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Revista Digital de la Unidad Académica de Docencia Superior,
Universidad Autónoma de Zacatecas, ISSN: 2594-0449.

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La migración desde las percepciones y experiencias de los jóvenes adolescentes por Ma. de Lourdes Salas Luévano, Marco Antonio Salas Luévano y Claudia Verónica Ceja López

Julio 2017, número 16.
Autor: Sabino López Aquino. Título: Hombre jaguar. Técnica: Mixta sobre tela. Medidas: 80 x 50 cm.

Salas Luévano, Ma. de Lourdes, Salas Luévano, Marco Antonio y Ceja López, Claudia Verónica. (2017). La migración desde las percepciones y experiencias de los jóvenes adolescentes. Revista Digital FILHA. [en línea]. Julio. Número 16. Publicación bianual. Zacatecas: Universidad Autónoma de Zacatecas. Disponible en: www.filha.com.mx. ISSN: 1870-5553.

Ma. de Lourdes Salas Luévano es doctora en Ciencia Política por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Docente investigadora del programa de Maestría en Investigaciones Humanísticas y Educativas en la Unidad Académica de Docencia Superior de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Perfil PRODEP e integrante del Cuerpo Académico Consolidado “Políticas Educativas” UAZ-190. Contacto: lourdes_salas@yahoo.com.mx

 

Marco Antonio Salas Luévano es doctor en Ciencias de la Educación por ICE UABJO (Oaxaca). Integrante del CA-UAZ-190 “Políticas educativas” Consolidado. Perfil PRODEP, y miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel I. Profesor de Tiempo Completo del Programa de Maestría en Investigaciones Humanísticas y Educativas en la Unidad de Docencia Superior. Ha sido Responsable del Programa de Maestría en Ciencias de la Educación de la UADS, Director de la Unidad Académica de Docencia Superior de la UAZ y Coordinador de Investigación y Posgrado de la UAZ. Contacto: salasluevano@gmail.com

 

Claudia Verónica Ceja López es licenciada en Psicología Social, maestrante del programa de Maestría en Investigaciones Humanísticas y Educativas en la Unidad Académica de Docencia Superior de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Contacto: veronik_luna88@hotmail.com

LA MIGRACIÓN DESDE LAS PERCEPCIONES Y EXPERIENCIAS DE LOS JÓVENES ADOLESCENTES

 

Resumen: El presente documento constituye un acercamiento reflexivo al estado del conocimiento sobre las percepciones y experiencias que tienen los jóvenes adolescentes sobre el fenómeno migratorio. Se trata de una investigación documental-bibliohemerográfica, con una revisión de las estadísticas de menores migrantes repatriados, las que si bien no reflejan una cuantía real de la participación de los menores mexicanos en la migración, constituyen un referente sobre el dinamismo que en los últimos años ha registrado, asimismo; se incluye información de investigaciones realizadas en diferentes contextos, en torno a dos momentos cruciales de la migración en la vida de los jóvenes; el primero, relacionado a las percepciones, imaginarios y constructos realizados a partir de la información que reciben de quienes ya han participado en la experiencia migratoria; el segundo, relativo a la mirada y el sentir de los jóvenes que se quedan en sus comunidades de origen enfrentando las consecuencias de participar de manera indirecta en el mencionado fenómeno.

Palabras Clave: Migración, jóvenes adolescentes, percepciones, experiencia.

Abstract: This document presents the results of a research which objective was identify the perceptions and experiences that the young adolescent has about migration, from a reflexive approach of the state of knowledge, using a documentary-bibliographic and hemerographic study. Begins with presentation of statistics of children migrants repatriated, if does not reflect the actual amount of minors participating on the migration, it allows have a reference of the dynamism that in recent years has been registered. Subsequently two crucial moments of migration in the lives of young people are included; one related to the imaginary created on the young adolescents by the information received from those who have already migrated, and the other, relative to the feeling and criteria of the young who stay in their home communities, facing the consequences of participating indirectly in that process.

