Sara María Terrazas:

El mundo de las emociones,

los instintos y los sueños

 

Sofía Gamboa Duarte

 

 

Creo que el arte es la expresión más profunda del hombre.

Es un lenguaje que expresa el mundo de las emociones,

de los instintos y de los sueños.

Sara María Terrazas

 

Pocos artistas se especializan en un medio de expresión, la mayoría de los creadores actuales experimentan con una gran cantidad de técnicas, procesos, materiales y recursos que buscan en las artes plásticas y en la vida contemporánea. Debido a esta diversidad de mezclas de procesos y a la multitud de resultados, es difícil encontrar un estilo, un lenguaje o una intención en las obras de arte actual. La divagación, la falta de profesionalismo y un talento limitado llevan a los creadores sin formación por una serie de cursos, talleres e imitaciones donde la originalidad no va más allá de curiosos ejercicios con resultados vistosos o provocativos, pero sin solidez. Un artista utiliza un lenguaje por medio del cual comunica lo que desea mostrar, logra sensibilizar al público a través de materiales y una composición en la cual quedan dispuestos y expuestos, no como meros elementos matéricos sino como una vía hacia determinados estados anímicos incluso si la obra nace de conceptos. Contemplar el trabajo de un artista que posee un lenguaje, inventado a partir de su propia técnica constituye una delicia tan grata como la rara coincidencia de nuestra mirada y una piedra preciosa durante una excursión fuera de la ciudad.

 

A pesar del conocimiento de varias técnicas en pintura y grabado; el lenguaje de Sara María Terrazas se ha desarrollado con extraordinaria sensibilidad mediante los textiles. No el tejido de telas ni entrelazado de cordones sino la creación de piezas únicas mediante infinidad de materias orgánicas. Hilos sobre planos de lino y algodón se entrelazan con semillas, ramas, raíces o piedrecillas. Sara María adopta los restos de cualquier paisaje para integrarlos en nuevos horizontes, en universos enteros contenidos en microcosmos que se presentan al espectador y lo sustraen de su mundo ordinario, lo atrapan y lo integran a esos parajes de mundos laberínticos, infinitamente poblados por seres únicos, inmóviles, inertes y desplazados en milímetros infinitos de caminos volcados sobre sí mismos. Visiones aéreas de espacios armónicos, vistas alejadas desde inconmensurables sitios sobre paisajes plenos de texturas, radiantes de formas minúsculas diferenciadas por infinitas tonalidades de unos cuantos colores. Matices de una naturaleza apacible y violenta, llena de contrastes en formas y reacciones.

 

La obra de Sara María Terrazas se origina en la tierra, en sus colores, en sus semillas, en los gérmenes de vida y en los restos de seres vivos, aquellos que dependen de ella, que son fieles y no se alejan, que extienden sus extremidades en sus entrañas y se alimentan de ella; que muertos siguen en ella y permanecen con ella fragmentados, disecados, abstraídos de la vida, perpetuados en esqueléticas formas de antiguos imperios de vida para aves, reptiles e insectos. Árboles, arbustos o pequeñas plantas son consumidas por el sol y por otras vidas; sus restos erguidos o despedazados son recolectados por las sensibles manos de una creadora con la capacidad de contemplar mundos a partir de aislados fragmentos: con el talento de construir universos a partir de unos cuantos elementos.

 

Paisajes de México, rica flora explotada y devastada, pero no aniquilada, diminutos despojos esparcidos entre las arenas permanecen en la tierra refugiados del viento y de las aves. Descubiertos por la mirada experta son extraídos con el cuidado de apilar tesoros, clasificados y guardados en espera de un turno para volver al mundo, a su mundo nuevo y ancestral, del que ya eran parte y del cual son ahora la forma y la guía. Colonias de seres diminutos que edifican viviendas bajo el suelo, con la tierra hecha adobes y apilados en sus entrañas. Vistas transversales de colonias sin luz, sin brillos, ni colorido. Arenas húmedas, secas, blanquecinas y oscuras son las únicas tonalidades, variantes cromáticas en un mundo oculto al ordinario, al que habitamos pero pocas veces observamos. Majestuosas ciudades, llenas de palacios, de templos, de avenidas y plazas, comunidades de hombres fundadores de antiguas civilizaciones vistos desde la lejanía, sus viviendas, sembradíos, todo contenido en un solo mapa, escaneo sin detalles, sólo formas monumentales presentadas ahora en diminutas escalas. Espacios monumentales mostrados apenas en milímetros, salones, cuyas riquezas y comensales imaginamos o inventamos, incluso entre música, aromas y caricias del viento.

