Conversación con Frieda Hughes

 

Entrevista con

David Semuki

 

 

Traducción: Laura Cordero Gamboa

 

 

 

Frieda Hughes es poeta, pintora y autora de libros infantiles. El primero de sus tres libros de poesía, Wooroloo, recibió un Poetry Book Society Special Commendation en el Reino Unido. Sus poemas han sido publicados en The New Yorker, The Paris Review, Thumbscrew, Tatler, The Spectator y The London Magazine. Los títulos de sus libros para niños son: The Meal a Mile Long (La comida de una milla de longitud), Getting ride of Edna (Librándonos de Edna), Waldrof and the Sleeping Granny (Waldrof y la abuela durmiente), The Thing in the Sink (La cosa en el drenaje), Rent-a-Friend (Renta-un-amigo), The Tall Storie (La alta historia) y Three Scary Stories (Tres escalofriantes historias). Sus pinturas se han exhibido desde 1989 con regularidad en distintas galerías de Londres y Australia. La siguiente conversación está tomada de la versión facsimilar de Ariel (Plath 2000) el texto manuscrito por su madre, la poeta estadounidense Sylvia Plath.

Has dicho que no habías leído Ariel sino hasta hace poco tiempo…

Sí, con el fin de escribir el prefacio a la edición restaurada.

¿Qué efecto tuvo en ti?

En un poeta, cualquier poeta, lo que más admiro es su energía y su valor de tomar el tema lo más directamente posible y enfrentarlo. Aplaudo el uso de palabras en tanto herramientas para cincelar imágenes más allá del fino aire y dotarlas de substancia; he quedado sin aliento por el vigor emocional creado por la escritora para volverse serena, directa y clara en su mensaje. Esto es lo que encontré en Ariel.

¿Alguna vez tu padre te leyó Ariel en voz alta o intentó explicarte los poemas a tu nombre?

Quiso hacerlo pero no se lo permití. Evité la poesía de mi madre tanto como evité la de él, porque pudieron influir en mí antes de sentir que había encontrado mi propia identidad.

¿Hay poemas en Ariel con los que sientas una fuerte conexión en particular?

Hay sobre todo dos. “Morning song” (Canción matutina) porque habla acerca de mí. Escuché a mi padre mencionarlo a lo largo de los años, pero siempre imaginé que era sobre mi hermano. No estaba segura de que tratara de mí hasta que leí el libro y supe cuándo había sido escrito –antes de que mi hermano naciera. El poema captura ese momento por la mañana en que la madre responde al llanto del niño, tan claramente y con tal precisión, que puedo verlo hasta el grado de tocarlo. El otro es “Lesbos”. Mi conexión hacia este poema tiene que ver con la forma en que está escrito: con fuerza y moderación, con una especie de una intensidad controlada. Se lee en voz alta de tal modo que la energía se concentra en una especie de torbellino caligráfico.

¿Qué imagen tuviste de tu madre mientras crecías y qué es lo que más influyó en ella –tus memorias, tu padre, el público?

Antes de mi adolescencia imaginaba a mi madre angelical. Mi padre estimuló esta imagen de ella diciéndome que su espíritu me protegía para asegurarse de que estuviera a salvo, y que mientras estuvo viva, me amó y cuidó. Conservo pocos recuerdos de ella y en muchos no aparece feliz debido a ciertas cosas que su madre le dijo durante una de nuestras visitas el año antes de que muriera.

Durante mi adolescencia me di cuenta por primera vez del modo en que el público veía a mi madre, pero esa imagen no influyó en mí pues yo sabía que se basaba en una perspectiva parcial. Puesto que la manera de ser de mi padre era tan diferente de aquella que de él se presentaba, tuvo sentido imaginar que cualquier descripción sobre mi madre podía ser objeto de la misma distorsión. Con los años, la imagen que tengo de ella es la de una mujer con aspectos buenos y malos; de gran talento y con dificultades emocionales; de un inmenso amor y con tendencia a los celos –igual que muchos de nosotros. Todos somos un equilibrio de las partes que nos constituyen y cada uno decidimos a cuál de ellas les concedemos el mayor énfasis. Mi madre se enfrentó con las partes negativas de su personalidad y a pesar de que perdió la batalla, utilizó el material de esa lucha en su poesía.