Keywords: Migration, young boys, perception, experience

 

Introducción

 

Los trabajos sobre la participación de los menores en la migración son escasos, debido a que los estudios en esta materia han privilegiado la visión adulcéntrica del fenómeno (Hernández, 2008), aunque cada vez se reconoce la importante y creciente participación de los menores en los desplazamientos de los últimos años y las implicaciones que conllevan, convirtiéndose  en sujetos de estudio para investigadores como López (2006), Carrillo (2005), Suárez, (2006), entre otros tantos.

Para muchos jóvenes, migrar se convierte en una aspiración, fuertemente alentada por el estilo de vida, el estatus, el prestigio, etc., que el imaginario individual va construyendo a partir de la  información que reciben de los medios de comunicación, familiares, amigos y/o pares radicados en el exterior, y que influye en la decisión de migrar hacia Estados Unidos, para otros; la migración constituye una experiencia problemática por los significados y realidades atribuidas a la migración de algún familiar (el padre, la madre (o ambos), hermanos, etc.). 

En este documento, se hace un acercamiento reflexivo al estado del conocimiento, recurriendo al estudio documental-bibliográfico, con el objetivo de identificar las percepciones y experiencias que tienen los jóvenes adolescentes sobre el fenómeno migratorio. Se hace un recuento de las estadísticas de menores migrantes mexicanos repatriados, como un mero referente del dinamismo que en los últimos años este grupo poblacional ha tenido en la migración. Después, se exponen las aportaciones que se hacen de algunas investigaciones realizadas en diferentes contextos sobre las percepciones, imaginarios y constructos que los jóvenes hacen con la información que reciben de quienes ya han participado en la actividad migratoria, y, posteriormente, se presentan las experiencias y el sentir de los jóvenes que se quedan en sus comunidades de origen enfrentando la ausencia de sus seres queridos y las implicaciones que esto tiene.

 

Los menores en la migración

 

La migración en el mundo actual se caracteriza por una intensificación de la movilidad de las poblaciones, en cuyo proceso, la participación de menores[1] constituye uno de los temas más importantes del ámbito migratorio que reclama especial atención para el diseño de políticas públicas, dadas las condiciones y especificidades físicas y sociales en que se encuentra este grupo poblacional. 

La migración de las poblaciones forma parte del entorno socioeconómico y cultural de las personas involucradas, por lo general encuentra su origen en la pobreza, desigualdad y exclusión social, en cuyo contexto la migración de los jóvenes adolescentes muchas veces constituye una de las estrategias de sobrevivencia que se implementan al interior de los hogares.

La participación creciente de los menores en la migración empieza a visualizarse desde la última década del siglo pasado, aunque; cobra especial relevancia en la primera década del presente siglo, por romper con el estereotipo del migrante tradicional; pues generalmente la decisión de migrar no depende de ellos, se determina al interior del grupo familiar al que pertenecen, algunos se desplazan de manera legal y otros más desde la ilegalidad, unos migran acompañados y otros tantos no acompañados, los motivos son variados; la búsqueda de mejores oportunidades de vida, de trabajo o estudio, reunificación familiar, el abandono, la aventura, hasta el llamado rito de paso o iniciación[2], etc., a pesar de los riesgos que entraña el traslado, que van desde el maltrato, la violación, la exposición al consumo de drogas, la explotación sexual, sufrir hambre y las inclemencias del clima, la detención por las autoridades, por mencionar tan solo algunos (López, 2006, p. 135).

Aunque no hay información exacta que exprese la magnitud de la migración de los menores por la dificultad de su cuantía, organismos internacionales estiman que entre el 2013 y 2014, aumentó de manera considerable el número de niños, niñas y adolescentes no acompañados que migran desde los países de América Central hacia México y los Estados Unidos, y entre octubre de 2013 y mayo de 2014, cerca de 50,000 niños y niñas migrantes fueron detenidos en la frontera con Estados Unidos (RELAF, StheCH, UNICEF, 2015, p. 10).

Para el caso de México, las estadísticas de repatriación que proporciona la Secretaría de Gobernación (SG), permiten tener una idea del dinamismo y comportamiento que ha registrado en los últimos años la migración de menores, así, en la Tabla 1 se presentan las características que asume el flujo para el período 2010-2015.

