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Revista Digital de la Unidad Académica de Docencia Superior,
Universidad Autónoma de Zacatecas, ISSN: 2594-0449.

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Reseña del libro: FERNÁNDEZ-GALÁN, C.; LIZARDO, M. G. & BUENDÍA, M. M. (Ed.). (2015). Ficcionario de teoría literaria por Rita Vega Baeza

Julio-diciembre 2019, número 21.
Autor: Rita Vega Baeza. Título: Veranos en Chicago V. Técnica: Mixta sobre lienzo. Medidas: 30X20cm. Año: 2017.

Vega Baeza, Rita. (2019). Reseña del libro:  FERNÁNDEZ-GALÁN, C.;   LIZARDO, M. G. &  BUENDÍA, M. M. (Ed.). (2015). Ficcionario de teoría literaria. Revista digital FILHA. Julio-diciembre. Número 21. Publicación bianual. Zacatecas, México: Universidad Autónoma de Zacatecas. Disponible en: www.filha.com.mx. ISSN: 2594-0449. 

Rita Vega Baeza es docente e investigadora de la Unidad Académica de Docencia Superior de la Universidad Autónoma de Zacatecas. También es poeta y psicoanalista. Es doctora en filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado en revistas de México y España. Algunas de sus publicaciones son Convenio con el Diablo y Mixionario de Alegrías y Extravío. Es SNI-I, perfil PRODEP y pertenece a un cuerpo académico consolidado hasta 2020. También  es artista visual. Coordinadora en México de los colectivos de artistas visuales de España-Italia-México: ARTemisia y Minotauro Azul. Su obra plástica ha sido destinada al diseño de más de 50 portadas de libros en España y al diseño de revistas, como este número de la revista digital FILHA adornado con algunas de sus pinturas. Ha expuesto su obra en México y España. Ha realizado talleres de pintura, serigrafía y grabado en Centro Cultural Galileo, Madrid, UAQ  y  Fundación Carol Rolland, A.C. Contacto: mrvbaeza@uaz.edu.mx

RESEÑA DEL LIBRO: FERNÁNDEZ-GALÁN, C.;   LIZARDO, M. G. &  BUENDÍA, M. M. (ED.). (2015). FICCIONARIO DE TEORÍA LITERARIA

Book review: FERNÁNDEZ-GALÁN, C., LIZARDO, M. G. & BUENDÍA, M. M. (Ed.). (2015). Literary theory fiction

 

“Un libro hermoso es una victoria ganada

en todos los campos de batalla del pensamiento humano”

Balzac

 

El Ficcionario de teoría literaria escrito, editado y coordinado por Carmen Fernández Galán, Gonzalo Lizardo y Maritza M. Buendía conjuga voces que oscilan entre la rigurosidad y el ludismo, entre la teoría clásica y la transgresión, sobre todo se trata de voces jóvenes y de un viaje intelectual híbrido compartido, de una cascada de escritores, ensayistas, historiadores, físico-matemáticos, docentes, estudiantes, curadores, etc., alrededor de la teoría literaria.

Este Ficcionario de teoría literaria tiene treinta y nueve “entradas” que han de propiciar un surtidor de salidas, tanto para lectores no especializados como para estudiosos del tema, mismos que habrán de devenir una especie de nómadas lenguajeros una vez hecho el recorrido. El ficcionario inicia con el término  “abducción”,   la “incertidumbre como fuente de conocimiento” y termina —cuando digo termina, quiero decir, se abre finalmente a cualquier posibilidad—,  con  el “tiempo” y la “transgresión”. Rolando Alvarado, en la entrada  “abducción” manifiesta: “porque el pensamiento aparece cuando queremos sacudir la duda que nos acosa” (Fernández, 2015, p. 19).

En la “entrada” sobre la Mitocrítica encontramos una defensa de realidades tan frágiles como perdurables porque en ellas el elemento ‘tiempo’  es la ‘imagen móvil de la eternidad’. Además de sintetizar con serenidad el lugar de la ciencia moderna y de la pedagogía. Se muestra al mito como ‘lenguaje robado’, como la posibilidad de la perversión de los signos en la que se abre como un lirio inevitable  —o una condena—  la re significación. En la definición que elaboran Carmen F. Galán y Salvador Lira nos dicen “La mitocrítica, por lo tanto, es el estudio del mito a partir de sus fuentes para explorar la tensión creadora que teje los mundos en transición en su emergencia o entropía” (Fernández, 2015, p. 211). 

