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Revista Digital de la Unidad Académica de Docencia Superior,
Universidad Autónoma de Zacatecas, ISSN: 2594-0449.

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Publicaciones

Jesús Reyes Heroles: perfil de un intelectual liberal por Sigifredo Esquivel Marín

Julio-diciembre 2021, número 25.
Autora: María del Carmen Orozco González. Título: En la jungla. Serie: Los Dioses Antiguos . Técnica: Óleo / Madera. Medidas: 30cm x 40cm. Año: 2021.

Esquivel Marín, Sigifredo. (2021). Jesús Reyes Heroles: perfil de un intelectual liberal. Revista digital FILHA. Julio-diciembre. Número 25. Publicación semestral. Zacatecas, México: Universidad Autónoma de Zacatecas. Disponible en: www.filha.com.mx. ISSN: 2594-0449. Handle: http://ricaxcan.uaz.edu.mx/jspui/handle/20.500.11845/2772

Sigifredo Esquivel Marín. Mexicano, ensayista y docente-investigador en la Universidad Autónoma de Zacatecas. Perfil PROMEP. Es doctor en Artes y Humanidades. Autor de: "Pensar desde el cuerpo. Tres filósofos poetas: Spinoza, Nietzsche y Pessoa", Tijuana, CONACULTA-CECUT, 2006; "Imágenes de la imaginación", México, FML-Tierra Adentro, 2006; "Ensayar, crear, viajar. Sobre la tentativa como forma de arte", Ediciones de Medianoche, 2008; "Escrituras profanas de textos sagrados", Zacatecas, Ediciones Passim, 2013 y "Creación, crítica y subjetividad (Educar para resistir en el sistema-mundo global)", Oviedo, Ediciones I.M.D, 2014. Ha participado en más de veinte libros colectivos y antologías en México y España. Becario del FECAZ y de la Fundación para las Letras Mexicanas. Premio Regional de ensayo 2004 (Región Centro-Occidente); Premio Nacional de Ensayo Abigael Bohórquez 2005; Premio de Ensayo Universitario (Biblioteca del 175 aniversario de la UAZ, 2008). Premio Nacional de Ensayo Político José Revueltas 2014. Miembro de la Academia de Teoría y Filosofía de la Educación (ATYFE). Contacto: sigmarin@yahoo.com.mx ORCID IDhttps://orcid.org/0000-0001-8283-9659

JESÚS REYES HEROLES: PERFIL DE UN INTELECTUAL LIBERAL

Jesús Reyes Heroles: profile of a liberal intellectual

 

Resumen: El presente artículo expone algunas de las principales ideas del teórico y político social Jesús Reyes Heroles; un mexicano universal liberal que ha sentado las bases para replantear el modelo liberal desde un esquema de paz, justicia social y respeto por la alteridad. Bajo el actual clima sociopolítico hace falta una propuesta integral de paz con justicia social desde la búsqueda de una posible reconciliación nacional, en este sentido recuperar el legado de Jesús Reyes Heroles resulta una tarea fundamental para repensar otro México bajo la actual crisis de violencia y polarización. Aquí se presentan algunas ideas introductorias a partir de la vida y obra del pensador mexicano Jesús Reyes Heroles para proseguir una discusión abierta en el seno de la actualidad de este país.

Palabras claves: Libertad, Liberalismo, Justica Social, Paz Social, Alteridad.

Abstract: This paper presents some of the main ideas of the social theorist and politician Jesús Reyes Heroles, a universal liberal Mexican who has laid the foundations to rethink the liberal model from a framework of peace, social justice and respect for otherness. Under the current socio-political climate, a comprehensive proposal for peace with social justice is needed for a possible national reconciliation, in this sense, recovering the legacy of Jesús Reyes Heroles is a fundamental task to rethink another Mexico under the current crisis of violence and polarization. Here are some introductory ideas for an open discussion.

Keywords: Liberty, Liberalism, Social Justice, Social Peace, Alterity.

 

Introducción: breve noticia de un hombre político íntegro

Jesús Reyes Heroles fue un hombre de acción e ideas, nacido justo hace un siglo en Tuxpan Veracruz el 3 de abril, y falleció –en el apogeo de su obra creativa– el 19 de marzo de 1985 en un hospital en Denver Colorado. Escritor, intelectual y hombre comprometido y metido en el mundo de la cultura y de la política en la segunda parte del siglo XX en México, tuvo una carrera intelectual y académica exitosa como abogado, recibiéndose con honores en la Universidad Nacional Autónoma de México en 1944 y después haciendo estudios de posgrado en universidades argentinas. Fue miembro de la Academia Mexicana de la Historia en 1968 y de la Real Academia de Madrid al año siguiente. Recibió el doctorado Honoris Causa de la Universidad de Alcalá de Henares en 1981. Catedrático de derecho en la UNAM y en el Instituto Politécnico Nacional, compaginó con sabiduría práctica su quehacer docente con una amplia obra intelectual crítica sobre temas de derecho, política, cultura e historia, siempre teniendo la mirada en México, pero sin perder la brújula del liberalismo moderno. Por si fuera poco, ocupó diversos cargos públicos con esmerada probidad y atinado juicio. Saber conjugar la teoría con la práctica política es una tarea ardua que exige virtudes intelectuales, cívicas y éticas, así como paciencia y sentido práctico.