 

Tabla No. 1

Características de menores repatriados de Estados Unidos, 2010-2015

 

2010

2011

2012

2013

2014

2015

Total menores

20,438

15,524

17,129

16,971

14,352

11,743

Hombres

%

16,549

12,853

14,340

14,625

11,955

9,888

80,97

82,79

83,72

86,18

83,30

84,20

Mujeres

%

3,889

2,671

2,789

2,346

2,397

1,855

19,03

17,21

16,28

13,82

16,70

15,80

De 12 y hasta 17 años

18,645

14,620

16,307

16,148

13,247

11,743

De 0 hasta 11 años

1,793

904

822

823

1,105

1,070

Acompañados

1,349

659

534

609

885

809

No acompañados

444

245

288

214

220

261

 

Fuente: Elaboración propia, con base a Boletín estadístico 2007-2015. Secretaría de Gobernación (2015).

 

De las cifras que se presentan en la tabla anterior, se puede comentar lo siguiente:

 

La migración de menores, además de realizarse por fines de reunificación familiar, representa para muchos de ellos la posibilidad de alcanzar sus sueños y expectativas, para otros; los que se quedan, asocian y viven la migración como una experiencia negativa por el hecho de sufrir la separación de algún pariente cercano y las implicaciones que esto conlleva (el padre, la madre (o ambos), hermanos, etc.).

 

De las percepciones e imaginarios de los jóvenes sobre la migración

 

Conocer y entender los factores que inducen a los jóvenes a migrar así como la percepción e imaginarios que construyen en torno a ésta, implica considerar por un lado; el aspecto negativo de la migración, donde se incluyen los riesgos y las desventajas de desplazarse a un país desconocido y diferente, la convivencia con nuevos grupos sociales, el idioma, la incertidumbre que implica no solo el desplazamiento, sino también del laboral, etc., y por otro, el aspecto positivo; como visualizar la migración en el futuro próximo inmediato como una alternativa más de vida, alentada por el imaginario que hacen con la  información que les proporcionan los medios de comunicación, familiares, amigos y/o pares radicados en el exterior, en torno a los dólares, el estilo de vida, el estatus, prestigio, la aventura, etc.

Para muchos jóvenes, la posibilidad de emigrar surge desde las visiones utópicas que van creando del fenómeno, alentadas por las redes migratorias, que incrementan las posibilidades del flujo internacional al disminuir los costes, riesgos del desplazamiento y del beneficio económico de la migración (Massey, et al., 2000, pp. 26-28). Así, “en los lugares donde la migración de la población es un fenómeno muy arraigado a la cultura local, los jóvenes ni siquiera consideran alguna otra opción en sus vidas y se integran a la migración para convertirse en adultos” Kendel y Massey (2002).

Para Echeverría en su trabajo realizado en Tunkás, Yucatán, la migración no tiene raíz únicamente en el nivel económico de las familias, sino que forma parte de una cultura migratoria que a nivel comunitario proporciona incentivos para migrar, en forma de prestigio, status, valores asociados al cuidado de la familia y a un modo de vida que según los imaginarios facultan la migración hacia otros países. Argumenta, que los jóvenes son susceptibles a los discursos mediáticos y narraciones de personas con experiencia migratoria con lo cual, construyen una percepción e imaginario sobre el fenómeno migratorio, su tránsito al país de destino, los costos y beneficios, por lo que se generan una representación de la manera en que se vive y de los logros y status que pueden conseguir a raíz de emprender el viaje, lo cual da facultad para que se continúe con una tradición migratoria en las comunidades de origen (Echeverría, 2013, pp. 61-86).

Carrillo por su parte, en su estudio en las comunidades de Loja, Cañar y Azuay, del Sur de Ecuador, destaca que, para los jóvenes la percepción que se tiene del fenómeno y de los que se mueven tiende a ser compleja, pues muchas veces los que se quedan convierten a los migrantes en objeto de crítica, envidia, admiración o victimización. Comenta, que para los jóvenes la idea de migrar está ligada al viaje, entendido como el desplazamiento a otros lugares, y a la recopilación de aprendizajes que posibilita el tránsito de la juventud a la madurez. Migrar, para los jóvenes no es solo una cuestión de logros económicos, también adquiere significados de valentía, esfuerzo o de conocimiento; representa la negativa y rechazo a la situación económica del país de origen y a la falta de oportunidades para su futuro (Carrillo, 2005, pp. 361-364).

