no tuvo puntos de coincidencia, según defendió el periódico; de por sí las cifras económicas relacionadas con el primero eran desalentadoras, mientras las del segundo denotaban prosperidad.

Respecto a los componentes, el autor de las reflexiones planteó que en Egipto hubo una rebelión revolucionaria contra los círculos de poder y los sectores privilegiados de la sociedad, para denotar que quienes estuvieron en las plazas pertenecían a esferas populares desfavorecidas. A esto, las informaciones agregaron la distinción entre activistas antigubernamentales y trabajadores estatales, cuyas demandas aparecieron en la voz de la pluralidad. Solo tras la renuncia de Mubarak, se citó a uno de los manifestantes.

Jóvenes, profesionales y otros sectores no especificados, fueron tomados en cuenta por el líder de la Revolución cubana en los artículos sobre Libia. En cambio los trabajos propios del medio no consideraron la mención de características etarias, confesionales ni de clase de quienes se rebelaron en el este. Las notas no ofrecieron papel relevante a las declaraciones de la oposición hasta tanto no entró en juego la coalición internacional y la batalla de Misrata inclinó la balanza.

El interés en los reacomodos en el seno de la élite gobernante, evidenció el marcado interés del medio en las voces de la sociedad política en uno y otro caso, como consecuencia del peso de las relaciones internacionales.

Los resultados de la revuelta en Egipto se asociaron en buena medida con la renuncia de Hosni Mubarak, luego del 11 de febrero las notas disminuyeron considerablemente.

Las consecuencias materiales de la guerra civil en Libia, pérdida de vidas humanas y deterioro de la infraestructura del país, impuso la idea del “caos”, de la consecuencia por encima del resultado. A fin de cuentas, las ofertas políticas realizadas por la élite gobernante, no pudieron concretarse por el paso beligerante de los alzados, según las principales informaciones.

Predominó la nota informativa para abordar los temas desde el medio y aunque el acompañamiento gráfico fue mayor en Libia, enfocó la posesión de armas por los rebeldes con un fin desmoralizador.

La profundidad en el tratamiento de la revuelta en Egipto y Libia no presentó grandes variaciones. Los dos ejemplos del periodismo de opinión en el periódico, aparte de los trabajos de Fidel, no fueron representativos para demostrar que un tema se agotó más que el otro. Tampoco lo es la extensión en el tiempo del tratamiento a la revuelta libia, al tomar en cuenta su complejidad y que trascendió en el desenlace de informaciones cuya mayoría no la tuvieron por tema principal.

En la nota informativa predominó la estructura de pirámide invertida. En el caso de Libia, los temas relacionados con los rebeldes integraron los hechos importantes de sostén, otras veces los hechos interesantes y en no pocas ocasiones, conformaron los meros pormenores.

Por su parte, el empleo de elementos del lenguaje como hipérboles, metáforas, adjetivos y la utilización de frases hechas (tabla 3) jugó un papel primordial en la intencionalidad del mensaje.

 

Fuente: elaboración propia.

 

El uso de estos recursos, si bien benefició la probada autenticidad del movimiento egipcio (“inteligente”, “valiente”) adornó los argumentos contra los rebeldes libios a través de palabras que como “mentiras”, “complot”, “detractores”, “subversivos”, “criminales” y “cinismo”, atribuían una connotación contraria a cualquier proceso que se pretendiera retratar como genuino o legítimo. Véase la distancia, por ejemplo, entre los términos “movimiento popular espontáneo” (egipcio) y “grupos subversivos” (rebeldes libios).

 

Conclusiones

El medio no se identificó con la denominación Primavera Árabe, la cual nació de la comparación con eventos de movilización, de reforma política y transiciones democráticas del pasado y que como Granma reconoció, provocó una excesiva homogeneización de los procesos en curso.

Los artículos de Fidel Castro influyeron en los trabajos periodísticos, expuestos fundamentalmente desde el anonimato de la nota informativa. Tampoco puede negarse, que los artículos generales del expresidente cubano, evidenciaron mayor libertad para abordar los temas.

El respeto a la postura oficial del Gobierno cubano frente a los acontecimientos internacionales y el discurso cuestionador de los intereses geopolíticos de Estados Unidos –como cómplice de la represión o como agente de la revuelta-, demostraron que el tratamiento comunicativo fue portador de una ideología y un posicionamiento que influyó en la intencionalidad.

Los valores noticia proximidad y actualidad, están sujetos a principios culturales que determinaron el interés sobre naciones y figuras élites de valor para la historia política cubana: Gamal Abdel Nasser para demostrar el declive de Egipto y Gaddafi cuya dirección condujo a Libia a la prosperidad económica proporcionada por la renta petrolera.

Los acontecimientos se describieron en términos que resaltaron unos rasgos en detrimento de otros y encubrieron relaciones sociales en que tuvieron lugar, es decir, hubo disimulación de las causas, alcance de las demandas y componentes de la revuelta.

En el caso de Libia, la división de los grupos, fundamentalmente de los manifestantes de Trípoli y Bengasi –como si todo fuera un problema del este-, unido a los intentos de demostrar el carácter minoritario de la oposición en un primer momento, constituyó el mayor ejemplo de fragmentación. Para finalmente legitimar la idea entorno a las diferencias entre la revuelta social en Egipto y Libia, que significa que la lucha contra los círculos de poder en uno y otro país no gozó de igual autenticidad: si bien la causa del pueblo egipcio contra un gobierno de derecha, aliado de los Estados Unidos e Israel fue justa; en Libia, no se podía plantear igual porque el movimiento contestatario estuvo subvertido.

Se concluye que el tema de la revuelta árabe se trabajó selectivamente, desde una jerarquización de la noticia, con fuerte énfasis en el conflicto, el carácter violento de los enfrentamientos y los reacomodos políticos resultantes. El medio no demostró un alto compromiso con las demandas sociales por su interés en las consecuencias políticas. El tratamiento comunicativo obvió y restringió relaciones sociales del acontecer que impidieron una mejor comprensión de la revuelta social de 2011 en Egipto y Libia.

 

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Notas

[i] Comunicación personal.

[ii] Comunicación personal.

[iii] Fidel Castro Ruz se mantuvo escribiendo, aunque esporádicamente hasta su muerte en el 2015, artículos generales que los periódicos extraían del sitio Cubadebate para reproducir en calidad de editoriales: las Reflexiones del compañero Fidel.

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