Replantear el liberalismo a “la mexicana” fue santo y seña que guío su vida. Un liberalismo mexicano es un liberalismo nacional, mas no nacionalista, acoge la universalidad de lo humano como horizonte común; es un liberalismo libertario, pero no individualista, pues la suya es una reforma espiritual más que económica y utilitarista; un liberalismo mexicano no puede ser indolente ni impenitente ante la injusticia social que lacera a un pueblo como el nuestro; en suma, el liberalismo mexicano es un liberalismo con justicia social, conciliación entre libertad individual y justicia colectiva solidaria. Lector agudo de los clásicos, asumió en su pensar y actuar la máxima aristotélica que considera que el hombre es un animal político y cívico que solamente es tal en tanto vive y se organiza políticamente en sociedad, de ahí que el pensador veracruzano afirmara que la política es un arte preciso y precioso, pero muy difícil. Por ende, en su opinión, el ente político tendría que reunir tres características indisociablemente unidas: corazón, cabeza y carácter. En su caso, tener buen hígado para soportar embates de todo tipo.

La política como arte, estrategia y praxis transformadora requiere trascender intereses personales y grupales, creer realmente en la posibilidad de una sociedad mejor y más justa. Tuvo una vocación política auténtica orientada por una axiología ética humanista que buscó siempre, más allá de las vicisitudes reinantes, mantener como brújula, incluso bajo circunstancias imposibles. Mediación imposible –pero nunca impasible– entre el idealismo ingenuo y el pragmatismo oportunista, la suya fue una política con ética, una ética en apuros metida en el ojo del huracán de una política convulsiva, convulsionada. Hombre con una poderosa intuición, pues anticipa muchas de las principales ideas de la obra magna del liberalismo contemporáneo de John Rawls, La Teoría de la Justicia, inicialmente publicada en 1971 (Toscano, 2008: 91).

Al igual que el pensador norteamericano, el mexicano consideró que el diálogo crítico racional atento a la mediación ético-política era una clave fundamental para dirimir debates sociales, políticos e intelectuales que fueran capaces de sustentar posicionamientos sensatos en la vida práctica. Publicada la trilogía entre 1957 y 1961, El liberalismo mexicano de Reyes Heroles es una obra de referencia obligada para propios y extraños a la hora de comprender la inserción de México en el mundo contemporáneo. Dicha obra habría que releerse desde el contexto mexicano y latinoamericano de replanteamiento ideológico. En este sentido habría que equiparar la notable aportación de Reyes Heroles con el trabajo pionero de Daniel Cosío Villegas, uno de los más grandes historiadores e intelectuales que hemos tenido en México, quien también ha hecho una relectura crítica de la historia moderna y contemporánea de nuestro país y de sus regímenes políticos. Ambos intelectuales han sido críticos del orden político mexicano autoritario despótico en tiempos de fuerte represión.

El intelectual de Tuxpan también tiene escritos pioneros en materia de política y sociedad donde anticipa la noción rawlsiana de justicia como equidad social. Asimismo también concibe la co-responsabilidad social con justicia y cooperación de sujetos e instituciones como base de una sociedad armónica democrática liberal. Aboga también por una redistribución igualitaria de la riqueza en la sociedad, al respecto, el modelo vigente de la 4T de López Obrador, al privilegiar, cuando menos en el eslogan de primero los pobres, busca resarcir la injusticia social imperante. Lejos de todo dogmatismo, tanto Rawls como Reyes Heroles fueron dos ilustres teóricos liberales siempre atentos a las críticas de sus contemporáneos y siempre buscando replantear sus posiciones teóricas acordes a las exigencias socio-políticas imperantes. Mientras que el profesor de Harvard, haciendo caso de las objeciones a su obra, buscó empatar las nociones de justicia, libertad, equidad y creación de igualdad de condiciones para todos los sujetos políticos bajo el concepto de “liberalismo político” (Toscano, 2008: 100-108) el profesor de la UNAM nunca cejó en el intento de repensar el liberalismo europeo desde el contexto específico mexicano y sus tradiciones comunitarias. El concepto de “liberalismo social”, hoy moneda de uso corriente en todo programa de política social, es una de las mayores aportaciones del mexicano al liberalismo moderno desde un sello latinoamericano distintivo.