Para Suárez, en el contexto de la inmigración de jóvenes a territorio español, los factores que inducen a los jóvenes a convertirse en protagonistas o actores migratorios, están relacionados a los objetivos material (ingresos), simbólico y personal (adquirir experiencia y madurez, ser considerado una persona autónoma, capaz de manejarse por sí mismo); la autora apunta, que factores como la historia migratoria de la familia o del entorno del menor inciden en la mayor propensión migratoria, tanto por la información que manejan como por la inclusión de la emigración entre las posibles opciones de vida (Suárez, 2006, p. 10).

Los estudios antes expuestos, dejan ver que para los jóvenes que conciben la idea de emigrar afecta su forma de pensar al considerar que con la migración alcanzaran de manera  fácil y rápida el dinero que les permitirá tener una mejor vida, prestigio y reconocimiento en sus lugares de origen, dejando de lado aspectos importantes como el estudio, sobre todo en contextos, donde privan la pobreza y los entornos desfavorables, donde la educación y la escuela, no estimulan ni se convierten en espacios propicios para lograr el desarrollo de los individuos para disminuir las inequidades sociales de las poblaciones, motivo por el cual, miles de jóvenes sobre todo de zonas marginadas que sufren privaciones deserten de las escuelas desde los niveles de Secundaria o Bachillerato para migrar hacia Estados Unidos, o bien que pospongan su salida una vez concluidos los estudios en alguno de estos niveles educativos, pues visualizan en la migración la posibilidad de poder cumplir sus expectativas de vida que les permitirá apoyar a sus familias, construir una vivienda, obtener un automóvil,  ahorrar y hasta casarse.

 

La migración desde la experiencia de los menores que se quedan

 

La literatura en torno a la migración, las experiencias y situaciones que enfrentan los menores en sus lugares de origen es contradictoria; esto no significa que carezcan de validez, solo que el impacto que tiene en temas como la salud, educación, adaptación social, etc., no pueden ser considerados de manera homogénea en los que se quedan.

En este tenor, la experiencia migratoria implica un análisis complejo, pues no puede ser homologada ni siquiera entre los integrantes de una misma familia, dado que la vivencia de un mismo hecho es interpretada de manera diferenciada, dependiendo de la posición familiar que se ocupe (padre, madre, hijo o hermano -para el caso de la familia nuclear-), del género, la edad, y de otros aspectos como la conformación de la trayectoria migratoria, la dinámica familiar transnacional, las relaciones que se establecen al interior de la familia, el tipo y el tiempo de migración, las transiciones vitales de los propios agentes sociales […], entre otros factores. Así, la concepción de la opinión pública en torno a ser hijo/hija de migrante por lo general es negativa, pues es común que se relacione con disfunciones sociales. En ellos, los hijos de migrantes permean el sentimiento de abandono, la fragmentación familiar, el desequilibrio emocional y la falta de afecto como resultado de la ausencia paterna o materna, así como; la asignación de estereotipos prejuiciosos asociados con el desinterés y la deserción escolar, la falta de control, y la propia emigración de los jóvenes como resultado de una especie de inercia cultural migratoria (García, 2011, pp. 1-3).

Para García, en su investigación realizada en y con base en la opinión de jóvenes de distintos lugares del territorio mexicano, con el padre o la madre en la distancia; se trata de un hecho los hace diferentes de sus contemporáneos, así, las percepciones que guardan los jóvenes en torno a la migración, las agrupan desde tres ámbitos: 1) madurez temprana, al tener que asumir responsabilidades que no les corresponde, como trabajar para apoyar la economía familiar, realizar quehaceres del hogar y hasta administrar el dinero cuando ambos padres se encuentran ausentes, 2) fuerte sentido del deber ser, en reconocimiento y valoración del sacrificio de los padres para tener una vida mejor muy a pesar de los costos emocionales y afectivos que conlleva la distancia y la ausencia, tratando de no defraudar al padre migrante, mediante un buen rendimiento en la escuela, y un buen comportamiento en la casa, escuela o la calle, y 3) concebir el estudio como una  forma de retribución, al considerar la educación como un privilegio o la única herencia que los padres les puedan dejar, y la importancia de retribuir mediante el esfuerzo y la dedicación al estudio, al esfuerzo de los padres (García, 2011, pp. 3-5).