 

Influenciada por su formación antropológica, Sara María Terrazas guarda en su memoria las visiones de todas las civilizaciones. El deseo del hombre por edificar, construir, resumir su esencia, sus creencias y deseos. El poder transformado en imagen, hectáreas de cosechas, tierra fértil volcada y expuesta para recibir la semilla. Surcos recién sembrados, brotes apenas sugeridos, cosechas dispuestas para ser tomadas. Los mundos de Sara María Terrazas son creados por sus manos bajo el dictamen de su imaginación. Mente poblada de imágenes, de conocimientos, de sensaciones y de recuerdos que toman forma con el trazado de hilos y el apilamiento de semillas. Manos que traducen los infinitos mundos contemplados por Sara María mediante sus ojos, sus dedos, su piel o la oscuridad de un sensible espíritu.

 

 

 

¿Cómo nace, se forma y finaliza un proyecto de Sara María Terrazas?

 

Me encanta crear mi propio mundo, construirlo a mi manera. Disfruto cada paso que doy en la realización de mi trabajo, desde saborear la idea. Algunas  veces empiezo en base a algún tema específico, otras son los materiales y las técnicas las que deciden que voy a hacer.

Disfruto mucho explorar y experimentar; jugar con los colores, con las fibras y sentir sus texturas. Poco a poco,  en base a prueba y error, voy dando forma a mi trabajo,  y éste me va diciendo lo que necesita y cuando está finalizado.

 

Tus obras están perfectamente integradas, con una profunda carga emocional y a la vez, parecieran elaboradas con la meticulosidad de un científico al ejecutar fórmulas matemáticas.

 

Siento una gran pasión por lo que  hago. Mi trabajo es racional y disciplinado, trabajo de manera consciente dejando siempre un margen a la intuición. Trato de que exista un diálogo entre técnicas y materiales; me gusta transformarlos  y combinarlos. Creo que la esencia  del artista es innovar y explorar nuevas técnicas y producir sensaciones.

 

 ¿Cuáles han sido las grandes influencias en la consolidación de tu obra?

 

Admiro profundamente el trabajo de muchos artistas, y siento que de alguna forma  algunos me  han influido o motivado,  como el  escorzo maravilloso  del Cristo muerto de  Andrea Mantegna, la libertad para expresarse  y el colorido de Egon Schiele,  el manejo de la luz y la capacidad de transmitir emociones  de Rembrandt. También  siento tener una fuerte influencia de lo indígena nacional en mi obra.

 

¿Podrías definir algún espacio, en tu cotidianeidad o en tu memoria, del cual nacieran las ideas para tus obras?

 

 No puedo decir que tal o cual cosa  sea mi única fuente de inspiración, ya que las ideas que nacen en mí llegan de todas partes. Creo que en nuestras vidas vamos guardando grandes cantidades de material, recuerdos,  vivencias,  asociaciones, sueños y todo se refleja en la obra. Por eso siempre he pensado que el valor del arte radica en la carga emocional que tiene.

 

¿Cuáles son las visiones que influyen tus proyectos?

 

Yo crecí en contacto con la naturaleza. Mi padre era agricultor y pasé mi infancia jugando con ramitas, hojas, piedras, todo lo que encuentras en el campo. Tal vez por eso me sienta tan cómoda trabajando con fibras y texturas, todo me remite a mi niñez.

Guardo  con mucho placer una enorme cantidad de imágenes de la naturaleza  y las estoy recuperando mediante mi trabajo.

 

¿De esas remotas visiones provienen también los matices de tus piezas?

 

Creo que mi paleta de colores es sobria   porque no viví en una tierra de mucho colorido,  viví en un lugar muy árido donde la escasez de agua siempre estuvo presente.

Por otra parte el hecho de utilizar materiales orgánicos es como un símbolo de mi deseo de que el mundo proteja sus ecosistemas.

 

¿Cuáles símbolos has colocado en tu trabajo de forma consciente, además de ese cuidado del medio ambiente?

 

Toda la obra contenida en el proyecto que titulé “En la lluvia del sueño” tiene un amplísimo contenido simbólico relacionado con el medio ambiente, ahí se expresa el agua, la tierra, la agricultura, la fauna, la flora, la lucha del pueblo huichol por preservar todo el ecosistema. Toda la simbología colocada de manera plenamente consciente  para el cuidado del medio ambiente.

 

¿Hay otros símbolos que los espectadores han visto, o puesto, en alguna de tus obras sin que tú los colocaras de forma consciente?