Sin hacer una apología o hagiografía de su vida y de su obra, complejas y de altibajos diversos, se puede decir, que fue un hombre intenso que vivió plenamente y cuyas frases y decires resultan hoy moneda corriente de la jerga política en México como “en el ejercicio de la política hay que aprender a lavarse las manos con agua sucia” o “lo que resiste, apoya”, entre otras muchas. Humanista cabal, consideraba al ser humano agente de libertad y promotor de justicia social. Su humanismo liberal estuvo atento al desprotegido, de ahí que “la solidaridad” haya sido uno de los hilos conductores de su vida y de su obra crítica intelectual. Sensible a la injustica social, fue un hombre práctico que tenía un espíritu idealista, quiso emprender la tan citada y, ahora manoseada, “reforma política del estado mexicano”, desde el interior del Partido Revolucionario Institucional (PRI); para el partido representó un intelectual prominente, quizá uno de sus más grandes ideólogos, pero también representó una amenaza constante para los sectores más reaccionarios de la política mexicana, pues sus ideas políticas progresistas sentaron las bases para el advenimiento de la democracia actual en México. Esto con el objetivo de transformar las condiciones existentes de un país con enormes desigualdades, condiciones que lejos de desaparecer o mitigarse, se han radicalizado en la segunda década del siglo XXI. Su legado nos da cuenta de que fue un político íntegro, audaz y progresista, al anticipar la sociedad moderna venidera como una sociedad plural y democrática donde viven y conviven, pacíficamente, modos de pensar antitéticos.

Visionario adelantado, la anticipación de la sociedad democrática por venir le costó muchos sinsabores, enemistades, polémicas en lo público y en lo privado, pero ahí, justo ahí se vio el temple del hombre hecho y derecho nacido en Tuxpan. Su admiración por Maquiavelo reside en que lo considerara el primer pensador político laico, pero también en su oficio para hacer de la política un arte de sutil estrategia. Padeció en carne propia cómo es que el poder transfigura a los hombres, los seduce con apetitos humanos sin límites: quizá su discurso, cuasi-testamentario, en el CL aniversario del natalicio de Altamirano nos hable de sí mismo: “Rebelde por naturaleza e intransigente en lo esencial, conocía el país que quería erigir y no cedía en cuanto a ello. Abierto a la rosa de los vientos, incorporaba y asimilaba” (Reyes Heroles, 2016: 174). La vida y la obra de Reyes Heroles resulta un ejemplo paradigmático de buscar conciliar lo irreconciliable atendiendo y entendiendo las necesidades e intencionalidades complejas y contradictorias de los actores en cuestión. Su idea de concebir la paz y la pacificación social en y desde la apertura y el diálogo con el otro son cuestiones nodales que vinieron a sentar las bases para el advenimiento de la democracia moderna en México y el diálogo político plural.

Para Reyes Heroles la política es, ante todo, actividad cultural por excelencia, sintetiza el cultivo del ser humano como ser social, como actor singular siempre en colectividad. De ahí que pensar la política sea retrotraer el pensamiento y las creencias a la vida práctica, a la acción en el seno de la vida cotidiana (Reyes Heroles, 2016: 16). Empero, muy lejos del pragmatismo político actual, este insigne pensador ubicó la esencia del liberalismo mexicano en la realización plena del ser humano como ser espiritual en el seno de una comunidad de espíritus librepensadores que saben conjugar la libertad personal con la justicia social. Su visión liberal tuvo un sello latinoamericano al concebir la paz y la justicia social como un binomio que fundamenta la promoción y autodeterminación de los derechos fundamentales y el respeto irrestricto al otro de carne y hueso. Sin duda, fue un notable pensador que ha contribuido a forjar una identidad nacional abierta al diálogo intercultural de manera crítica y propositiva. En este sentido, su obra habría que releerla junto a las obras magistrales de Octavio Paz y Leopoldo Zea, mexicanos universales que han sabido tomarle el pulso a nuestra modernidad singular desde la construcción de idearios culturales e identitarios originales y creativos.

La obra de Reyes Heroles tendría que comprenderse dentro del contexto latinoamericano de apropiación de las ideas liberales dominantes a partir de una relectura socio-política del entorno que se remonta a la época virreinal, pero directamente se va fraguando a lo largo del siglo XIX. Como han señalado Iván Jaksic y Eduardo Posada en su imprescindible obra Liberalismo y poder, Latinoamérica en el siglo XIX (2011): la emancipación y liberación de las colonias en América Latina y el Caribe está en directa relación con los diversos movimientos culturales e intelectuales de apropiación del liberalismo europeo, a partir de dicho ideario se han conformado los estados-naciones emergentes en el siglo XIX y XX. La impronta del liberalismo ha sido decisiva para la conformación de la vida política, cultural e intelectual de nuestra región. Su sello ideológico ha echado raíces firmes en los pueblos latinoamericanos.