En efecto, para los menores que se quedan, la migración de alguno o de los dos padres, modifica las trayectorias de vida al romper con la cotidianeidad acostumbrada, así, éstos quedan al cuidado del padre o la madre no migrante, los hermanos mayores o algún otro pariente (como los abuelos o los tíos), quienes se encargan de vigilarlos, educarlos, y alimentarlos hasta el regreso de los padres, o hasta que se pueda dar nuevamente la reunificación, algunas veces alcanzando incluso largos periodos de tiempo y generando un acostumbramiento a estar sin el padre o los padres, llegando a valorar la presencia de sus  cuidadores, el trato amable, la preocupación que muestran por su bienestar, recibir los alimentos y la protección que les profesan (López, 2012, pp. 124-130).

Por otro lado, estudios realizados en contexto diferentes, dan cuenta de que los hijos de padres migrantes presentan situaciones de desequilibrio emocional, asociados a la depresión, estrés, tristeza, apatía, ansiedad, miedo y aislamiento; además de problemas de bajo rendimiento académico, vulnerabilidad a diversas formas de abuso, adaptación social, embarazos precoces, alcoholismo, conductas delictivas, entre otros (Moreira, 2004; Paiewonsky, 2007, pp. 1-9; Chevez, 2012, p. 66).  

Con relación al desempeño en la escuela muchos de ellos evidencian situaciones problemáticas que van desde un mal comportamiento, pasividad, aislamiento, conducta antisocial, agresividad física y verbal hacia sus compañeros y demás integrantes de la institución; hasta un escaso o nulo compromiso para el trabajo escolar, bajo rendimiento académico, ausentismo y abandono de la escuela; tal como lo señalan Salas, Alvarado y Salas (2016), en su estudio realizado en una comunidad de Zacatecas, donde la migración parental para los adolescentes que la enfrentan es una condición muy difícil de superar; pues una situación muy común en los entornos escolares con éste tipo de alumnos es la baja autoestima que tienen, expresada en momentos de silencio, confusión y tristeza, lo que dificulta aproximarse a los aprendizajes esperados de acuerdo a los planes de estudio vigentes, y no sólo eso, también al intentar involucrarlos en las dinámicas escolares que se implementan de las diferentes asignaturas, es un hecho que opongan resistencia ante cualquier escenario que implique leer, hablar, exponer, comentar, participar, etc. Además de lo anterior, los alumnos evidencian actitudes desfavorables durante su estancia en la escuela, como apatía, desinterés, tristeza, aislamiento, rebeldía y rechazo a la convivencia entre pares y maestros; incluso en sus propias familias existe desintegración que redunda en un ambiente tenso lo que genera que el proceso educativo sea deficiente (Salas, Alvarado y Salas, 2016, pp. 100-102).

Para finalizar, coincidiendo con Ayala y Ayala (2010), la migración es el elemento que detona una dinámica social que afecta los procesos educativos, y las concepciones que los sujetos tienen sobre la vida, el trabajo y la escuela. La migración y sus procesos en estos espacios son tan importantes, que definen y proporcionan los medios y la forma en que se resolverán los problemas más elementales de supervivencia, hasta aquellos vinculados a los más altos anhelos del ser humano como estudiar y formarse profesionalmente, casarse, ser padre o madre, tener un patrimonio, entre otros.

 

Conclusiones

 

La migración, es un fenómeno que modifica sustancialmente la vida de las personas que directa e indirectamente participan en ella, se considera desde el punto de vista económico, una de las alternativas que permite mejorar la calidad de vida de los migrantes y sus familias, pero también, se reconoce que ésta ocasiona en los que se quedan diversas situaciones conflictivas.