En este Ficcionario encontramos definiciones claras, contundentes y expansivas. En él, circulan dioses griegos, secretos, recorridos históricos minuciosos, para encontrar así, la cifra de una vocal o la imagen de un símbolo que atraviesa toda una cultura. Se avisa la hermenéutica, se clarifican los principios de una sabiduría Hermética, constituida por minorías, cohesionada por la fe en la palabra, se apuestan números dorados, esfinges, arquetipos; se anuncian héroes tan atractivos como repulsivos. También se revelan cuerpos cósmicos. Hay en este Ficcionario una ontología de la luciérnaga, por ejemplo, o lo que es lo mismo, el señalamiento de lo inconmensurable de toda teoría literaria. Los autores “organizan la realidad ficticia”; las definiciones provienen tanto de la investigación como de los pies alados. Se puede leer con una copa de vino o en el silencio de una biblioteca. El Ficcionario es del orden de la seducción porque permite un aprendizaje  en el que el lector se recrea,  se abisma  y documenta.

Todas las definiciones o entradas se vinculan con la transmutación, la metamorfosis y la complicidad. Las páginas azul marino que unen y separan las entradas del Ficcionario, son una especie de metalepsis, ya que también están contadas, es decir, la sola letra “F” de “Ficción”, ya está contada con su número de página, aún cuando es una sola letra y la siguiente, o sea, el reverso, un solo color marítimo tan implacable como estético. Esto nos muestra también el rigor desenfadado y la libertad de las editoras. El Ficcionario es sin complejos academicistas, pero contiene la sistematización de la investigación y el rigor que requiere el estudioso.

Las fuentes bibliográficas en las que se apoyan los y las autoras son, principalmente, francesas, españolas, italianas y mexicanas; van unos cuantos nombres, porque éstos, tienen la propiedad de atraer o repeler, según cada lector: Roland Barthes, M. Foucault, Bordieu, Gilbert Durand, Ducrot y Todorov, Baudrillard, Derrida, Jean Perre Jeune, Julia Kristeva, P. Ricouer, R. Darnton, Gloria Prado, Carlos Scolari, Mukarovsky, Cyrano de Bergerac,  Kundera,  Hans Robert Hauss, Maurizio Ferraris (italia), Margo Glantz, José Ortega y Gasset,  Andrés Ortiz-Osés y Patxi Lanceros, Juan Eduardo Cirlot, Juan Paliza. Ch. S. Peirce, William James, Humberto Eco, Carl Gustav Jung. También encontramos algunos ecos de Octavio Paz, Alfonso Reyes, Salvador Elizondo y Margo Glantz, entre otros.

La escritora Maritza M. Buendía, en la entrada “Discurso Amoroso”, fundamenta la temporalidad de los amantes en la que se juega la incertidumbre y lo sagrado, el lenguaje “aleatorio y descompuesto” del enamorado oscilante acaso entre el delirio y la espera. Sigifredo Marin y Gonzalo Lizardo, en la acepción de “Deconstrucción”, señalan con brevedad y con acierto el recorrido que hiciera Derrida para generar dicho concepto, mismo que permite tanto señalar como desarticular la seguridad asentada en un pensamiento metafísico reconocido generalmente por partir de un centro y llegar al mismo centro. La tesis es que al desmontar tanto el logocentrismo como el humanismo puede pensarse la propia escritura. En ese mismo análisis que hacen los autores sobre la  ‘deconstrucción’,  señalan que “siempre hay una carencia de originalidad de sentido”?(Fernández, 2015, p. 95) la deconstrucción se despliega en “algo que se efectúa en el límite del discurso”. Esta acepción se vincula más con la diferencia que con la presencia: “La presencia ya no sería la forma matriz absoluta del ser, sino más bien particularidad y efecto ceñidos a un sistema que ya no es el de la presencia, sino el de la diferencia” (Fernández, 2015, p. 95) diferencia en relación a “diferir”.  

Salvador Lira, al explicar lo relativo al Sincretismo alude al Símbolo: terreno de sentido reservado; excedente de sentido; epifanía de un misterio; liberación de tensiones. Tipos de lecturas.  Hay también una interpretación de la letra tau, última letra del alfabeto hebreo en dos tradiciones: judía y cristiana. Por su parte, G. Lizardo enuncia que el símbolo es una clave para la existencia humana. Asimismo, Elsa Leticia García Argüelles, al exponer la entrada “autobiografía”, trata las variaciones en diferentes momentos históricos en los que se enfatiza la presencia del yo. Muestra los afluentes que la han determinado mostrando un análisis crítico de una vertiente eurocentrista y excluyente. Concluye que “Las prácticas de las escritoras (…) exigen una lectura que atienda textos que ‘piensan’ y viven’” (Fernández, 2015, p. 35).  Y esto se cumple en el Ficcionario, pues es la creación de un libro palpitante. Por ejemplo, Carmen F. Galán, alude a La demarcación, a los límites entre ficción y no ficción; se citan “Las ruinas circulares” de Borges: un espejo frente a otro proyectándose al infinito; alude a la poiesis o imitación creativa, a la reduplicación de la realidad, etc. Cuando aborda el tema de los Géneros literarios, basándose en Weinrich y Jauss, explica que “Los géneros serían las concreciones de la fundación de horizonte y/o transformación del mismo”; o desde Glowinski: “La teoría de los géneros se convierte entonces en una teoría del discurso literario” (Fernández, 2015, p. 126). También los ubica con oscilaciones entre lo necesario y lo posible.