 

Un historiador nato con pensamiento crítico innato

Para el maestro Reyes Heroles la historia fue una afición que cultivó desde la cuna a la tumba, nunca dejó de apreciar la historia y las narraciones orales de los viejos sabios. Creía que la historia no es algo muerto, sino una memoria viva que respira e inspira en y desde el fuelle del presente. Oposición dialéctica de contrarios, la historia aquilata la conciencia social y epocal de un pueblo y de la humanidad entera. Ligazón estrecha y fructífera entre pasado, presente y futuro, la historia es el parto de la imaginación creadora, es aliento para actuar lúcidamente. La amnesia histórica nos arriesga a carecer de futuro y de raíces, nos deja en el desfiladero del tiempo inerte. Sin la recuperación de la memoria histórica un pueblo está destinado a convertirse en un ente espectral. De ahí que las palabras que escribiera Octavio Paz, otro gran intelectual y arqueólogo de las ideas de este país, sobre Daniel Cosío Villegas, ilustre e insigne maestro y formador de varias generaciones de historiadores e intelectuales, sirvan también para ilustrar la gran aportación de Reyes Heroles: “Cosío Villegas fue un gran historiador del siglo XIX y un gran cronista de nuestro siglo XX, especialmente de la época contemporánea. No era un hombre de sistemas filosóficos, sino más bien de la tradición moral y psicológica que se remonta a Tucídides. Además era un excelente escritor que nos enseñó a ser conscientes de la dignidad humana” (Citado en Cosío Villegas, 2013: 19).

Escribir la historia “significa buscar el sentido de los hechos, explicarlos hasta donde es posible y situarse en posición equidistante” (Reyes Heroles, 2016: 69). Escribir historia, historiar y narrar, es hacer política, porque como le gustaba citar a Gramsci: la historia es política mirando hacia atrás y la política es la historia en acto. De ahí la importancia de conocer la historia de México, pues permite liberarnos del lastre del olvido y la desmemoria. Frente al México bárbaro, que está ahí siempre latente, buscó promover un México democrático más civilizado en tanto puede articular sus diferencias como disenso en el diálogo abierto. La sabiduría histórica no escamotea las dificultades y errores cometidos, todo lo contrario, busca aprehender en las huellas de lo acontecido las posibles rutas y alternativas del porvenir que se enraíza en el presente. Según Enrique Krause, quien comparte algunos intereses en común con Reyes Heroles, “México ha vivido de héroes y mitos y esa condición nos ha costado cara porque ha engendrado en nosotros falsos recuerdos, ha exagerado nuestros reflejos, ha mantenido viejas llagas, nos ha vuelto a veces amargos y soberbios. Nos ha hecho dogmáticos e intolerantes, nos ha quitado realidad y sentido práctico” (Krause, 2010: 15). De ahí la exigencia de problematizar la historia oficial de bronce y desmitificar a los héroes que son convertidos en semidioses.

Al igual que Michel Foucault quien consideraba que la historia siempre es una narrativa en y desde el presente (Castel, 2013: 93-99), Reyes Heroles buscó toda su vida recuperar la historia de la cultura y del pensamiento en y desde la comprensión de su tiempo histórico vital. Así como un programa de investigación genealógica desde la perspectiva foucaultiana sigue siendo vigente, también sigue siendo actual, seguir y proseguir las líneas de investigación abiertas por el insigne pensador y político mexicano quién ha abierto brecha en muchos sentidos para hacer posible una historia de México en y desde la coyuntura histórica y los retos que depara la comprensión de su problemática de cara a la posibilidad de replantear el sentido histórico. De ahí la enorme vigencia de la obra de Reyes Heroles para analizar críticamente la historia de este país, dado que su visión humanista universal le permitió acercarse a la historia viva de México, a partir de fuentes primarias y generando un fresco monumental de una vasta memoria colectiva.

Imaginación y rememoración van de la mano, no hay historia sin apertura de horizontes ni horizonte sin las raíces que se incrustan en el pasado. El pasado no está muerto, se actualiza de múltiples formas en el presente. Desde los ojos de la historia, los antejos humanos son perspectiva limitadas por intereses coyunturales, solamente la comprensión histórica del sentido colectivo constituye el marco de referencia de nuestro actuar (Reyes Heroles, 2016, p. 75). La reconstrucción de la historia de las ideas de nuestro país nos permite tomar distancia frente al presente, al tiempo, que nos da lecciones valiosas para rehacer la cartografía del porvenir.

Su mirada histórica fue de talante político, buscó sentar las bases para una mejor sociedad mexicana retomando un pasado rico. Conocer el colonialismo al que hemos sido históricamente sometidos nos permite pensar otras formas de gobierno y de sociedad más allá de la égida (pro)imperialista. Conocer la historia es trabajar por el fortalecimiento de los cimientos y crecimientos de la sociedad mexicana, edificar el México del mañana hoy, el cual debemos construir a la medida de las necesidades y aspiraciones de mujeres y hombres del México nuevo, ese México soñado por el maestro ya llegó y requiere nuestra colaboración para llegar a buen puerto. El conocimiento histórico libera, es anticipación de lo venidero. Por eso su lectura liberal de la historia ahora resulta tan pertinente porque nos permite abrir en la actualidad un haz de posibilidades que no sea un corte histórico o ruptura con lo acontecido, sino más bien, todo lo contrario, que sea la efectuación de las potencias y posibilidades latentes y subyacentes en las entrañas de un pueblo que ha luchado por su libertad y realización.