Para muchas poblaciones la migración constituye un proceso social importante en sus vidas, pues la experiencia migratoria se encuentra incrustada en la historia de sus comunidades, familias, amigos y conocidos, convirtiéndose en todo un proceso sociocultural, favorecido por las redes migratorias que con el tiempo se han formado.

En los últimos años, la migración de menores entre los 12 y 17 años no acompañados se ha incrementado, a pesar de los riesgos y peligros que el traslado conlleva. Los aportes de la literatura revisada señalan que los motivos que inducen a migrar a este grupo poblacional son diversos, no se concretan a la cuestión económica o a la reunificación familiar, sino también al imaginario y representación social que el fenómeno envuelve; como el estatus, prestigio, éxito, la aventura, autonomía, ente otros. Para los jóvenes que pertenecen a entornos poco favorables, la migración constituye una importante opción de vida, pues contribuye a que muchos jóvenes visualicen la posibilidad de migrar para poder cumplir sus deseos y expectativas de vida, pues consideran que a través de está, podrán adquirir dólares, apoyar a sus familias, construir una vivienda, obtener un automóvil y hasta ahorrar para casarse.

Por otra parte, la percepción que tienen los jóvenes que viven de cerca el proceso migratorio de alguno de sus padres (o ambos), es de abandono e incertidumbre al quedar al cuidado de los parientes (generalmente los abuelos o tíos), sin la certeza del tiempo que transcurrirá para el reencuentro o la reunificación; quienes generalmente, presentan afectación emocional, con padecimientos de depresión, estrés, aislamiento, entre otros; y en los entornos escolares, con un mal desempeño académico y mal comportamiento, llegando incluso al ausentismo y abandono de la escuela.

Coincidiendo con García (2011), la percepción y efectos que genera la experiencia migratoria es diferente para quienes viven directa e indirectamente el proceso, pues la interpretación y el sentimiento se experimenta de forma individual, donde intervienen factores como la posición familiar, el género, la edad, junto a aspectos como la dinámica familiar transnacional, las relaciones que se establecen familiares, el tipo y el tiempo de migración, entre otros.

Finalmente, la migración de menores constituye un fenómeno anómalo que vulnera los derechos de este grupo poblacional, emanados desde la quebrantada pertenencia y estabilidad familiar y el rechazo a las condiciones de marginación y pobreza en la que viven, hasta la falta de oportunidades laborales y educativas, que constituyen la utopización que motiva y alienta a los jóvenes a participar en la migración y/o sufrir las consecuencias de ésta, ya sea de manera directa o indirecta; y que constituyen y plantean nuevos tópicos susceptibles de investigación.  

 

Referencias

 

Ayala, F., y Ayala, N. (2010).  El contexto de la migración y los problemas educativos. El caso de la comunidad de Lagunillas de Rayón, Puebla. Tesis de Maestría, Universidad Autónoma de Puebla.

Carrillo, M. (2005). El espejo distante. Construcción de la migración de los jóvenes hijos e hijas de emigrantes ecuatorianos. En: La migración ecuatoriana. transnacionalismo, redes e identidades.  Herrera, G., Carrillo, M. y Torres, A. (eds.). Recuperado de: http://www.flacsoandes.edu.ec/libros/17875-opac

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Notas

 

[1] De acuerdo con el Artículo 1º de la Convención sobre los Derechos del niño, se entiende como menor todo ser humano menor de dieciocho años, salvo que, en virtud de la Ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad, de ahí que en este trabajo cuando se hace mención de menores, se hace referencia a jóvenes adolescentes que se encuentran entre los 12 y 18 años.

 

[2] En el caso de los jóvenes varones, el rito de paso o iniciación se relaciona a una forma de demostrar su hombría. En regiones con una histórica y dinámica migratoria importante, el rito de paso constituye un espacio simbólico de la madurez masculina, lo cual conlleva el cambio de valores y percepciones culturales que incrementa la probabilidad de futuras migraciones. (Massey, 2000, pp. 30-31; citado por García, 2008, p.  122).  

 

 

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