El Ficcionario es una expedición palabrófila. La participación de Alma Rosa Fernández sobre “Palabra y silencio”, por ejemplo, es una de las más difíciles, pues en su propio recorrido de argonauta dice: “Lo inefable está más allá de las fronteras de la palabra. Es el silencio fatal e inapalabrable” (Fernández, 2015, p. 269) vinculado al pensamiento místico, pero también a lo tácito en el lenguaje. Define al silencio desde otras voces como “Un camaleón de sentido” (Fernández, 2015, p. 269).

En la entrada  ‘Transgresión’,   Gonzalo Lizardo —desde Salvador Elizondo y en oposición a Wilkins— nos presenta un experimento lingüístico en el que enfatiza ‘no se propone reorganizar la forma del contenido, sino transgredir la forma de la expresión. Así, Lizardo  establece dos complejas figuras contrapuestas y ahí nos demuestra que “si aplicamos este babélico sistema a la lectura de ‘Sistema de Babel’, entonces los equívocos se multiplican al infinito  —y, con ellos, también ‘nuestra felicidad’” (Fernández, 2015, p. 308).

El Ficcionario también tiene un talante didáctico, pues numerosos ejemplos literarios, históricos y cinematográficos facilitan la comprensión de algunos conceptos. Por ejemplo, la entrada Hipertextualidad de Carmen Fernández Galán es una definición poliédrica, ahí desembocan la crítica literaria, la hiperautoría, la propiedad intelectual, la construcción hipermediática, la solubilidad de los límites del libro, la escritura colectiva, la crítica social y la creación estética; todos esos elementos van de los bits a la tinta y el papel, y viceversa, como ha ocurrido justamente en este ficcionario. “La literatura es esencialmente viaje y lugar de encuentro entre horizontes: tránsito de la oralidad a la escritura, del mito a la letra, de la circunstancia al distanciamiento. La escritura como fisura está íntimamente relacionada con la muerte, porque los libros permiten un diálogo entre muertos en el tiempo” (Fernández, 2015, p. 149).

Es de agradecer la subida al ciberespacio y la vuelta al papel y la tinta porque ambos son un itinerario entre los árboles y el mar; el papel proviene de los árboles, y la tinta —que yo imagino—, de los calamares gigantes de algún lugar del mar Egeo o del Pacífico, aquellos emiten una secreción líquida para oscurecer el agua como defensa. ¿De qué se defiende la tinta del ficcionario? De la univocidad.

Participan directamente en el Ficcionario —aparte de Carmen Fernández G., Gonzalo Lizardo, Maritza M. Buendía y el prologuista Nathanael Gardner de la Universidad de Glasgow—, varios autores y autoras con trayectorias ya consolidadas o por consolidarse, Elsa Leticia García, Aguillón-Mata, Marco Antonio Flores Zavala, Rolando Alvarado Flores, Sigifredo E. Marín, Alma Rosa Fernández Aguirre,  Verónica Izchel Adame, Perla Ramírez Magadán, Ana Corvera, Dayanira Murillo, Abraham Soriano, Lorena Ventura, Eduardo Santiago Rocha, Irma Guadalupe Villasana, Flor Nazareth Rodríguez Ávila  y Judit Navarro de la Editorial Texere de Zacatecas, México.

Eduardo Chillida, escultor Español que realizó gran parte de su obra en hierro y hormigón, hizo una escultura imponente en un monte verde al borde del mar en Gijón, se llama “Elogio del horizonte”. Ahí hay una pequeña placa con un fragmento del pensamiento del propio Chillida que dice: “Creo que el horizonte, visto de la forma como yo lo veo, podría ser la patria de todos los hombres”. La escultura inaugura un espacio, y ahora en ese margen se recrean bajo el clima brumoso, violento y apacible, las gaviotas tristes en el azul lejano. Cuando no hay olas acaece el silencio también azul. Los jóvenes escritores que participan en Ficcionario son argonautas de la palabra y el silencio, delimitan, pero también asaltan y eso es también un elogio del horizonte.

 

Bibliografía

FERNÁNDEZ-GALÁN-MONTEMAYOR. M. C., LIZARDO, M. G. &  BUENDÍA, M. M. (Ed.). (2015). Ficcionario de teoría literaria. Zacatecas: Ed.  Texere.

 

 

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