Su lectura del pasado histórico de México deja volar las alas de la imaginación crítica hacia un porvenir otro: un México democrático, de apertura al diálogo y al consenso donde las polarizaciones, odios y enconos se dejan de lado por fines más altos de realización humana colectiva (Reyes Heroles, 2016, p. 91). Su recuperación de la historia de las ideas nunca dejó de tener como objetivo final la reforma política del Estado como garante de una sociedad más humana, justa, democrática y libre. De ahí también su interés en los pensadores ilustrados de la tolerancia, no como nihilismo que trivializa y aplasta todas las opiniones en (para)doxa mediática, sino como defensa y respeto irrestricto del diálogo plural: “La tolerancia deviene así, elemento sustentador y legitimador del Estado" (Reyes Heroles, 2016: 104). En las antípodas, la intolerancia nos conecta con la historia del México bronco y violento.

La visión humanista de Reyes Heroles buscó recuperar en la historia y la memoria colectiva materiales para la lucha en y desde el presente, siendo el presente un espacio de negociación interminable. De ahí que el autor considere que la democracia y la libertad solamente pueden tener algún contenido semántico si se vinculan con el desarrollo integral de los derechos humanos, la justicia y la participación de todos los sectores sociales; de ahí su relectura del liberalismo político desde un ideario ético y cívico de apertura al otro, por más distante o distinto que pueda ser. No hay paz duradera en un país donde la violencia y la barbarie son el pan de cada día, de ahí también la importancia de tener una lectura compleja de un país como el nuestro donde hay un sinnúmero de desigualdades y exclusiones que no se pueden resolver de un momento a otro, pues requieren la participación de esfuerzos conjuntos de todos los sujetos e instituciones sociales. Hurgar en el pasado le permite al sujeto singular y colectivo sentar las bases para su autodeterminación histórica y política.

 

Un mexicano humanista liberal universal

Reyes Heroles fue un hombre que siguió el ideario del gran maestro Alfonso Reyes (1936) –en sus “Notas sobre la inteligencia americana”– de asumirse como un mexicano universal, ser un hombre que amara profundamente su tierra y tuviera una visión universal del sentido de lo humano. Su visión humanista liberal abrevó de los clásicos universales, entendiendo y atendiendo la realidad mexicana variopinta. A diferencia del individualismo liberal anglosajón, Reyes Heroles defendió la solidaridad humana, su concepción antropológica consideraba que frente a la deshumanización del hombre moderno, la humanización plena solamente se puede plantear en y desde su interrelación con los demás seres en sociedad (Garcilazo, 2004).

Se pronunció con firmeza enérgica a favor de la solidaridad latinoamericana, asumiendo el ideario de José Martí de Nuestra-América como un territorio múltiple y diverso que comparte una conciencia común y una memoria histórica similar. Su liberalismo social contempla la libertad del hombre como un soporte de apertura hacia los demás, la libertad implica la otredad, el respeto al prójimo. Liberalismo social guiado por el mandato de alcanzar la justicia social para que los seres humanos no sean humillados y puedan vivir plenamente en libertad y dignidad. El liberalismo democrático mexicano retoma el ideario de Lorenzo Zavala, quien buscó empatar la idea de igualdad y justicia humanas ante la ley. El liberalismo mexicano –según él– se aparta de la ortodoxia liberal eurocéntrica, dado que el liberalismo mexicano es social desde su nacimiento en tanto conciliación entre libertad, justicia social y solidaridad. Es un liberalismo de talante ético-político que afirma la libertad del sujeto político y su compromiso ante los otros sujetos.

El ser humano es concebido como sujeto y objeto del ser y quehacer histórico-social. Ser racional sensible ante el otro, considera que el conocimiento posibilita la transformación activa de la realidad. Por tanto, no hay una ideología verdadera de forma absoluta, sino que todas las verdades e ideologías son relativas a su tiempo, de ahí su interés por propugnar y pugnar a favor de “un pluralismo ideológico”, dado que la pluralidad de ideas alimenta la libertad de pensamiento y acción. Su postura liberal anti-dogmática fue una bandera que le costó muchas batallas en la guerra por la diversidad ideológica e intelectual. Lo anterior explica su énfasis en la sociedad civil como agente de cambio social: “Hay que luchar porque una sociedad civil sea cada vez más una sociedad política y de esta manera evitar que el Estado se aleje y sobreponga a la sociedad” (Reyes Heroles, 2016: 62).

Coherente con su ideario político promovió una educación liberal humanista del pueblo de México como instrumento de liberación e integración social, una educación como auto-formación humana integral (cuestión que hasta la fecha sigue siendo una asignatura pendiente). Ideario político e intelectual que fue llevado a la praxis humana creadora al promover la descentralización educativa y profesionalización de la carrera docente, incentivando una mayor participación de la comunidad en los procesos y prácticas de la educación y fortaleciendo la formación y actualización del magisterio mexicano; ahora todo esto resulta ser un lugar común de las políticas educativas, pero después de la fundación pionera de la Secretaría de Educación Pública por otro prominente político e intelectual como José Vasconcelos en 1921, no había habido funcionario público, intelectual y político pleno, que tuviera una perspectiva tan clara y decidida de los fines sociales y humanistas del sistema educativo mexicano; ahora bien, como hombre de acción, sabía que la transformación del sistema educativo mexicano no se puede dar sin el trabajo de retroalimentación dinámica de la sociedad mexicana en su conjunto. Era consciente de que la educación no es en sí misma la solución de los problemas, pero sí una forma de plantear una alternativa ante la creciente crisis de la sociedad. De ahí la importancia otorgada al magisterio como un actor fundamental en la formación y conformación de una identidad nacional auténtica: la tarea del maestro es formar un ser humano íntegro [Reyes Heroles, (1974) (1995)].