En el prefacio a Ariel: La edición restaurada escribiste que tu madre “nada de lo que sentía lo desperdició”. Esta es una hermosa frase y un tributo vívidamente conmovedor. ¿De qué manera la apasionada integración de vida y de arte de tu madre ha influido en tu pintura y poesía?

A decir verdad, no lo ha hecho, porque es algo que conocí hace poco cuando tuve que leer su poesía –en especial Ariel– a fin de reconciliarme con su trabajo y así emprender la escritura del prefacio al Ariel restaurado. Mi pintura y poesía están influenciadas por emociones personales y por mi propia interpretación de lo que veo, pienso y siento. El consejo de mi padre siempre fue: “sé fiel a ti misma”. Yo traduzco esto como: “haz las cosas con naturalidad, que no tengan que ser forzadas ni manipuladas”. Si mi madre es alguna influencia ésta se deja ver en el hecho de que, en los momentos más oscuros, impida que me abandone; así como en su ética de trabajo, misma que también debí heredar de mi padre, pues ambos eran muy trabajadores.

Mucho se ha escrito acerca de la relación creativa entre Scott y Zelda Fitzgerald, incluyendo las acusaciones de que Scott hizo una copia libre de los diarios de su esposa. Se ha dicho que tus padres componían sus poemas sentados a la mesa. ¿Ofrece esto una imagen fidedigna de su creativa camaradería?

Claro que lo es. Aunque, en mi opinión, se trataban de dos talentos en extremo individualistas; de modo que “tomar prestado” no era parte de lo que hacían, no más allá de tomar el papel sobre el que escribían –el papel que uno desechaba, el otro lo usaba para escribir al reverso. Lo que sí sé, por la correspondencia de mi madre y por las historias de mi padre, es que los dos hacían sugerencias y comentarios al trabajo del otro, y que se apoyaban con aliento mutuo y con extraordinaria alegría por los logros que el otro pudiera tener. Los logros de uno eran los logros de ambos.

Cuando mi padre publicó Birthday Letters (Cartas de cumpleaños) en 1997, un año antes de morir, utilizó algunas referencias poéticas de mi madre, no a manera de préstamo sino de respuesta; los poemas fueron escritos como si se tratara de una conversación, como si hablara con ella.

A propósito de los Fitzgerald, Scott escribió una vez a su hija Scottie: “Serás entrevistada otra vez, y vuelvo a pedirte por favor que no hables con ellos sobre tu madre o sobre mí, ni siquiera vagamente. Una vez hiciste la sorprendente afirmación de que ibas a escribir nuestras biografías…” ¿Alguna vez tu padre te presionó para que evitaras entrevistas relacionadas con él o con tu madre?

Cuando iba a ser entrevistada por primera vez –tenía 29 años– le pregunté a mi padre cuál era su parecer, imaginando que tal vez no quería que hiciera comentarios acerca de la familia. Su reacción fue muy distinta a la esperada. Si bien me recomendó estar alerta y me advirtió de los periodistas en general, también pensó que me vendría bien conceder la entrevista, sólo me pidió que no dijera nada desfavorable, lo cual fue sencillo. Por muchos, muchos años, fue mi propia decisión no hablar sobre mi madre –entonces eso era emocionalmente imposible– o sobre mi padre; fue después de que él murió que pude romper esta regla. Ahora me arrepiento de mi temprana decisión, pues creo que desde un principio debí levantarme en lo más alto de donde me encontraba y gritar lo afortunada que era de ser su hija. Mi padre me ayudó, me alentó y cuando busqué aprobación y consejo, él, con infinita paciencia, me hizo perseverar a través de pequeños esfuerzos literarios. Así durante todos los años de mi vida hasta que murió, recordándome constantemente lo orgullosa que habría estado mi madre.

¿Tienes alguna biografía favorita sobre tu madre?

Nunca he leído alguna y tampoco tengo deseos de hacerlo. No obstante, estoy bien informada por quienes han leído biografías acerca de ella y sé que Bitter Fame (Fama amarga) de Anne Stephenson es la más precisa. Para mí es sólo una idea extraña acerca de mi madre y acerca de las personas que figuraron en su vida.!

Bibliografía

PLATH, S. (2004) Ariel. The restored edition. A Facsimile of Plaths's Manuscript, Reinstaining Her Original Selection and Arrangement. Foreward by Frieda Hughes. New York: Harper Perennial.