El faro


Edgar Allan Poe

 


 

Traducción: Mario Alberto  Cortés  

 

 
 

 

Enero 1,1796. Este día –el primero que paso en el faro— escribo esta entrada en mi diario, como lo acordé con De Grät. Mantendré el diario con la regularidad que pueda –pero no se sabe qué pueda pasarle a un hombre que se encuentra completamente solo como yo— podría enfermar, o algo peor… ¡Ahora bien! La guillotina tenía un escape —pero, ¿por qué habitar en ella, puesto que ya estoy aquí, totalmente a salvo? Mis espíritus vuelven ya a revivir, al sólo pensar en estar –por una sola vez en la vida al menos— completamente sólo, porque Neptuno, por supuesto, tan grande como es, no puede ser considerado “compañía”. Por el Cielo que hubiera encontrado alguna vez en “compañía” media fe como la he encontrado en este pobre perro: en ese caso yo y la “compañía” nunca nos hubiéramos separado –ni por el año… Lo que más me sorprende, es la dificultad que tuvo De Grät en darme el puesto –¡a mí, un noble de la comarca! No podría ser que el Consistorio tuviera alguna duda sobre mi capacidad para manejar el faro. Un hombre lo ha manejado antes – y lo hizo tan bien como los tres que usualmente lo hacían. El trabajo es casi nada; y las instrucciones impresas son tan simples como es posible. Nunca habría permitido que Orndoff me acompañara. Nunca habría avanzado con mi libro si él estuviera cerca, con sus chismes intolerables –para no mencionar ese eterno meërschaum. Además yo quería estar solo... Es extraño que nunca observara hasta este momento qué monótono sonido tiene esa palabra –¡“solo”!— podría imaginar sólo a medias que había alguna peculiaridad en el eco de estas paredes cilíndricas –¡pero oh, no!— esto es un completo sinsentido. Creo que me va a poner nervioso mi aislamiento. No ocurrirá eso. No olvidaré la profecía de De Grät. Ahora por una alteración del faro y una buena búsqueda para “ver lo que pueda ver”…¡Ver lo que pueda ver de hecho! No demasiado. El aumento deja ver un poco más, creo – pero la guillotina tiene un tosco pasaje a casa, de cualquier forma. Ella difícilmente estará a la vista de Norland antes del mediodía de mañana – y apenas estará a más de 190 o 200 millas.

 

Enero 2. He pasado este día en una especie de éxtasis imposible de describir. Mi pasión por la soledad escasamente podría encontrar mayor gratificación. No digo satisfacción; porque pienso que nunca estaré totalmente saciado del placer que he experimentado hoy…El viento arrullaba al amanecer y por la tarde el mar había bajado materialmente…Nada qué ver, ni aún con el telescopio, sólo océano y cielo y ocasionalmente una gaviota.

 

Enero 3. Una calma muerta todo el día. Hacia el atardecer, el mar parecía como de cristal. A la vista algunas algas marinas; pero además de ellas nada en absoluto en todo el día – ni aún la mínima mancha de una nube……Me ocupo en explorar el faro…Es un faro muy alto – como lo descubrí a mi costa cuando tuve que subir sus interminables escaleras – no menos de 160 pies, debo decir, desde la marca inferior del mar hasta el borde superior de la linterna. De la parte inferior del interior, el eje, sin embargo, la distancia hasta la cima es de 180 pies al menos: —por lo que el piso es de 20 pies bajo la superficie del mar, aún en marea baja……me parece que el hueco interior inferior fue llenado de mampostería. Sin duda esto lo hizo más seguro: —pero ¿de qué estoy hablando? Una estructura como ésta es suficientemente segura bajo cualquier circunstancia. Debo sentirme seguro en él durante el huracán más feróz que pudiera surgir – y sin embargo, he oído decir a marineros  que, ocasionalmente, con un viento del Suroeste, el mar ha crecido más alto aquí que en cualquier otra parte con la sola excepción de la abertura occidental del estrecho de Magallanes. No cualquier mar, aunque, podría lograr cualquier cosa con este muro sólido de hierro remachado— que, a 50 pies de la marca de la marea alta, tiene cuatro pies de grueso, si una pulgada……La base en la que descansa la estructura parece ser piedra caliza…

 

 

Notas

 

* “El faro” es un relato inconcluso de Poe que Cortázar no incluyó en su traducción de los cuentos de Poe. Sí está contenido en las ediciones que presentan la totalidad de los relatos como la de Mabbott (1978) y de Levine.

Señala Mabbott “Es el último de los relatos de terror de Poe, nunca lo terminó. Probablemente planeó que fuera una pieza que acompañara a ‘Un descenso en el Maelström’ (…) El manuscrito llegó a poder de R. W. Griswold con los papeles de Poe. Consiste en cuatro hojas –tiras largas estrechas— la primera tiene un espacio en la parte superior para el título y el nombre del autor; la última un espacio en la parte inferior. Debido a que el escrito es el característico manuscrito limpio de los últimos años de Poe y el estilo claro y directo, casi sin ningún adorno, común hacia el final de su carrera, me hace pensar que el relato está inconcluso, no porque Poe se rindiera, sino que lo estaba trabajando y su muerte repentina evitó que lo concluyera. El hijo de Griswold vendió la primera hoja en 1896, pero la familia retuvo las otras páginas, que Woodberry pudo imprimir en 1909”.