 

Por supuesto que sí, porque desde el inicio de mi carrera he procurado utilizar técnicas y materiales muy diversos, siempre han tenido que ver con la naturaleza y al aplicarlos al arte abstracto han quedado sujetos a muchas interpretaciones.

 

¿Crees que las ideas donde inicia un proyecto tuyo pueden ser simbólicas?

 

De hecho lo son.

 

¿Consideras los títulos de tus obras un símbolo o la vía que das al espectador para llegar a uno o varios símbolos?

 

El titulo es un símbolo en sí mismo y por tanto es el camino  para que el espectador encuentre el sentido o el significado de la obra.

 

 ¿Cuál ha sido el proyecto más memorable que has realizado?

 

Siempre he sido muy exigente conmigo misma y en cada trabajo me exijo cada día más y más. Algunos trabajos  me resultan más difíciles de solucionar que otros, es por eso que uno de los que más valoro es el que titulé “En la lluvia del sueño”. Fue un proyecto que tenía como objetivo el rescate  y revalorización de las técnicas textiles  utilizadas por la cultura Huichol  y aplicadas al arte textil contemporáneo, el cual fue realizado con el apoyo del Programa de Estímulos a la Creación  y Desarrollo Artístico de Zacatecas. Fue un reto para mí. Yo no iba a competir con el trabajo tan perfecto y maravilloso que hacen ellos, tenía que hacer algo distinto,  pero utilizando sus técnicas y expresado  con mi lenguaje, sus mitos, sus ritos, sus tradiciones  y sus peregrinajes, que son los que les da fuerza y permanencia a su existencia.  Quedé satisfecha con el resultado  final además de que fue muy interesante el poder  convivir muy de cerca  con una familia de integrantes de esa cultura  y sentir su fuerza espiritual.

 

¿Crees que la fortaleza espiritual de un artista se refleja en su obra, además de las cargas emotivas?

 

Cuando el artista ejecuta su obra con honestidad intelectual, con  entrega, con apertura y seriedad por supuesto que sí se refleja la fortaleza de su espíritu, además de la carga emotiva.

 

¿Consideras que un alto porcentaje de artistas poseen esa fortaleza, recuerdas algunas obras donde la hayas percibido?

 

De los que trabajan de la manera que digo (en la respuesta anterior) creo que el 100% refleja su fortaleza espiritual. Ejemplos para mí hay muchos, como la gran fortaleza de espíritu y de rebeldía que refleja Picasso en el Guernica, o la alegría de vivir que reflejan los murales de Rito Sampedro.

 

¿Cómo diferencias en tu propio trabajo ambos contenidos, el espiritual y el emotivo?

 

En mi trabajo trato  de reflejar mi espíritu al mismo tiempo que mis cargas emocionales. Trato de hacerlo mediante la disciplina, la perseverancia y la reflexión.

 

¿Cómo es visto el arte textil en el arte actual, hay espacios, reconocimientos?

 

En la lucha y el trabajo por la apertura de una mayor cantidad de espacios se han tenido logros y avances, por consecuencia estamos logrando que el arte textil ya no se vea como arte menor.

 

 

 

 

Con un trabajo de exquisita sensibilidad y profundo dominio, técnico y conceptual. Sara ha creado un lenguaje propio, un estilo y una propuesta única por la cual ha sido tres veces seleccionada para participar en la prestigiada Feria Textil Como, Italia. Su obra “Vuelve el Otoño” fue premiada en 1999 en el “II Encuentro Internacional de Arte Textil Miniatura”, en el Museo de Arte de Querétaro. En 2003  “…..acuden piedras y se elevan muros” recibió mención  honorífica en la exposición “Mosaico Urbano”, en el Museo de Arte de Querétaro, y en 2004 Sara María recibió otra mención honorífica con la obra “Y el tiempo  se hizo número” durante la “Exposición Internacional Número 13, Magia y Tabú”, en el Museo Taller Luis Nishisawa, en la ciudad de Toluca, México; así como becaria por el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes como creadora con trayectoria.

 

Desde 1989 Sara María Terrazas ha participado en numerosas exposiciones en museos y galerías de Polonia, Ecuador, Chile, Estados Unidos, Venezuela,  Italia y París así como en  las  ciudades de Zacatecas, Aguascalientes, México, Toluca, Querétaro, Veracruz, Mérida, Guadalajara, Oaxaca, Tamaulipas, Guerrero, San Luis Potosí, Guanajuato, Durango, Tijuana.

 

Con una disciplina y tenacidad inquebrantables, Sara María ha realizado todos los proyectos que se ha propuesto, no hay nada pendiente ni ningún sueño postergado. Ha construido mundos, su mundo, en la historia del arte regional, nacional e internacional.