Creía en un nacionalismo mexicano atento a la interculturalidad y con una visión humanista universal. Según Reyes Heroles, los tesoros y obras más grandes de la humanidad, no tienen fronteras, son patrimonio universal del hombre; siendo la cultura una síntesis de sus creaciones espirituales y materiales, y el multiculturalismo diverso de un territorio mexicano también diverso, una fortaleza de una identidad cultural pluralista. En este sentido, su defensa de las culturas populares anticipa muchas de las perspectivas actuales; empero se trata de una defensa realista con justicia social y búsqueda del auténtico diálogo inter y transcultural. Lejos de las visiones simplistas y simplificantes de muchos, política y cultura resultan –según él– visiones complementarias e interdependientes: la política es actividad cultural, y la cultura es acción política comunitaria. La identidad cultural fortalece la identidad (política) nacional. De ahí su alergia contra “los crustáceos de la cultura e intelectuales impermeables a la realidad”, pues encerrarse en un caparazón de pureza intelectual y selecta cultura resulta medio idóneo para evadir cualquier responsabilidad social, a fin de cuentas, termina por neutralizar y esterilizar el libre pensamiento crítico; consideraba que únicamente el intelectual que aprende y escucha –con humildad auténtica– al pueblo puede aportar algo significativo. De ahí también su sentencia de que es más difícil aprender el lenguaje del pueblo que la terminología de malos textos rimbombantes. Su profundidad humana no estuvo jamás reñida con su simplicidad de ser y proceder, misma que se expresaba en un estilo de escritura directo y sin ambages.

Con diverso éxito, tanto en sus escritos como en sus actos políticos públicos, buscó la coherencia y consistencia de un ideario aún presente: la conjunción plena de educación, cultura y política, expresada en su sentido más noble, fortalece una perspectiva humanista integral del ser mexicano como ser humano universal. Mexicano universal que nos ha prodigado un claro ejemplo de lo que podría ser la integración dialéctica y dinámica entre teoría social liberal humanista y una praxis política transformadora. Hoy ante la debacle neoliberal, la recuperación de su ideario nos permite trascender el desierto cultural e intelectual reinante y avizorar alternativas ante el inminente desastre que otea el horizonte presente y venidero. La idea democrática pone límites y diques al capitalismo voraz desenfrenado. Y aunque el capitalismo se expande planetariamente ahora como globalización financiera trasnacional, “la idea del hombre universal –enfatizaba– no tiene fronteras”.

Democracia, libertad y justicia social se complementan entre sí abriendo el futuro como espacio de autocreación. Justo en este punto, su vida y su obra constituyen un aliciente poderoso para recuperar la fe humana y su esfuerzo crítico creador: “sin un pensamiento crítico no hay horizonte ideológico y sin un horizonte ideológico no hay práctica consecuente ni congruente; sin práctica consecuente ni congruente no hay horizonte ideológico consecuente y firme" (Reyes Heroles, 2016, p. 47). Su fe en la humanidad es el verdadero motor y motivo de su actuar en política, pues su optimismo es vitalismo afirmativo puro, asume y presume ser parte de una condición humana fronteriza que se balancea entre el bien y el mal, pero está consciente de su exigencia de respuesta y de responsabilidad ante los demás. La libertad del pensamiento, uno de los mayores bienes humanos altamente apreciados, no tiene sentido –según él– sin la implicación social tanto del pensar como del actuar con una libertad comprometida. Libertad acotada por la libertad de los otros. Por lo mismo su creencia de que la libertad colectiva sea menos un sueño o ideal que una parte íntegra e íntima de la libertad del hombre. Pues una sociedad libre y pacífica está integrada por seres libres y sujetos políticos plenos, y un individuo solamente puede ser libre dentro de una sociedad liberada de injusticia e inequidad sociales. Por ende, su oposición radical al individualismo moderno y posmoderno que cultiva el hedonismo cínico indolente ante la desgracia y sufrimiento ajenos. La vida y la obra de Reyes Heroles se tiene que entender como una aportación valiosa para repensar una política nacional integradora de todos los sectores sociales, culturales y políticos bajo un esquema de diálogo plural y respeto por las alteridades existentes.

Su liberalismo social incluye una perspectiva autocrítica donde la teoría social no es sino guía incierta de una acción cambiante y la democracia es un ideal, más que un puerto o axioma, la democracia nunca es perfecta, siempre está aspirando a ser más y más democrática, empero “La democracia es el sistema menos imperfecto de los sistemas conocidos. Una mejor democracia exige, a la par, el mejoramiento interno del partido mayoritario y el mejoramiento de la oposición” (Reyes Heroles, 2016: 108-109). Liberalismo social que sienta las bases para la creación de reglas de convivencia pacífica en un entorno donde el autoritarismo ha sido santo y seña de un México ancestral. Podemos disentir en todo, coincidiendo en lo fundamental:

 

Coincidiendo en lo fundamental: queremos afirmar nuestras libertades espirituales y políticas, queremos poder cuestionar todo lo demás; queremos que los que tienen menos reciban un poco más y que haya algo para todos y no nos enfrentemos al riesgo de nada para nadie; queremos realizar cambios planeados, dispuestos y no impuestos por la necesidad, ordenados y compensados, no arbitrarios y desmedidos; queremos, dentro del derecho y por la vía institucional, construir una sociedad regida por normas y ordenada en instituciones. Coincidiendo en lo fundamental: obtener ciertas cosas en que coincidieran todos los mexicanos, independientemente de su credo religioso, de sus intereses de grupo o personales; adoptar aquello que permitiera colocar a la nación por encima de intereses y modos de pensar; aquello que permitiera que la nación no estuviera expuesta a perecer por ideologías, credos o intereses. La mayoría coincide en lo fundamental: es necesario que en todas partes practiquen, como lo han hecho en el pasado, el método del entendimiento, la búsqueda de fórmulas que superen los conflictos, en lugar de perpetuarlos; que practiquen la tolerancia y la concordia y prescindan de la cerril discordia. Hay todo para lograr la fecunda unidad en lo sustancial y con esta unidad todo está al alcance de las manos de todos los mexicanos. Creemos que la unidad nacional es tan firme, por el acuerdo en lo fundamental de las grandes mayorías nacionales, que lejos de quebrantarse por el señalamiento de diferencias, se depura y afirma, se hace más consciente frente a los problemas, amplia los denominadores comunes, para que la unidad, apoyándose en la innegable diversidad, sea verdaderamente activa, y no una pura contemplación, tolerancia pasiva que muestre desinterés, tanto por los que piensan como nosotros, como por los que, difiriendo, respetan el orden jurídico (Reyes Heroles, 2016: 123).

 

Hoy que se habla de cultura de la paz y cultura de la no-violencia, las ideas seminales de Reyes Heroles, justo ahora a 100 años de su natalicio, son urgentes y vigentes para generar alternativas ante la debacle socio-política que se vive en México. La paz y la no-violencia son ideas que se desvanecen o cortinas de humo si no se sustentan en una base social coherente donde se atiende la problemática de manera estructural en toda su complejidad. La paz y la justicia en tanto constituyen la piedra de toque de la democracia actual no pueden entenderse sin la comprensión del sufrimiento humano, la degradación y la continua violación de los derechos humanos que se padece en este país. Por eso, Jesús Reyes Heroles buscó elucidar e implementar un modelo de desarrollo social que conjuntara educación, derechos humanos y empleo justo, pues creía que únicamente una propuesta integral de desarrollo humano de realización plena podría hacer de la libertad e igualdad valores sustantivos del México deseable. La dignidad humana y el respeto por el otro le permitieron redefinir un liberalismo anglosajón protestante desde un país con un fuerte sentido religioso comunitario, y no obstante, el maestro veracruzano siempre fue fiel a la separación de los poderes entre Estado e Iglesia. Su defensa irrestricta del diálogo, la cooperación, la tolerancia, la solidaridad, el respeto y la apertura anticipan muchas de las propuestas que hoy se asumen como elementos fundamentales para promover la cultura de la paz en México y América Latina (Arango, 2007: 61).

Asimismo, su idea de hacer de la educación una formación integral de sujetos libres y autónomos es clave para potenciar otro país que pueda promover, de raíz, otro modelo de desarrollo; pues siempre fue consciente de que los derechos humanos y la democracia implican un sujeto crítico de sí y del entorno. La construcción de una ciudadanía crítica exige una formación cultural, intelectual y profesional que sea capaz de forjar seres humanos atentos del encuentro real con los demás. En un mundo individualista, el cuidado del otro, la atención y la escucha auténticas son valores cardinales para recrear alternativas frente a la crisis social. Reyes Heroles toda su vida mantuvo firme el ideario de que educación, política y formación cívica van de la mano. Por tanto, su apuesta y propuesta de fortalecer el sistema educativo mexicano de manera integral en todos los ámbitos y sectores del país. Justo cuando la educación aún seguía en manos de las élites políticas y económicas, Reyes Heroles fortaleció la educación al profesionalizar a los docentes y formar cuadros intelectuales de manera sólida e integral altamente cualificados. Educar sería cultivar nuestra humanidad.

 

La sociedad mexicana por venir

Ahora que se reinventa el agua tibia y se redescubre el hilo negro de una política progresista en México. La atenta relectura de los clásicos universales mexicanos como Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Octavio Paz y, por supuesto, Jesús Reyes Heroles, nos previene contra la amnesia histórica y el cruento olvido que caracteriza buena parte de una errática política gubernamental, que en cada sexenio, y más allá de colores y tendencias partidistas, se niega a recrear una tradición intelectual rica, compleja y plena de legado y también de una enorme vigencia para repensarnos en este siglo XXI tan incierto y complicado. Ya el maestro del liberalismo mexicano advertía contra los predicadores sexenales de la vieja buena nueva, esos vendedores de humo que siguen llenando de humareda la atmósfera política. La actualidad de Jesús Reyes Heroles consiste en que su sabiduría práctica es fuente de un conocimiento humano histórico situado, de nuestra realidad mexicana precedente y presente, y también traza una cartografía política e intelectual móvil para tener una mirada puesta en nuestro entorno sin perder la perspectiva universal del ser humano; que bajo el imperio de la globalización financiera corre el riesgo de quedar aplastado. Hacer política representa abrirse al porvenir mediante la acción creadora cotidiana. Toda política es apuesta y propuesta de porvenir, de hacer del presente una presencia de sentido plena de posibilidades. Reyes Heroles anticipó una política democrática y democratizadora frente al advenimiento de un nuevo fascismo capitalista que maximiza el desarrollo ilimitado “sobre bases monopólicas subordinándose a empresas trasnacionales y a los grandes centros del capital” (Reyes Heroles, 2016, p: 107).

Liberal de hueso colorado, su fe en la humanidad da cuenta de una suerte de sacerdocio laico basado en la autonomía y realización humana. Se trata de “Educar para construir una sociedad mejor”, como lo sintetiza con notable acierto una de sus obras maestras. Hoy más que nunca cabe recordar la máxima de que “hagamos más, mucho más y mejor política, y menos politiquería”, menos grilla y más praxis creadora de colectividad. Arte de lo posible, la política –pese a una clase política manchada por la ignominia– es noble y notable tarea cotidiana de hacer de la sociedad existente una sociedad anhelada: más justa, solidaria, democrática, en suma, una sociedad digna de vivir(se) y convivir(se) en diálogo armónico y pacífico de diferencias, singularidades y alteridades. La promoción de una cultura de la paz y de la democracia tendría que tener como base la participación de todos los sectores sociales, en este sentido, el liberalismo social de Reyes Heroles sigue siendo una lectura analítica y crítica de la sociedad actual, al tiempo que abre posibles líneas de creación de sentido, más allá de la impotencia política nihilista reinante y más acá del pragmatismo oportunista que guía muchas de las acciones y reacciones del pensamiento y conducta actuales, en este sentido, retomar la obra del pensador mexicano nos da algunas claves de comprensión histórico-política de nuestra contemporaneidad y atisba posibles alternativas ante la debacle social y humanitaria en que estamos inmersos.

La intuición valiosa de abrir el cerco del individualismo desde la apertura radical de la alteridad como soporte constituyente del sujeto y su libertad es una clave teórico-práctica para repensar la paz social desde su fundamento ontológico y político. Y justo en este sentido, sin ser filósofo, las aportaciones del escritor y teórico social, Jesús Reyes Heroles, son elementos nodales para rehacer una relectura en y desde el presente. La destrucción del otro conlleva una instrumentalización de uno mismo y, por ende, repensar el fundamento ético y político en y desde la alteridad conlleva también un cambio de paradigma. Y en este sentido, su obra está a tono con algunos de los planteamientos más relevantes de la ética y de la política contemporáneas.

En la mente y en la pluma de Reyes Heroles el liberalismo europeo se nacionaliza, se hibrida con un pensamiento y cultura del barroco latinoamericano, criollismo nacionalista café con leche –según la expresión velardiana. En efecto, el liberalismo social del maestro Jesús Reyes Heroles anticipa y contraataca muchas de las críticas que se pueden formular con justicia al neoliberalismo hegemónico en América Latina. Ahora, que vivimos bajo los efectos socio-económicos y sanitarios de la pandemia, urgen alternativas reales frente a la debacle social que se padece en México y en América Latina, y recuperar el ideario del liberalismo social puede abrir camino para repensar otro futuro más allá del pesimismo realista y el optimismo de evasión de la realidad. Una visión humanista descentrada, abierta al pluralismo político y cultural es clave para potenciar opciones auténticas de transformación social; y justo ese fue el ideario del maestro veracruzano.

 

Referencias citadas

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Garcilazo Bedolla, J. (2004). “La concepción del hombre en la obra de Jesús Reyes Heroles” en Alberto Saladino García (compilador), Humanismo mexicano del siglo XX, Toluca: Universidad Autónoma del Estado de México, 2004, Tomo I, pp. 420-440.

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________. (1995). Tendencias actuales del Estado. México: Miguel Ángel Porrúa.

________. (2016) Jesús Reyes Heroles. A través de sus aforismos, sentencias y máximas políticas (selección, prólogo y crono-bibliografía de Alberto Enríquez Perea). México: Colegio de México.

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